martes, 29 de noviembre de 2011

Wolfgang y su carrera contra la Stasi

Wolgang Lötzsch fue un ciclista de la República Democrática de Alemania (RDA), nacido en 1952 en Chemnitz. Desde muy joven demostró que tenía unas grandes aptitudes sobre la bicicleta, hubiera sido, sin ninguna duda, la gran estrella de los 70 de su país. Cuando contaba con tan sólo 17 años ya era uno de los señalados por la prensa especializada. El sueño, el techo que podía tocar en la extinta RDA era participar en los Juegos Olímpicos y en la Carrera de la Paz, que era lo más parecido al Tour en los países del otro lado del Muro de Berlín, los países socialistas.
 
En 1972, cuando apenas llegaba a los 19 años de edad, su país quería llevarle a los Juegos Olímpicos de Münich, el rival por antonomasia de su país, y su país vio en él una oportunidad única de conseguir una medalla al otro lado del muro. Para ello, solo debía pasar a formar parte de la selección nacional. Eso no era más que un mero trámite para la Administración. Pero un estúpido error marcó para siempre su carrera, la cual a partir de entonces fue una pendiente sin final.

Fue convocado por su actual equipo, el Karl Marx-Stadt a una reunión a finales del año 71. Fue acompañado por su padre. En esa reunión se le sugirió que debía afiliarse al Partido de Unidad Socialista de Alemania. Su padre sugiere que solo quiere hacer deporte, nada de política. Los miembros de su equipo intentaron chantajearle, preguntándole que quería más, si a su padre o al socialismo. Muy ingenuamente Wolfgang respondió que estaba de acuerdo con su padre, que había cosas que no le gustaban de su país.
 
Por supuesto la respuesta por parte de las autoridades no se hizo de rogar, y no fue nada satisfactorias par la estrella de la RDA. A los pocos días fue expulsado de su club, con lo que se le cerraba cualquier puerta para el profesionalismo, además de los triunfos a los que aspiraba (JJOO, Carrera de la Paz). Pero realmente no lo consiguieron, porque consiguió entrar en la liguilla de empresas. Allí ganó todas las carreras en las que participó. Corría solo y sin ningún tipo de ayuda, pero su orgullo y su amor por la bicicleta le permitían exprimirse más que el resto y rendir más.

Ganando y ganando se ganó el derecho a participar en las competiciones nacionales, por lo que podía pelear por correr por el campeonato del mundo. Siguió consiguiendo victorias y más victorias, y con ellas se fue haciendo un hueco en la afición, gracias a las dificultades que tenía que solventar, puesto que corría con lastres con respecto al resto de corredores. Pero seguía ganando, enfrentándose así al régimen.
 
Pero no podía permitirle su gobierno el correr el Mundial. Y para ello no hicieron sino cambiar, de nuevo, las normas, para lastrarle de nuevo con respecto a los demás competidores y facilitar así que asistiese otro corredor al Mundial. Eso no hizo sino aumentar las ganas y competitividad de Lötzsch.

El gobierno finalmente decretó que todos los corredores debían correr contra Lötzsch. Se prohibió que los demás corredores hablasen con él, incluso. Tal era el odio que se le tenía desde el régimen, que se llegó a expulsar a un miembro de la selección por estrecharle la mano. Y Lötzsch seguía ganando. Hasta tal punto estaban desesperados en el régimen que una nueva norma obligaba a partir con 5 minutos de retraso con respecto a todo el pelotón al tomar la salida. Y tampoco le importaba, los alcanzaba y los derrotaba a todos. Y con él estaba la afición, lo cual también contravenía al régimen.

Aún así, esos no habían sido sus peores momentos. En 1975 tuvo una grave caída en carrera. Quedó tendido en el suelo y todos y cada uno de los vehículos y ciclistas pasaron de largo. Aún viendo como su cráneo estaba abierto y sangrando. Finalmente el último vehículo se detuvo a ayudarle y le llevó a un hospital, donde estuvo varias semanas en coma. Con ello mucha gente atisbaba el final de su carrera deportiva. Y también se equivocaron. Pero si ya antes lo había tenido difícil, a partir de ahora aún más, si cabe. Se le prohibió participar en cualquier carrera, que parecía la única forma de evitar sus triunfos.

Fue entonces cuando la Stasi se puso manos a la obra e inició un mecanismo de presión y espionaje. La principal trampa que le tendieron tuvo lugar en 1976. Ese año intentó huir al otro lado del muro. Lo intentó por los medios legales, pidiendo permisos, y viendo como se los rechazaban. Tras soportar varias negativas, un agente infiltrado de la Stasi intentó convencerle que podría ayudarle a huir, de forma ilegal. Por su propia suerte, no cayó en la trampa.
 
Pero la situación, como no, podía tornarse a peor. Se entrevistó con un periodista del Süddeutsche Zeitung, un periódico de la Alemania Occidental, a quien narró la historia de su vida, para que la gente lo conociera. La Stasi le detuvo y cuando le interrogaban, Lötzsch estalló y contó su descontento con las autoridades y la situación política que vivía el país.
 
El castigo fueron 10 meses de prisión, en una celda ridícula, de apenas 8 metros cuadrados y carente de ventanas. Sólo podía hacer ejercicio entre esas 4 paredes. Un total de 400 flexiones y 3000 abdominales diarios, simplemente para mantener su forma física.
 
En 1977 sale de la cárcel, pero es un enemigo del Estado, por lo que sufre detenciones periódicas. Todo siguió igual, hasta que un día, harto, decidió combatir al régimen con sus mismas armas. Acepta afiliarse al partido, retira su petición de permiso para salir del país, finge haberse reformado. Sólo tiene un objetivo: el gran regreso.

Finalmente su gran día llegó en 1983, a los 30 años. 128 corredores toman la salida en la 77ª edición de la Vuelta a Berlín. Los mejores del país, Olaf Ludwig, Uwe Ampler... y Wolfgang Lötzsch. Solo, sin equipo. La única oportunidad que tiene es fugarse. Se escapa casi de inicio, en el kilómetro 50. Quedan nada menos que 150 por delante. Lötzsch gana. Llega en solitario a meta, siendo aclamado por centenares de personas que han ido a la carretera al oír de su fuga por la radio. Llega con nada menos que 8 minutos y medio sobre el pelotón. Definitivamente la Stasi decide rendirse. "Lötzsch nos ha obligado a respetarle", admite el oficial que con más saña le persiguió.


Wolfgang Lötzsch sólo conoció los detalles de su carrera destruida cuando tras la caída del muro pudo leer los documentos de la Operación Radio de bicicleta, una de las más amplias de los servicios secretos en el terreno deportivo, 2.000 páginas, una guerra contra un enemigo que no existió en realidad. Lo que descubre es más duro de tragar que cualquier suspensión. Toda la gente informó de sus actividades, incluidos sus vecinos y sus amigos. Todos le espiaron. Fue un shock descubrirlo según reconoce él mismo. Ninguno de ellos, ninguna de esas personas, a las que aún sigue viendo a diario en Chemnitz, le ha pedido disculpas, ni le han dado una simple explicación.

"No soy una persona que quiera revancha, sólo quiero que mi historia no se olvide".



Saludos a todos!!

martes, 22 de noviembre de 2011

Roubaix 1996

El día que se celebraba el 65 aniversario de la proclamación de la II República en España se iba a diputar, a más de 1000 kilómetros de distancia de la Península, la edición centenaria de la clásica París-Roubaix, la de 1996. Ese 14 de abril, 184 valientes optaron por tomar la salida en la carrera más dura que existe, hablando de pruebas de un sólo día.
 
En la etapa se fueron sucediendo los habituales ataques que tienen lugar en los primeros kilómetros, mucho antes de comenzar las verdaderas dificultades sobre el adoquín. Se fueron formando varios grupos, alguno de ellos con gente de la categoría de Museew, Peeters o Zabel. Pero llegaron todos los ciclistas agrupados, casi un centenar de ellos, al mítico bosque de Arenberg. Unos pocos kilómetros más adelante, se caía uno de los grandes favoritos a la victoria final, Olaf Ludwig, y se formaba un grupo delantero de 20 unidades. En ese grupo iba nada menos que gente del nivel de Baldato, Hincapie, Ekimov, Zanini y nada menos que 5 Mapei; Ballerini, Bortolami, Leysen, Museeuw y Tafí.
 
Entre los sectores 11 y 12, el tristemente fallecido seleccionador italiano, Ballerini, pinchó nada menos que en tres ocasiones, perdiendo contacto con el grupo y con ello cualquier opción al triunfo, a pesar de que en los dos primeros pinchazos reenganchó con el grupo, con el tercero ya no pudo hacerlo.

La mala suerte de Ballerini quiso que uno de esos pinchazos se produjeran justo cuando sus compañeros de equipo se ponían al frente del grupo, para abrir una pequeña brecha y conseguir escaparse. Aún así, no iba a ser todo tan fácil para el conjunto Mapei. Johan Museew sufría un pinchazo en el tramo 10 de adoquín (los tramos se numeran en orden decreciente), a unos 70 kilómetros para llegar a meta. Por fortuna para los 3 Mapei cabeceros (Museew, Tafi y Bortolami), el grupo perseguidor viajaba aproximadamente a un minuto de diferencia, y entre ellos se encontraba un Ballerini que no estaba realizando el menor esfuerzo por contactar con sus compañeros de equipo. Para los 3 primeros corredores, se trataba lo que faltaba de etapa de una contra reloj por equipos en los 60 kilómetros que quedaban.
 
Por detrás, en el grupo, a unos 40 de meta, sufría un percance Tchmil, mientras que Zanini y Ballerini se ponían de acuerdo y comenzaban a relevarse para alcanzar al grupo delantero, hasta que en el kilómetro 235 el coche del Mapei bajó hasta el italiano, para pedirle que no entrase al relevo y pusiera en peligro el triunfo de sus compañeros, puesto que se habían llegado a poner a menos de un minuto de la cabeza.
 
A tan sólo 8 kilómetros de meta Museew volvió a pinchar la rueda, y sorprendentemente sus compañeros de fuga le esperaron. El triunfo de ese grupo no corría peligro, por eso le esperaron. También el director del equipo, Lefevre, ya había decidido unos kilómetros antes el orden por el que entrarían en meta, y se lo había comunicado a sus corredores.
 
Los corredores llegaron al Velódromo de Roubaix y se dieron una vuelta de honor al mismo, antes de cruzar la línea de meta encabezados por Museew, el ganador final, seguido de Bartolami y Tafi, respectivamente. Habían cubierto el recorrido en un tiempo total de 6 horas y 5 minutos exactos, y en ese tiempo habían entrado en la leyenda, con un triplete histórico.
 
Pero todavía podían hacer más grande la leyenda del equipo, pues Ballerini peleaba por ser 4º de la etapa. Finalmente no pudo ser y finalizó 5º en el sprint con Zanini (llegaron a 2´38´´). Un sprint muy feo por parte de Ballerini, ya que intentó cerrar y metió el codo a Zanini, siendo consciente que era inferior al corredor del Gewiss.

El equipo Mapei es el mejor equipo de la historia en el calendario de primavera, y no lo demostró solo en esta ocasión, sino que también lo demostraría, por ejemplo, tan sólo dos años después, en 1998, y sobre el mismo escenario.


Saludos a todos!!

martes, 15 de noviembre de 2011

El día de la Bestia II

Iban a afrontar los ciclistas en el 24 de septiembre del 99 la última oportunidad de desbancar a Jan Ullrich del liderato de la Vuelta a España, puesto que la CRI del día siguiente le era totalmente favorable. En la etapa se iba a afrontar el encadenado de Serranillos-Navalmoral, terminando la misma en Ávila.
 
Los equipos españoles querían aislar a Ullrich de sus escasos aliados que tenía, pero visto el deslumbrante rendimiento de Frank Vandenbroucke, se antojaba imposible el poder dejarle de rueda a este y de obligar a Ullrich a que aparezca él mismo. No hay que olvidar que Igor González de Galdeano era 2º de la general, a tan sólo medio minuto del alemán. Heras por su parte era 3º, a algo más de 2 minutos del líder, seguido de cerca por el Chava, a 3 minutos en la general.

La carrera fue tranquila para el pelotón de los favoritos durante muchos kilómetros, hasta la subida a San Bernardo. Allí el Telekom neutralizó a un grupo intermedio que se había escapado, entre los que se encontraba Chente, pero sin más peligro para la general. Pero nada más neutralizarlos, lanzó un sorprendente ataque Roberto Heras. Ese ataque no pudo ser respondido por nadie, y para desgracia de Jan, eliminó a sus compañeros de la cabeza de carrera. Tuvieron que ser los Cofidis, con Lelli a la cabeza, quienes neutralizasen a Heras. Esa fue la última de las emociones que se vivió en San Bernardo, ya que nadie más ataco tras ser neutralizado el bejarano.

Llegaron de esta forma al puerto de Navalmoral, y es ahí donde comenzó el show de Vandenbroucke. A mitad de puerto no queda ningún Telekom que ayudar a Ullrich, y debido a las alianzas, son los Cofidis los que le echarán una mano, personificándose en la persona del joven belga. Iba a ayudar al líder de la carrera, pero lo iba a hacer a su manera, cuando aún quedaba medio puerto por subirse.
En tan solo un kilómetro, redujo un pelotón de 60 unidades a 13, cogiendo a los fugados, que marchaban con un minuto de ventaja. Con ese ritmo era imposible atacar, especialmente por parte de Heras, que era el hombre más peligroso para la general.
 
Iban los ahora 7 corredores que quedaban en cabeza sufriendo por seguir a un Vandenbroucke que iba sin despeinarse, y es que en esos momento era, sin dudarlo, el hombre más fuerte de la carrera. Para más inri, realizó unos últimos 500 metros sublimes al puerto, coronando en solitario el mismo, con 9 segundos de ventaja con Ullrich, Piepoli, Heras e Igor, tras un pique que tuvo con el corredor italiano, quien osó intentar atacarle.
 
Vandenbroucke había pactado una ayuda con Jan, a cambio de que este le ayudase en el Mundial, pero la ayuda había sido a su manera, es decir, humillando a todos, y dejando claro que era él quien mandaba en el pelotón. ¡¡La subida a Navalmoral, sencillamente, sensacional!!

Tras el descenso, Vandenbroucke esperó al grupo con el que casi coronó Navalmoral, y juntos los 8 llegaron a pie de las Murallas de Ávila.
 
Fue a menos de dos kilómetros a meta cuando atacó el corredor de la ONCE Mikel Zarrabeitia, el cual era el más fresco de los que iban en el grupo, puesto que era el único que no se jugaba nada, o bien que no había trabajado en la etapa. La única persona que salió a su rueda, quién si no, Vandenbroucke. Le coge rueda e inmediatamente le deja, literalmente, tirado como a una colilla. Igual que al resto de los compañeros que hasta entonces iban juntos. El dorsal 21, tras adelantar a Mikel, se marca unos 300 metros de un sprint impresionante, agarrado a la parte baja del manillar.
 
Mientras sus compañeros iban en bici, el parecía que marchaba en moto. Tal fue su exhibición que habiendo realizado su contra-ataque a menos de 2 kilómetros a meta, los últimos 900 metros de la etapa los pasó celebrándolos. Y aún así, el 2º corredor de la etapa llegó a nada menos que 13 segundos y otros 6 segundos más al pelotón de favoritos.

Vandenbroucke se había desatado en esta etapa, había protagonizado "El día de la Bestia". Una exhibición brutal, de las que hacía tiempo que no se habían visto. Y su exhibición no se había limitado a los últimos 2 kilómetros, sino que desde que faltaban 30 kilómetros para llegar a meta se había puesto al frente del pelotón.


Aquí ese mítico final de la etapa de Ávila:

jueves, 3 de noviembre de 2011

Agarrado al rosa del Giro

La próxima edición del Giro de Italia tendrá como final de la penúltima etapa el temido Stelvio, que se coronará después de 218 kilómetros que llevarán a los ciclistas por las cimas del Tonale, Aprica y Mortirolo, entre otras dificultades. Al día siguiente, para decidir la general si no lo está ya, crono final en Milán de 31,5 kilómetros.

Hace nada menos que 36 años, un Giro de Italia sin los grandes favoritos, Merckx y Moser, finalizaba con una etapa durísima y cuyo final sería el Stelvio. Tal y como sucederá en la próxima edición, pero sin la CRI del día siguiente. Era todo o nada aquel 26 de mayo de 1975. Aquel día se respiraba tensión en el ambiente, algo normal, teniendo en cuenta que era el último día de la carrera y no había nada decidido. Es que en la general el líder Bertoglio y Galdós están separados únicamente por 41 segundos. ¡¡Ni la clasificación por la montaña está decidida!!

Hubo calma tensa en la etapa hasta los últimos 25 kilómetros, en los que tras pasar Prato allo Stelvio comienza la larguísima subida al puerto. Es tras pasar Gomagoi, en los últimos 18 kilómetros, los más duros, cuando se produce el esperado ataque de Galdós. A Baronchelli el ataque le pilló cruzado, víctima de un pajarón final que le fuera de opción de podio, y también a Gimondi. Pero la intención de Galdós de dejar atrás a Bertoglio no la consigue llevar a buen puerto, ni siquiera deja atrás a Perletto y Panizza.
 
De esta forma se queda un cuarteto en cabeza, del que tira siempre el vitoriano, Galdós, hasta que Panizza, víctima de un problema mecánico, deja el grupo cabecero. Cuando quedan tan sólo 6 kilómetros a meta Galdós fuerza el ritmo y lo que a Perletto le cuesta abandonar el terceto.
 
Ahora ya es un mano a mano entre los dos primeros, pero es insuficiente para el líder del Kas, puesto que metro a metro el italiano parece una continuación de su bicicleta. Cinco, cuatro, tres kilómetros a meta... los kilómetros pasan rápidamente para el español, que no consigue quitarse de su rueda a la maglia rosa. Cuando llegan al último kilómetro, Galdós sabe que la carrera ya no va a ser para él, por lo que se centra en ganar la etapa. No le supone eso ningún problema, puesto que el sorprendente líder italiano cede unos metros al entrar en meta celebrando su triunfo, el que tanto esfuerzo le ha costado.

A Galdós le queda el consuelo de haber ganado la etapa reina de la prueba, de haber vencido en el mítico Stelvio, y gracias a esa victoria y los 200 puntos que obtiene por vencer en la cima, consigue igualar a su compañero Oliva en la disputa del maillot de la montaña. Pero se ha quedado en el segundo escalón del pódium, a tan sólo 41 segundos de la victoria, una victoria que unas etapas antes parecía que podía ser suya. La gloría se le había escapado de las manos por un puñado de segundos.
 
Saludos a todos!!

martes, 1 de noviembre de 2011

Indurain sufre en Oropa

El Giro d´Italia del año 93 estaba finalizando. El 12 de Junio se iba a disputar su 20ª y penúltima etapa, la última de competición real, con final en el Santuario de Oropa. El día anterior se había disputado la larguísima cronoescalada a Sestriere, que había dejado la general con un inquietante Ugrumov a poco más de un minuto y medio del líder, Miguel Indurain. Esa última etapa real, iba a terminar con la subida al Santuario de Oropa, la cual constaba de 10 kms al 7´1% que incluía zonas de gran pendiente alternadas por falsos llanos. Es decir, que no era una subida que le favoreciese a Miguel.

Delante del grupo del líder, al comenzar esa última subida, marchaba una fuga formada por Ghirotto, Giovannetti, Madouas y Rondón, la cual se jugaría la victoria de etapa con victoria final para el primero de estos, y llegando por detrás los miembros del equipo Mecair, que reventaron la carrera desde abajo.
 
Tras una primera aceleración de Bottaro, fue Moreno Argentin quien se puso a trabajar, para dejar el pelotón reducido a tan sólo el propio Argentin y Ugrumov (Mecair), Indurain (Banesto), Chiappucci y Roche (Carrera) y Tonkov (Lampre). El resto había sido eliminado de la carrera. Incluido Lelli, que se jugaba ser tercero final, puesto con el que peleaba Chiappucci, que quedó eliminado de toda posibilidad de lucha.

A 6 kilómetros para la meta, cuando circulaban por las rampas más duras, el letón Ugrumov lanzó un primer ataque. Indurain salió directo a pegarse a su rueda. El letón estaba crecido y lanzó un segundo ataque, al que Miguel tuvo que hacer un esfuerzo extra y volcarse sobre el manillar para no permitir que el letón se le escapase. Incluso llegó a ponerse en paralelo con el letón para intentar hacerle creer que era invulnerable sus intentos. Pero Ugrumov no tuvo dudas. Un tercer ataque e Indurain no tuvo respuesta posible.

Ugrumov, el veterano de 32 años en el que nadie creía, tenía entregado a Indurain. Faltaban tan sólo 5 kilómetros y el Gigante de Villaba era sobrepasado por el tercero de la general, Chiappucci, y también por Argentin y Roche. Podía sonar la campanada. Pero con mucha sangre fría Indurain sacó la calculadora, ya que sabía que el letón debía remontar nada menos que 1´34" y que a sólo 5 a meta no podría hacerlo, salvo que Miguel sufriese una pájara brutal. Por lo que tranquilamente cogió su mejor ritmo, e incluso permitió a Tonkov cogerle, y de esta forma evitar perder in extremis el perder el Giro.

Como ya se ha dicho, los 4 de la fuga conseguían la victoria de etapa, encabezados por Massimo Ghirotto. Tras ellos, llegaba el letón Ugrumov, a 1´52", siendo 5º en la etapa, seguido por Roche a 1´56", Argentin a 2´01". El tercero de la general, Chiappucci llegaba a 2´22". Tonkov quien había ido los últimos kilómetros con Indurain, llegaba a 2´25" adelantando por tan solo 3 segundos a Indurain quien llegaba a 2´28" del ganador.

Más atrás llegó Lelli, el cual había perdido su duelo por el cajón del pódium con el Diablo al llegar con más de medio minuto de retraso con respecto a él. Ugrumov había tenido al campeón y líder Indurain contra las cuerdas, pero éste supo sufrir y consiguió mantenerse en pie en el último asalto, el más importante de todos. El campeón ganaría aquel Giro por tan solo 58 segundos. De esta forma Miguel defendía con victoria el título conseguido el año anterior, con la victoria más sufrida (en diferencia de tiempo) de todas las que consiguió en su trayectoria en las grandes vueltas.

Tras ese Giro, no volvieron a significar amenaza ninguna por la general ni Chiappucci, ni el gran campeón Bugno y el otro campeón de la carrera, Chioccioli, pero significó la aparición del famoso Gewiss de Bombini, del que tanto se hablaría en los 3 siguientes años, y en él haría su explosión al año siguiente un soviético rubio, de 23 años, que ese año había terminado en el puesto 90 de la general de la carrera, a casi 2 horas y media del navarro. Ese joven soviético no era otro que Evgeni Berzin.


Saludos a todos!!