jueves, 31 de marzo de 2011

"El Chava" Jiménez (parte II)

En esta segunda parte acerca del Chava Jiménez, voy a comenzar hablando a partir del año 1999. En ese año, como ya se comentó en la anterior actualización, obtuvo la primera victoria en la etapa que finalizaba en el Angliru, por delante de Tonkov. Un final muy polémico, ya que el ruso comentó que los coches y las motos de la organización le habían cerrado el paso durante el último kilómetro, lo que permitió que el Chava le alcanzase y batiese en la línea de meta.
 
Al año siguiente, todavía tuvo alguna aparición digna en el Tour de Francia, pero no así en su prueba preferida, la Vuelta. De ella se retiró, pero antes había realizado unas declaraciones en las que comentaba que no lo estaba pasando nada bien. Por último, las pedaladas finales que dio como profesional fueron al año siguiente, en la Vuelta. Su prueba. En esa última participación, obtuvo 3 victorias de etapa en alto (9 en total en su carrera - récord), su cuarto jersey de líder de la montaña, y además, el de líder de la combinada, por primera y última vez en su carrera.

Y es que esas fueron sus últimas pedaladas como profesional. En el invierno de ese 2001 se dejó llevar por los placeres de la noche, por la fiesta, el alcohol, y lo que no era alcohol. Meses después intentó recuperar el tiempo perdido, con una dura preparación. Incluso llegó a hacer la concentración en Estepona con sus compañeros. Pero esa preparación fue contraproducente a largo plazo. A raíz de ahí se vio sumido en constantes depresiones. Se le siguió asociando a la noche, y no precisamente en solitario, puesto que presuntamente en ellas también estaba inmerso Iker Casillas (recordad su extraña suplencia en el R. Madrid a partir del 3 de Marzo de 2002, hasta el Mundial).
 
Tras los malos efectos de esa preparación física llamó a su director, Unzué, para decirle que abandonaba, que colgaba la bicicleta. Simplemente se dedicó a vivir la vida... nocturna, sobre todo. Realizó 2 nuevos intentos para volver a coger la bici, yendo a 2 concentraciones con su equipo. La primera fue en la primavera de ese 2002, en Ávila. La segunda, a finales de año, en Gran Canaria. Pero su cabeza ya no era la de un ciclista. El se había acostumbrado ya a otro tipo de vida. Aun a pesar de eso, en Mayo se casó con la hermana de Carlos Sastre, Azucena. Con ella pensaba formar una familia, pero no le dio tiempo a hacerlo.
 
El Chava simplemente era un tipo especial. El siempre iba por libre en su equipo, el Banesto, y también en la vida. Llegó al corazón de todos, o casi todos los españoles, por su forma de ser, por su forma de montar en bicicleta y de arrancar en los puertos, de dejar atrás a sus rivales en la montaña, y como no, de perder todas sus opciones por la disciplina contrarreloj.
 
Sin duda alguna que de ese equipo hay mucha gente que aun deba tener cargo de conciencia, incluido su director, Unzué, puesto que de ellos, muy pocos intentaron o quisieron ayudarle. Él se ofreció a correr de manera gratuita, simplemente como forma de agradecimiento a su equipo de siempre, y a su afición, y la invitación le fue declinada. Eso fue un golpe muy duro, desde ese momento ya, la depresión fue la mayor pendiente de su vida, y curiosamente en un escalador como él, la única que no superó.
 
Parece ser que estaba superando sus problemas en ese 2003, pero le llegó un terrible y mortal último golpe. Fue la Vuelta a España de ese año, en la que no participó. Su prueba. No pudo, no fue capaz de verla por televisión.
 
Finalmente pasó las últimas semanas de su vida ingresado en la Clínica San Miguel, para superar tanto su depresión como su adicción a las drogas. Pero ni una cosa ni la otra. Terminó muriendo, entre la tarde y primera hora de la noche del 6 de Diciembre de 2003. Las causas parece ser que fueron por un ataque repentino al corazón. Pero ese ataque, directo al corazón, ya lo había sufrido hacía más de año y medio, justo cuando colgó la bicicleta. La prensa deportiva, simplemente lo señaló al día siguiente en un rincón de la portada de sus diarios.
 
“Mi hijo ha muerto como siempre vivió, al ataque y de repente”. Esas fueron las palabras de su madre tras la muerte del ciclista del Barraco.




p.d: siento no haber podido colgar el vídeo en la actualización anterior, pero un problema con el montaje del mismo, me lo ha impedido. Seguiré intentándolo.

saludos a todos!!

viernes, 25 de marzo de 2011

"El Chava" Jiménez (parte I)

Cronológicamente en la España ciclista han existido una serie de escaladores por encima de sus rivales del pelotón, independientemente de sus victorias. O al menos han conseguido levantar a los espectadores de sus asientos, si es que se han podido disfrutar de imágenes de ellos en directo. Esos grandes escaladores que yo considero son Federico Martín Bahamontes, Julio Jiménez, Fernando Escartín, José María Jiménez y Roberto Heras.
 
Pues será el penúltimo de los que menciono en quien me vaya a detener hoy. Se trata de José María Jiménez, más conocido como “El Chava” Jiménez. Con V, por favor, tal y como el pidió a los periodistas que se escribiese su sobrenombre.
 
El Chava nació en el año 1971, en la localidad del Barraco, donde siempre estuvo su residencia. Deportivamente se crio y desarrolló toda su carrera bajo la dirección de Eusebio Unzué y Echavarri, primero en el Banesto, y en su último año en el Ibanesto.com.
 
Fue un magnífico escalador, y tuvo la oportunidad de correr su primer Tour de Francia junto al pentacampeón Miguel Indurain, el del fracaso, el de 1996. En los siguientes años, y tras la retirada de Miguel, compartió liderazgo en el equipo con Olano, y tuvieron lugar sus mejores participaciones en la carrera francesa, incluyendo un 8º puesto en la general final del Tour de 1997. Para la posteridad quedará la disputa que mantuvieron Olano y él en la disputa de la general de la Vuelta a España de 1998. En esa vuelta el Chava protagonizó su mejor participación en una gran vuelta por etapas, y fue durante varios días líder de la general.
 
Sabedor en la prueba de su inferioridad con respecto a su compañero de equipo en la disciplina contra reloj, y de sus mejores cualidades cuando la carretera se empinaba, día tras día se dedicó a atacar al que en teoría era el jefe de filas del equipo. En esa vuelta no solo sufrió Olano para ganarla, si no que también Unzué, que sufría todos los días en el coche por no perder la prueba, ya que en su equipo estaban los dos hombres más fuertes del pelotón. Olano era el líder, y el Chava era un corredor individualista y sobre todo, espectacular, que no aceptaba órdenes de equipo, por lo tanto no aceptaba que le mandasen trabajar para otro que no fuera él. Esa actitud del Chava terminó provocando que el de Irún abandonase el equipo a final de temporada, para recalar en el otro gran conjunto español, la ONCE, de Manolo Saiz.

Pero como ya digo, el Chava no entendía de órdenes de equipo, no sabía lo que era sacrificarse para otra persona, era un corredor individual, muy individual. Era totalmente inconstante, cada vez que se le esperaba, no aparecía, y cuando nadie apostaba ni un duro por él, nos sorprendía con alguna exhibición de las suyas. Su filosofía era, si no voy a ganar, ni lo intento. Y era esa actitud suya la que le terminó salvando el pódium en esa Vuelta del 98. Él era el líder a falta de la última CRI, pero su incapacidad en dicha disciplina no solo le hizo perder la primera posición, a favor de Olano, ni la segunda, a favor de Fernando Escartín, si no que también casi le hace apearse del pódium, ya que lo salvó por tan solo 6 segundos con respecto a un renacido y recién recuperado de su cáncer, Lance Armstrong (4º final).
 
En el Tour tuvo varias participaciones, aunque ninguna del nivel de la del 97, y comparando con la Vuelta, jamás ganó una etapa (por 9 en alto de la Vuelta), ni ningún maillot de la montaña (contra 3). Participó por última vez en la carrera francesa en el año 2000. Decía que no consiguió ninguna victoria de etapa en el Tour, en gran medida porque coincidió en tiempo con otro grandísimo escalador, Marco Pantani, el cual le privó de varias victorias, como la de Courchevel 2000 (la última del Pirata).
 
Pantani y Jiménez, Jiménez y Pantani, dos grandísimos escaladores. Ambos queridos y amados con sus victorias. El italiano luego odiado tras su positivo y posteriormente ambos olvidados tras su retirada. La diferencia es que Marco fue recordado y mitificado tras su muerte, el español por su parte fue olvidado por todos. Por todos salvo por su mujer Azucena y por su cuñado, Carlos Sastre. Nadie, salvo los grandes aficionados al ciclismo, han vuelto a recordar al Chava, ni siquiera cuando en vida todavía, estaba ingresado en la clínica San Miguel de Madrid, para rehabilitarse.
 
Pero antes de eso pasó varias veces a la historia. En 1999 fue el primer ganador de la temida etapa del Angliru, por delante del ruso Tonkov, y como no, rodeado su triunfo de polémica. En 2001, en su última temporada en activo, sí participó en la Vuelta, donde con las 3 victorias de etapa que sumó, se convirtió con 9 en el corredor con más victorias en alto en dicha prueba. También ganó los maillots de la regularidad y de la montaña, este último, por cuarta y última vez.

Lo que vino después de ese año 2001 lo trataremos en otro blog.
(próximamente subiré un video con momentos del chava)

saludos a todos!!

sábado, 19 de marzo de 2011

Milán - San Remo

Como ya dije en alguna de mis actualizaciones anteriores, no todo el ciclismo se limita al Tour de Francia. Es más, ni siquiera a las 3 pruebas de tres semanas. Hay muchas otras pruebas de una impresionante belleza, de una tradición monumental. Entre esas otras carreras de tal belleza quizás las más espectaculares de todas son las conocidas como clásicas. De esas clásicas, las más conocidas son los 5 Monumentos (Milán - San Remo, Vuelta a Flandes, París – Roubaix, Lieje – Bastogne – Lieje y Giro de Lombardía). A excepción de la última, todas se engloban en el calendario de primavera, por lo que muchas veces se disputan bajo condiciones climatológicas muy adversas, lo que hace aún más épico el triunfo en cualquiera de ellas.

Y justo en el día de hoy se disputaba la primera de los 5 monumentos del calendario anual, la Milán – San Remo, o también conocida como la classicíssima. Dicha prueba, la idea, surgió entre 1905 y 1906, disputándose por primera vez al año siguiente, en un 14 de Abril. La idea de esta carrera, como no, de la Gazzeta dello Sport, y su loco director, Costamagna. En esa primera edición, de 288 kilómetros, algunas normas eran de locura, puesto que estaban prohibidos cosas como los avituallamientos o el cambio de ruedas. Esa primera locura de unir ambas localidades la ganó Petit-Breton. Solo finalizaron la carrera 14 de los 33 corredores que la comenzaron.
 
Pero fue a partir de 1910 cuando comenzó a crearse su leyenda, puesto que se disputó en una jornada con unas temperatura de frío extremo. Ese día los corredores buscaban refugio en las casas de alrededor de las que se disputaba la prueba. Para haceros una idea, de los 70 inscritos, solo 7 lograron finalizarla. El vencedor fue el francés Eugène Christophe, el cual estaba convencido de haberse equivocado de carretera cuando diviso las casas de San Remo a lo lejos.

Años después, a partir de 1946, se comenzó a aumentar gradualmente la distancia de la carrera, hasta llegar a los actuales escasos 300 kilómetros. Como se ve, el aumento no ha sido una exageración, pero si a día de hoy se organizase una carrera de tal longitud, no creo que ningún corredor tomase la salida. Eran otros tiempos.

Durante todos esos años la victoria solía decantarse al sprint, y una clara prueba de ello es que llegaron las primeras victorias españolas, las de Poblet en 1957 y 1959 (solo Freire ha sido capaz de volver a traernos la victoria, en 3 ocasiones). Ante esta circunstancias de victorias al sprint, el director de la carrera se cansó y decidió introducir novedades, y en los siguientes años se incluyeron en la carrera los cerros de la Cipressa y del Poggio, que fueron los que alargaron el recorrido hasta la distancia actual. Esas novedades se introdujeron entre los años 60 y los 80.
 
En este tiempo pasó por allí gente como el Caníbal Merckx, que ganó nada menos que 7 de las 11 carreras que disputó. Hubo también grandes campeones que obtuvieron allí la victoria, como Fignon o Kelly, o uno de mis favoritos, el local Claudio Chiappucci.

Hasta que llegó a una de las ediciones cuyo desenlace ha sido más bonito, la de 1992, en la que obtuvo el irlandés Sean Kelly una magnífica victoria. Ese año encaraba el descenso del Poggio, a tan solo 7 kilómetros a meta, con una ventaja casi decisiva el corredor italiano del Ariostea, Moreno Argentin, y en su persecución, un reducido pelotón, en cuyo seno se encontraba gente como Kelly, Musseew, Jalabert o Zülle. El irlandés Sean Kelly, en un momento de locura, de agresividad, o como queráis definirlo, se lanza en el descenso a por el líder de la carrera, Argentin. Era un descenso peligroso, pero aún así consigue recortarle la importante renta de segundos de la que gozaba (muy lejos, eso sí, del minuto de ventaja). No hay que olvidar que tras el descenso solo quedaban 3 kilómetros para la meta. Y no hay que olvidarlo, Moreno Argentin no era precisamente cojo en los descensos, y sí uno de los grandes animadores en todo este calendario. A mitad del descenso, ya habían conseguido reducir la ventaja a 15 segundos, tan solo.
 
A poco más de un kilómetro Moreno era neutralizado por Kelly, yéndose ambos hacia delante, para evitar que el pelotón les alcanzase y poder disputar ambos la victoria. En un sprint lanzado desde muy lejos, Kelly, tras casi 6 horas y media, bate al corredor italiano, llegando ambos tan solo 3 segundos por delante del pelotón, en el que se había producido una caída de varios corredores en los últimos 200 metros. Segundo, empatado a tiempo con el ganador, llegó Argentin, y tercero y encabezando el pelotón, el campeón de Roubaix y de Flandes, el león de Flandes, Johan Musseew.

Aquí os dejo un vídeo resumen de aquella etapa, y del impresionante descenso de Kelly, encabezando el pelotón:




Saludos a todos!!!

martes, 15 de marzo de 2011

Bagnéres de Bigorre - Luz Ardiden

Como ya sabéis, este es un blog dedicado a las que yo considero que han sido las grandes gestas individuales del ciclismo (sobre las que pueda documentarme), salpicado también por grandes etapas, o quizás próximamente, por algún personaje importante. Pues bien, se me ha venido hoy a la memoria la 15ª etapa del Tour de Francia del año 2003, que discurrió entre Bagnéres de Bigorre y Luz Ardiden. Es según recuerdo yo, la última gran etapa que ha tenido lugar en el Tour de forma colectiva, salvo por la excepción de la que tuvo lugar en el año 2009 en Le Grand Bornand. Esos dos días que nombro, el pelotón se resquebrajó y fueron llegando los ciclistas uno a uno a la meta, desde dos puertos antes de meta. Digna de alabar sería también la etapa siguiente a la que voy a contar, la de Bayona y la espectacular fuga de Hamilton, última gran gesta para mí (la de Landis es una farsa).
 
Esa etapa que voy a comentar era una etapa corta, de apenas 160 kilómetros, pero sin embargo era muy exigente, ya que se acometían las subidas al Tourmalet (HC) y a Luz Ardiden (1ª categoría). En la general, las cosas estaban muy apretadas. En apenas un minuto se encontraban los 3 primeros de la general, en el siguiente orden: Armstrong, Ullrich y Vinokourov. La diferencia entre los dos primeros era de apenas 15 segundos, y además Ullrich estaba en clara mejoría en ese Tour, y por el contrario, Lance estaba atravesando una grave crisis esos días, debido a una deshidratación que sufrió en la CRI de Cap Decouver.

Entrando ya en materia, se encontraban todos los favoritos en un pequeño grupo de corredores, los más importantes de la general, puesto que ya se habían desmontado los equipos y no había más estrategia en la etapa que las piernas de cada uno.
 
En esa situación, y todavía a bastantes kilómetros de coronar el puerto del Tourmalet, Jan Ullrich lanza un ataque formidable a todos los favoritos, marcando un ritmo infernal. Ese ataque seguramente sea debido a la imagen de debilidad que mostró Armstrong el día anterior cediendo unos pocos segundos, y a la mejoría propia que estaba experimentando en ese Tour.
 
El ataque destrozó a todos los favoritos, y tan solo durante unos metros el americano fue capaz de seguirle, quedando rápidamente descolgado de su rueda. Por detrás ya rodaban con bastantes segundos perdidos Vinokourov, Hamilton, Moreau, Basso... Era uno de los ataques camicaces que solía lanzar Chiappucci, casi a 50 de meta en este caso. Si lo conseguía, entraría en las páginas de leyenda del ciclismo, puesto que no solo ganaría la etapa, si no que la recompensa sería mayor, consiguiendo el maillot amarillo que se le resistía desde aquel nefasto día de Les Deux Alpes (1998).
 
Desde luego, en los primeros kilómetros de su ataque, parecía que lo podría culminar sin problemas, puesto que nadie había sido capaz de seguirle. Pero él mismo tuvo que ver que faltaba mucha distancia para meta y aminoró su ritmo, lo que permitió un reagrupamiento de los favoritos entre los últimos metros de ascensión y el descenso.
 
En el propio descenso fue probablemente donde Jan perdió ese Tour, puesto que según reconoció el mismo, debido a como se había visto en la anterior ascensión, a los nervios, se olvidó de alimentarse bien.

Tras el descenso y un pequeño tramo llano, comenzó la última ascensión del día, la de Luz Ardiden. En sus primeros metros, como se cuenta anteriormente, comenzaron los favoritos reagrupados. Al poco tiempo, Iban Mayo decide realizar un acelerón, al que responde Lance Armstrong, debido a que no se fía de él, puesto que ya había vencido ese año en el Alpe D´Huez.
 
No solo Lance sale a por él, si no que le rebasa y se pone al frente. A su rueda el propio Mayo, y a tan solo un par de metros, Ullrich. El resto, por detrás, tratando de no ceder mucho tiempo, tal y como sucedió en el Tourmalet. Es en estos compases de la carrera cuando Lance sufre un primer percance y su manillar se engancha con la bolsa de un aficionado y le derriba, llevándose con él a Mayo al suelo. Ullrich consigue esquivar la caída. Tras avanzar unos metros, decide esperar a los dos corredores que han sufrido la caída, lo que además conlleva que se vuelvan a reagrupar los favoritos. Además de esperar Jan, Hamilton increpa a todo aquel corredor que decida no esperar al boss (lamentable imagen del lacayo de Armstrong, aun a pesar de no compartir equipo).
 
Armstrong, que ya se había levantado e iba a rueda de su compañero Chechu Rubiera, sufre un segundo percance cuando está a punto de contactar con el pelotón, se le sale el pie del pedal. Finalmente tanto Mayo como Lance contactan con el grupo, pero ambos no muestran beneplácito por esa espera, y nada más contactar lanzan sendos ataques, en el mismo orden que la primera vez. Esta vez nadie se cae y el americano, con su “molinillo”, va como una exhalación a por su primera victoria parcial en aquel Tour. El resto, intentando seguirle en la lejanía, siendo el alemán el que más cerca está de seguirle (a algo menos de un minuto), con los dos Euskaltel a su rueda, Mayo y Zubeldia.
 
Tras casi 4 horas y media, Lance hace su entrada, seguido por un corredor del la Boulangere (Sylvain Chavanel) que pertenecía a la fuga y por Mayo, que tras subir a rueda de Ullrich, le sprintó y le arrebató los segundos de bonificación, hecho que criticó muy duramente a el alemán.

Ese día dejó sentenciado el americano el que en esos momentos era su 5º Tour, puesto que en meta endosó unos 45 segundos al alemán, más los 15 que ya tenía, y casi 3 minutos a Vinokourov. Aun así, es el Tour que más le han disputado al androide americano, y quizás lo habría sufrido mucho más, o no habría vencido, de no ser por la caída de Joseba Beloki aquel día camino de Gap (donde venció Vino, en homenaje a su compatriota Kivilev).

Que ese día Armstrong jugó con él. Seguramente. Que ese día Ullrich cometió un grandísimo error táctico. También es muy probable. Yo solo se que ese día vi una de las etapas más bonitas que he visto en el Tour en los últimos años.





saludos a todos!!

sábado, 12 de marzo de 2011

Merano - Aprica 1994

Nos estábamos acercando al final de un apasionantísimo Giro d´Italia del año 1994. Se iba a afrontar la 15ª etapa, que finalizaba en Aprica y subía los puertos del Stelvio, el temidísimo Mortirollo (el puerto más duro de Europa junto al Angliru) y un insignificante, a priori, puerto de 3ª categoría, el Valico de Santa Cristina. Dicho último puerto no eran más que 6 kilómetros de subida, pero con una pendiente aproximada del 8%.
 
Al comenzar la jornada, partía como líder el jovencísimo ruso Evgeni Berzin, con Indurain cerca en la general y buscando la preciada maglia rosa y su tercer Giro consecutivo, algo que solo habían conseguido Eddie Merckx y Alfredo Brinda hasta la fecha.

La etapa estaba discurriendo con una gran tranquilidad, subiendo en grupo el Stelvio, sin ningún movimiento entre los favoritos. Pero en esas que se llegó a las primeras rampas del Mortirollo y la joven promesa italiana, Marco Pantani (6º en la general en aquel momento), lanzó un ataque de esos a los que luego nos acostumbraría, pero que entonces no eran conocidos en el pelotón.
 
Ningún otro corredor del pelotón pudo seguirle, ni lo habría intentado, pero el líder, un chaval que tenía un ego más grande que ninguno otro en el pelotón, decidió responder al ataque y saltar a su rueda. Durante bastantes metros si pudo ir con él, pero finalmente se desfondó, cogiendo una pequeña pájara, y los rivales le fueron adelantando a Berzin. Pantani por su parte iba cogiendo cadáveres de una fuga anterior e iba alcanzando la cabeza de carrera. Como dato hay que decir que marcó el récord en el tiempo de ascensión a dicho puerto.
 
Tras Pantani ya marchaba el navarro Indurain, con el colombiano “Cacaito” Rodríguez a su rueda, como durante todo el resto de la etapa. Tras este dúo, marchaba un grupo formado por Berzin, siempre liderando su grupo, y con él marchaban entre otros Chiappucci o Belli. Por su parte, gente como Bugno podía despedirse ya de sus opciones en la general, andaba muy retrasado.

Para el llano, Marco, en un movimiento muy inteligente decidió esperar a un mejor rodador que él, como era el caso de Indurain. Se formó de esta manera un terceto en la cabeza de carrera. Pasaron por meta (la primera de 2 veces) con aproximadamente 2 minutos de ventaja con el líder, por lo tanto Miguel se situaba muy cerca de la maglia de líder. Aproximadamente con esas rentas se plantaron a pie del Valico y ahí sufrió un cambio muy importante el transcurso de lo que estaba siendo la etapa.
 
Pero fue otra vez al inicio de esta subida cuando Pantani, inconformista siempre, decidió atacar, dejando literalmente clavados, a sus dos compañeros de fuga. En poco tiempo abrió una amplia brecha con respecto a ellos, mientras que Berzin les reducía algo de tiempo, aunque no así a Marco.
 
Indurain iba clavado en la ascensión, con un Pantani ya inalcanzable, a casi un minuto, y el grupo liderado por Berzin acercándoseles peligrosamente. También en el grupo trasero, a menos de 2 kilómetros de la cima, se desataron las hostilidades, con los ataques de los italianos Ciappucci y Belli, dejando totalmente solo a Berzin y su esfuerzo titánico aquel día, por mantener su maglia de líder.
 
Al final del puerto, coronó en solitario Marco Pantani, con Indurain y Cacaito a casi 2 minutos, y Ciappucci y Belli dándoles con el aliento en el cogote, puesto que se les habían echado encima. Por detrás, Berzin coronó a un minuto escaso de Indurain.

En meta hubo doblete del equipo Carrera, siendo Pantani el primero, y Chiappucci segundo. Estuvieron secundados por Belli. Por su parte, Indurain no solo no alcanzó el liderato, si no que encima vio como en la general se colocaba entre él y el ruso el magnífico escalador que había obtenido la victoria aquel día. Berzin por su parte consiguió salvar la prenda de líder, prenda que no le abandonó ya en aquel fantástico Giro que realizó.

p.d.: Como anécdota contar que los comentaristas que aquel día trasmitieron la etapa para España, en Tele 5, podrían haber abandonado el patriotismo en sus comentarios, y limitarse a narrar lo que estaba sucediendo en la etapa, ya que en la última subida, la del Valico de Santa Cristina, no hacían más que comentar que Indurain tenía buena cara cuando era evidente que no era así, puesto que se estaba quedando cortado y le estaban reduciendo tiempo de forma muy peligrosa desde el grupo trasero.




Saludos a todos!!

martes, 8 de marzo de 2011

Briançon - Aix-les-Bains

En este blog, en el cual voy narrando grandes gestas de este deporte de las dos ruedas, a veces hay que echar la vista muy atrás en el tiempo. Porque es relativamente muy sencillo documentarse, tanto en cuanto a imágenes y videos como en artículos de prensa, de las gestas de los Indurain, Rominger, Pantani... pero no tanto así con corredores de décadas anteriores. Especialmente esa dificultad se hace mayúscula en nuestro país para tratar de encontrar algo anterior a la creación del equipo Reynolds, a inicios de los años 80.
 
Pues bien, en ese elenco de grandes gestas y corredores en blanco y negro, no puede pasar desapercibido el primer gran ciclista luxemburgués en el mundo de las grandes rondas por etapas, Charly Gaul, el primer escalador puro que obtuvo la victoria en el Tour de Francia, en 1958.

Pues bien, me voy a remontar a ese año de 1958, en un Tour de Francia que se disputaría en 24 etapas, con un kilometraje total de más de 4300 km.
 
Discurría la 21ª etapa de dicho Tour, y el líder, Geminiani, partía con una ventaja de más de 4 minutos con respecto al siguiente clasificado, Favero. Gaul estaba mucho más abajo en la clasificación general, y sus expectativas simplemente pasaban por obtener el jersey de líder de la montaña (por aquel entonces todavía no era el jersey a topos que vemos actualmente en la carrera).

Era un día dantesco, con unas condiciones climatológicas muy adversas, con lluvia, en algunas partes del recorrido incluso granizo, y mucho, mucho frío, el pequeño corredor luxemburgués decidió atacar casi a comienzo de la etapa, con el único objetivo, ya dicho, de acumular puntos para la montaña, y arrebatarle dicho privilegio al español Bahamontes.
 
En el segundo puerto de la etapa ya acumulaba una pequeña renta sobre todos sus seguidores de unos 2 minutos. El posiblemente gran favorito, en la previa del Tour, el francés Anquetil, se estaba hundiendo en la general, mientras que los dos primeros clasificados de la general se encontraban atravesando gravísimas dificultades.

En el siguiente puerto, el Col de Porte, la renta ya señalaban que nos encontrábamos ante un día muy grande, y alcanzaba ya los 5 minutos y medio. En el siguiente, el Cucheron, la diferencia era algo inferior a los 8 minutos. En el Granier, la renta ya estaba muy próxima a los 12 minutos y medio.

A todo esto, Charly Gaul no se encontraba acompañado en su aventura, si no si acaso, tan solo la fría lluvia acompasaba su espectacular rodar.

Esta enorme cabalgada del que llamaban El ángel que amaba la lluvia estaba entrando en los libros de oro de este deporte. Y no era la única ocasión en la que entraría Gaul en la historia por una gesta similar, ya que en el Giro que tuvo lugar dos años antes, también realizó una de similares características.
 
A la entrada en meta, en Aix-les-Bains, Gaul sacó una ventaja sideral. El italiano Favero, tercero en la etapa, entró a 10 minutos, y el hasta entonces líder, Geminiani, entró 7º en la etapa, a más de 14 minutos, perdiendo el maillot amarillo aquel día.
 
Aun a pesar de aquella mítica escapada, el luxemburgués no se pudo colocar el maillot de líder hasta 2 etapas después, en la contrarreloj en la cual obtuvo también la victoria.

Se había escrito una de las primeras páginas de oro en el mundo del ciclismo, y dicha hazaña correspondió al luxemburgués que amaba la lluvia. Luego se escribieron otras muchas hazañas, pero muy pocas de la magnitud de esta etapa.

Su vida después de la bicicleta, es otra historia, ni mucho menos tan brillante como sus aventuras bajo la lluvia. Tuvo problemas con el alcohol, como tantos y tantos deportistas, aunque fue capaz de reponerse, trabajar en el museo del deporte de su país, y llegar a la anciana edad de 72 años(2 días le faltaban para cumplir los 73).


El vídeo que cuelgo sí pertenece a Charly Gaul, pero no corresponde al Tour de 1958, del que no hay imágenes, si no a la etapa de dos años antes del Giro, la que transcurría por el Bondone




Saludos a todos!!

domingo, 6 de marzo de 2011

Coppi - Bartali

Hay imágenes que valen más que mil palabras. Pues en este caso se trata de una imagen valiosísima. No solo es una imagen deportiva, sino que también es una imagen política. La imagen de Coppi y de Bartali. Con mayúsculas. Pues bien, esta imagen merece por si sola el tener una entrada en cualquier blog interesado en el ciclismo.
 
Para ubicar la escena, hay que mencionar que se trata de una imagen del Tour de Francia del año 1952. Esa imagen tiene lugar en el mes de Julio, durante la disputa del Tour de ese año, en una de las etapas de montaña por las que transcurre la carrera, concretamente la etapa por la que atraviesan el Galibier.

Como decía, transcurría el año 1952, es decir, hacía tan solo unos pocos años que había concluido la II Guerra Mundial, y en ese momento Europa se encontraba en plena reconstrucción. No solo una reconstrucción física, si no también una reconstrucción de sus ideales políticos, de la moralidad, también de su propia política y de sus políticos, e incluso podríamos hablar de una reconstrucción de sus valores y de su pasado. La reconstrucción de un pasado sombrío y deprimente que llevó a aquel conflicto bélico de carácter mundial que desoló el viejo continente.

Dentro de esta situación en la que andaba inmiscuido el continente, se seguían celebrando competiciones deportivas, y dentro de esas competiciones, hay que hablar del deporte de las dos ruedas, el ciclismo. Entre esas competiciones ciclistas que se celebraban, quizás la más importante era el Tour de Francia, el cual había retomado su celebración anual en 1947, tras el parón al que le obligó el conflicto bélico.

En la salida de ese Tour de Francia que iba a tener lugar en 1952 había dos claros favoritos, Gino Bartali y Fausto Coppi. Los favoritos, a priori, eran 2 italianos, que, para mas inri, eran compañeros de equipo, puesto que por aquel entonces la carrera se disputaba por conjuntos nacionales, y, en este caso el equipo nacional italiano estaba dirigido por otra legenda transalpina, Alfredo Brinda.

Ambos corredores eran los máximos exponentes de una parte de su país, Italia. El de mayor edad, Bartali, era la persona que representaba a la Italia católica. Además no era nada meticuloso con su preparación física, puesto que podía darse un empacho a pasta antes de una etapa, o tener un exceso a tomar vino. También era el corredor más popular en el pueblo, quizás por ser más bonachón. Tal vez por ello, a Bartali le impusieron desde el propio país la imagen del partido del gobierno, el partido de la Democracia Cristiana, liderado por Gasperi. Por su parte el más joven de los dos, Coppi, era la antítesis de Gino, es decir, que era meticuloso con su entrenamiento, siempre se encontraba a dieta para mantener su forma física, puntilloso, bastante introvertido, y por encima de todo, laico, le tocó en gracia la imagen del Partido Comunista, que se encontraba liderado por Palmiro Togliatti. Ese partido no era sino la segunda fuerza del país, la que representaba a la otra Italia, la que no se encontraba en el poder (Italia ya era un República).
 
Ni uno era partidario de un Partido político, ni el otro era partidario del otro partido, pero les impusieron a cada uno esa etiqueta, y con ella convivieron durante todos esos años posteriores a la guerra. Todas y cada una de las carreras en las que ellos participaron y se enfrentaron, era un conflicto entre ambas italias. Amplificándolo y exagerándolo, era un conflicto entre Togliatti (Coppi) y Gasperi (Bartali), entre Lenin y el mismísimo Papa. Poco importaba a la gente que Coppi se enrolara en la División Ravenna para combatir durante la II Guerra Mundial.

Como comentaba, en la línea de salida de ese Tour, había dos claros favoritos, Coppi y Bartali. Ambos corredores compartían equipo, el italiano, puesto que por aquel entonces todavía se corría por bloques nacionales. De dicho equipo el seleccionador era una leyenda dentro de la bota, Brinda, el cual ya había conseguido acabar con la problemática que existiese entre ambas estrellas. No habría que olvidar que un imberbe Coppi ya le ganó a su por aquel entonces jefe de filas Bartali, en 1940, el Giro de Italia.

Centrándonos ya definitivamente en la imagen, estaba teniendo lugar la etapa que atravesaba el Galibier, cuando en plenas rampas de dicho puerto hay un ciclista con el maillot amarillo en sus espaldas, y la tradicional cubierta de la rueda con el maillot; el otro, lleva el maillot verde en cuyas mangas está la bandera italiana, sinónimo de ser el campeón de dicho país. Son Coppi y Bartali, respectivamente. Y entre ellos dos, entre sus manos derechas, hay un bidón de agua. Unos dirán que es Coppi quien pasa la botella a Bartali, otros dirán que sucede al contrario. Ninguno de los dos protagonistas reconoció jamás en publico quien fue el que recogió el bidón, si no que ambos se adjudicaron la autoría de tan galante gesto. Lo único que se puede sacar en claro de la imagen es que el porta bidones de Coppi está vacío, y el de Bartali lleva un bidón. Hace 58 años que se abrió ese debate en Italia, y todavía no han sido capaces de cerrarlo.
 
Esta imagen no es una más dentro del mundo del ciclismo, si no que es la imagen que significa la unión, en una sola, de las dos Italias. La de Democracia Cristiana en cuya imagen habían enrolado a Gino, y la del Partido Comunista, cuya imagen era Fausto. Significaba no solo la reconciliación de los dos corredores, si no también la reconciliación del país, de ese país dividido tras la guerra.
Para añadir un último detalle con respecto a la foto. Esta fue realizada por el fotógrafo Carlo Martíni, y fue publicada por la Gazzetta dello Sport, el periódico italiano que se encargaba de dirigir el Giro de Italia. Se ha dicho en numerosas ocasiones que esa foto de Carlo estuvo pactada con ambos deportistas, pero solo se puede decir que la instantánea fue reconocida como la mejor foto deportiva del año.

¿Cuál de los dos campeones tiene el gesto de tener la botella de agua a su compañero? ¿Cuál de los dos reconoce su debilidad y acepta el gesto de su máximo rival? Nadie lo puede garantizar, puesto que Coppi murió en 1960 sin reconocer que fue el quien cogió la botella. Bartali murió en el 2000, también sin reconocer que la cogió él. Ambos protagonistas murieron, y con ellos el secreto de cual tomó la botella de su compañero. Pero nos quedó para la posteridad la instantánea de los dos campeones y la dichosa botella de agua.

Aquí tenéis una recreación que hizo la Rai sobre este momento histórico:



saludos a todos!!

miércoles, 2 de marzo de 2011

Mundial de Colombia de 1995

El mundial de ciclismo de 1995, celebrado en Duitama (Colombia), ha sido considerado por casi todos los especialistas como el mejor mundial de la historia, o al menos, el de las últimas tres décadas. También es probablemente el mejor mundial que ha disputado la selección española de ciclismo, con un trabajo de equipo magnífico que significó que se coronase como campeón uno de sus corredores.

Como muestra de la dureza del recorrido, habría que mencionar que el mismo constaba de 265.5 kilómetros de longitud, recorrido en el cual debían dar 15 vueltas a un circuito de 17.7 km. El circuito incluía la subida a un puerto, no como el habitual repecho de todas las pruebas de este estilo, sino un puerto, de aproximadamente 6 km y algo menos de un 6 % de desnivel.

Este hecho de incluir un puerto (como tal estaba catalogado en la previa de la prueba), eliminaba a los sprinters que habitualmente son favoritos en estas pruebas, especialistas como Cipollini o Abdoujaparov. Un tema aparte sería el caso de Jalabert, sprinter a inicios de su carrera, pero que ese año venía de ganar la Vuelta a España.

Para este mundial podría considerarse más favoritos a la victoria a gente como Pantani, Jaskula (lejos quedaba ya su Tour del 93) o el francés Virenque. Eso sí, había una figura que destacaba por encima de las demás, la figura del reciente pentacampeón del Tour de Francia, el navarro Miguel Indurain. En cuyo equipo, la selección española, habría también gente de la calidad de Abraham Olano, Fernando Escartín o el jovencísimo José María "el Chava" Jiménez.

La prueba se celebró bajo unas condiciones climatológicas extremas, con un calor asfixiante, salpicado con algunas lluvias, que ayudó, junto a la dureza del recorrido, a la fatiga que padecieron los corredores ese día. Eso provocó el abandono de un gran número de corredores durante la prueba.

De dicha prueba, ya comentado el kilometraje, y su gran dureza, hay que centrarse en los últimos kilómetros, cuando ya quedaban en carrera menos de medio centenar de corredores, que son en los que se desarrolló la mayor parte de la acción.

Al comenzar la penúltima subida al puerto, Indurain sufrió un pinchazo que subsanó rápidamente. A gran velocidad recuperó su sitio en el pelotón, lanzando además un pequeño ataque nada más incorporarse. Dicho ataque fue respondido por sus rivales, por lo que quedó en nada.

Al finalizar ese penúltimo descenso, fue cuando atacó el segundo de abordo del equipo español, Abraham Olano. Nadie saltó a la rueda del corredor vasco, que consiguió una exigua renta, inferior al minuto. Pero quedaba todavía toda una vuelta por disputarse, y el resto de corredores pensaban que se desfondaría en ella, amén de que no era un gran subidor y podrían cogerle en la última subida.

Pero su sorpresa fue mayúscula cuando vieron que Olano era capaz de aguantar el pulso al pelotón. Un pelotón en el que Indurain estaba realizando un trabajo soberbio como secante, ya que iba controlando a todos sus rivales, y saltando a la rueda de los tímidos contra atacantes que intentaran reducir la renta de Olano.

Tras el descenso, y a tan solo unos pocos kilómetros a meta, Olano contaba con casi un minuto de ventaja, y el grupo perseguidor estaba formado por 3 unidades; Indurain, Pantani y Gianetti. Pero hubo una situación que pudo haberle arrebatado la gloria a Olano, y es que, a escasos kilómetros de meta, de alcanzar la gloria, sufrió un pinchazo en la rueda trasera de su bicicleta.

Pero no tendría nada que temer por detrás, ya que en el grupo perseguidor, Indurain no solo iba controlando a sus rivales, si no que parecía amedrentar a sus rivales con la mirada. Esta magnífica labor de equipo permitió a Olano entrar en solitario en meta, obteniendo así el primer mundial en ruta de la historia de la selección española.

La entrada del grupo perseguidor se produciría 34 segundos después, liderado por Indurain, quedando en tercer puesto Pantani y siendo el último del sprint Gianetti.

Hay que dar un dato más, para comentar no solo de lo histórico de este mundial, si no también de su dureza. Y es que la prueba la terminaron tan solo veinte corredores, siendo el último de ellos el norteamericano Andy Hampsten, curiosamente compañero de Miguel Indurain en Banesto ese último año. Finalizó a casi 38 minutos del ganador.

Días antes, tanto Indurain como Olano comenzaron a escribir la crónica de este mundial histórico para España, consiguiendo el primer y segundo puesto, respectivamente, en el Campeonato del Mundo de Contrarreloj, siendo el preludio de este campeonato histórico.




Saludos a todos!!