Legendaria es la rivalidad, que no siempre enemistad, que hubo entre los dos genios italianos de la bicicleta, Gino Bartali y Fausto Coppi. Debido a la antítesis de sus pensamientos y compañías, fueron muchos años de enemistad entre ambos, pero una desgracia, la muerte de Serge, hermano de Fausto, les unió definitivamente, dando paso a una tremenda amistad. Pero esa amistad y respeto que profesaba Fausto hacia Bartali no era tal con Fiorenzo Magni, "il terzo uomo", o el tercer hombre, como ha sido conocido Fiorenzo en su propio país, Italia.
Fiorenzo nació en 1920 en Vaiano y durante la II Guerra Mundial estuvo afiliado a las brigadas negras, participando activamente en la Guerra Civil y en la matanza de Valibona (fue absuelto en el juicio, presuntamente gracias a la declaración de Bartali). Una vez que concluyó el periodo bélico y volvió a la carretera, jamás renegó de su pasado fascista. Quizás por ese pasado, y porque no le consideraba como un rival de su talla, por no tener las condiciones necesarias, Coppi sí que realmente tuvo una muy mala relación con Magni. Ni los 3 Giros que este ganó, ni los 3 Tour de Flandes sirvieron para ganarse el respeto de "il campeonissimo".
O quizás esa enemistad entre Coppi y Magni naciera en 1948, el año en que este último ganó su primer Giro de Italia. En aquel momento, aunque gran rodador, Magni no era tenido en cuenta por nadie para optar a una gran clasificación en una gran vuelta. Tal vez si un top-10, pero nada más. Por ello ni Coppi ni Bartali, en el apogeo de su enemistad, le tuvieron en cuenta para la carrera, y se dedicaban a marcarse entre ellos, dejando total libertad al resto del pelotón para hacer lo que quisiera.
Llegaban a las últimas etapas de la carrera, las que discurrirían por los Dolomitas, y Coppi consiguió una primera victoria de etapa en Cortina d'Ampezzo, colocándose muy cerca del líder, Cechi. La etapa siguiente, la 17ª que finalizaba en Trento, fue la elegida por Coppi para asaltar el liderato, con un ataque a muchos kilómetros a meta. Cechi estaba cediendo terreno con respecto al piamontés, al igual que estaba sucediendo con Magni, pero este, debido a su gran habilidad en el descenso, unido a una serie de empujones ilegales en el Pordoi, pudo enlazar con el grupo en el que iba Bartali, en persecución de Coppi, y se hizo con la maglia rosa de la carrera.
Coppi se encontraba incrédulo. Había realizado un ataque tan fabuloso como el del año anterior, y sin embargo ese tal Magni se encontraba aún dos minutos por delante en la clasificación general. No podía ser que ese mindundi le hubiera aguantado a él, a "il campeonissimo" el pulso que les había lanzado, y por eso reclamó al señor Torriani, exigiendo una sanción, o de lo contrario tanto él como su equipo, el Bianchi, abandonarían la carrera. Tal era la influencia del Bianchi, que aún sin pruebas claras, hubo de sancionar Torriani a Magni, con dos minutos en la general, lo que le permitía seguir conservando la primera posición. Coppi consideró que la sanción era a todas luces insuficiente y cumplió con su amenaza de abandonar la carrera su equipo, a tan solo un par de etapas de concluir la carrera y con él muy bien posicionado en la general.
Esa enemistad que quizás se iniciara por el pasado fascista de Magni, o quizás por esos hechos ocurridos durante la primera victoria en el Giro de 1948, perduró hasta la muerte de Coppi, y por supuesto se plasmó en la carretera durante los años 50, hasta la retirada de Magni, en 1956. Fue precisamente en esa última carrera de Magni donde probablemente se plasmó con mayor amplitud la enemistad que se profesaban ambos corredores. Este se iba a despedir del ciclismo después del Giro de Lombardía de 1956, con fecha del 21 de octubre.
La carrera marchaba dividida en varios grupos y aunque Coppi ya se encontraba en un clarísimo declive en su carrera, marchaba escapado por delante, con una ventaja que hacía impensable que se le pudiera escapar la carrera. Testigo de lujo de la gran etapa que estaba realizando Fausto era Giulia Occhini, más conocida en el mundo del ciclismo como La Dama Bianca, que viajaba en el segundo coche del equipo de su marido (matrimonio jamás reconocido en Italia), el Bianchi, que durante gran parte de la carrera no pudo superar la altura a la que competía Magni. Parece ser que ella, sabedora de la enemistad entre ambos, miraba en todo momento de forma despectiva a Magni e incluso le llegó a decir que jamás perdería Fausto la ventaja con la que contaba en aquel momento.
Con esa declaración, había encendido a un Magni que buscaba una retirada digna, consiguiendo la victoria en una prueba que siempre se le resistió, al igual que la Milán-San Remo. Dos de las tres carreras más queridos por los tiffosi italianos.
Si la relación jamás había sido buena, y si ninguno de los dos hubiera querido ver al otro alzando los brazos en ninguna carrera, aquel regodeo de Giulia había sido suficiente para que Magni, encolerizado, lleno de rabia, decidiese tirar como un poseso para evitar que su enemigo alcanzase la gloria en el día en que él se retiraba. A su rueda viajaban gente como Bobet, el favorito de Coppi, o el rapidísimo Darrigade, que no le daban un relevo al encolerizado italiano, pero a este no le importaba, solo le importaba impedir la victoria de Coppi. Mientras delante, el dueto cabecero, economizaba esfuerzos, por detrás Magni iba a tope, sin guardar nada en ningún momento. Tal era la rabia que llevaba el fiorentino que finalmente, en el mismo velódromo de Vigorelli donde terminaba la carrera pudo alcanzar al dueto cabecero y, aunque no consiguió imponerse en la línea de meta, Darrigade sí que pudo batir a Coppi, que fue segundo y no pudo hacerse de esta forma con el que habría sido su último gran triunfo en su exitosa carrera deportiva.
André Darrigade se impuso en un sprint de 17 corredores, tras casi seis horas y cuarto, siendo segundo en la carrera Coppi y tercero Magni, a quien le habría gustado retirarse con una victoria, pero al menos había conseguido que su rival y enemigo, Coppi, no consiguiese la misma. Coppi, una vez que se bajó de la bicicleta fue presa de un llanto descontrolado.
Aquel Giro de Lombardía fue la última carrera de un Fiorenzo Magni que se había dado cuenta que sus mejores tiempos habían pasado, y se retiró con un tercer puesto en la carrera y la dignidad como ciclista totalmente intacta, algo de lo que no pudo presumir su gran rival, ya que él siguió arrastrándose por las carreteras durante algunos años más, aún sabiendo que sus mejores momentos habían pasado y ya no volverían, pero el alto ritmo de vida de su mujer, la famosa Dama Bianca, le obligaron a tener que arrastrarse por las carreteras hasta que murió, debido a esa malaria mal diagnosticada.
Por otra parte, la figura de Fiorenzo Magni no termina sobre una bicicleta, sino que este era un visionario, ya que fue la primera persona que buscó un patrocinador deportivo fuera de una marca comercial de bicicletas (Legnano, Bianchi, Olimpia...). Eso sucedió después de que al finalizar la temporada de 1953, su equipo, el Ganna, se disolviera. Fue entonces cuando buscó un nuevo patrocinador para su equipo, pero no lo hizo, como era lo normal, buscando en otra marca de bicicletas, sino que llamó nada menos que a la puerta de Nivea, con quienes llegó a un acuerdo y se convirtió también en el patrón del equipo, al tiempo que era quien contrataba también a los mecánicos y auxiliares del equipo, siendo la primera persona que invitó a Ernesto Colnago a ser mecánico de su equipo recién creado, un Ernesto del que fue siempre un gran amigo. Esta invitación de Magni introdujo a Colnago en el mundo del ciclismo, escribiendo este posteriormente su propia historia en el ciclismo.
Aunque sufrió sonoras burlas y críticas por ese movimiento de apertura del ciclismo a marcas ajenas al mismo, demostró una capacidad visionaria que desde ese momento dotó de otra dimensión al mundo del ciclismo, una dimensión mucho mayor de la que había tenido hasta ese momento.
El pasado 19 de octubre, próximo a cumplir los 92 años de edad, fallecía en el hospital de Monza Fiorenzo Magni, un ciclista que se extralimitó de las funciones de un ciclista al uso y abrió su deporte a una dimensión que este no había alcanzado hasta ese momento. Con su muerte se iba no solo un gran visionario, sino que también se marchaba "el tercer hombre", el último superviviente de los grandes ciclistas italianos que sobrevivieron a la II Guerra Mundial.
Saludos a todos!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario