lunes, 29 de diciembre de 2014

El Tour de Francia y la Gran Guerra

El año 2014 está a punto de echar su telón de fondo. Un año en el que se ha cumplido el centenario del comienzo de la Gran Guerra en la que Europa trató de destruirse a sí misma. Además de las consecuencias directas del conflicto en forma de víctimas, éste afectó de forma directa a una carrera como el Tour de Francia, en donde se realizó un sentido homenaje al enfrentamiento bélico, a pesar de las consecuencias que tuvo para la propia carrera.

El Tour y el inicio de la Gran Guerra 

El 28 de junio de 1914 arrancaba en París una nueva edición del Tour de Francia, la duodécima. En esta nueva edición de la carrera iban a tomar la salida 145 corredores, divididos en corredores con equipos y en isoles, en donde estos últimos serían corredores que participarían por su cuenta y riesgo. La carrera iba a estar dividida en quince etapas, en las que habrían de recorrer un total de 5.405 kilómetros.

El mismo día 28, unas horas después de arrancar la carrera francesa, a unos 1.400 kilómetros de París, en Sarajevo, capital de la Provincia Imperial de Bosnia y Herzegovina, se producían el atentado de Sarajevo, con el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria -heredero de la corona del Imperio Austrohúngaro- y su mujer Sofía Chotek a manos del joven Gavrilo Princip, miembro del grupo Joven Bosnia (también conocida como Mano Negra).

Este asesinato daría lugar a un periodo en donde todas las potencias europeas se movilizarían buscando alianzas con otros países. Finalmente el 28 de julio -dos días después de que un Tour dominado con mano de hierro por el belga Philippe Thys concluyera- el Imperio Austrohúngaro declaró la guerra a Serbia, desatándose las hostilidades en todo el continente en virtud de las alianzas logradas por cada país. Había comenzado la Gran Guerra.

El conflicto bélico paralizó todo el continente durante los cuatro años que se prolongó en el tiempo. Europa cambió. Los verdes prados de la zona norte de las regiones del Benelux o Alemania con la guerra habían tornado en trincheras con centenares de cadáveres a cuestas, debido a una lucha encarnizada por avanzar o recuperar tan sólo unos metros. La muerte se adueñó del Frente Occidental: 70 millones de hombres movilizados, más de 10 millones de fallecidos y 20 de heridos. La guerra se convirtió en una carnicería como no había habido otra igual hasta ese momento en la historia de la humanidad.

Como no podía ser de otra forma, todo eso afectó de manera determinante al Tour de Francia, una prueba que hasta ese momento no había hecho sino crecer a pasos agigantados. La Grande Bouclé iba a vivir por ello una suspensión obligada hasta 1919, año en el que Henri Desgrange, a pesar de que las carreteras -escasas aún en esos años- habían quedado parcial o totalmente destruidas, se empeñó en recuperar su carrera. Había que recuperar la ilusión de la gente, y no había mejor manera que con el Tour de Francia.

Pero la Primera Guerra Mundial -Gran Guerra por aquellos años-, que había costado millones de vidas humanas y animales, no sólo había cortado el crecimiento del Tour, sino que cobró la vida de varios de los numerosos protagonistas que había tenido la carrera francesa hasta ese momento. Tres vencedores de la carrera, catorce corredores de los que habían participado en la última edición (la de 1914) y se calcula que hasta medio centenar de los participantes que había tenido la carrera a lo largo de todas sus ediciones perecieron en la guerra o como consecuencia de ella.

Los campeones que se llevó la Guerra

De entre los ciclistas que perdieron la vida en la guerra hay que destacar a los tres que se habían hecho con el triunfo en la ronda gala. Esos tres hombres iban a ser Lucien Petit-Breton, primer doble ganador de la prueba (1907 y 1908), François Faber (1909) y Octave Lapize (1910) quien en 1910 dijo en la cima del Tourmalet a uno de los comisarios de la carrera aquello de que eran unos asesinos, ante la inclusión de los Pirineos en la carrera.

Lucien Georges Mazan, quien corrió toda su carrera deportiva profesional bajo el seudónimo de Petit-Breton cronológicamente fue el último de los campeones del Tour en perder la vida. Lo hizo un 20 de diciembre de 1917, como consecuencia de un accidente de circulación. Anteriormente a su muerte, Petit-Breton había participado en la batalla de Marne. Desde aquel momento siempre tuvo un papel alejado del frente, formando parte del batallón de bicicletas o trabajando en el servicio postal, lo cual no evitó su fallecimiento en la contienda.

François Faber, luxemburgués de nacimiento, siguió en el palmarés a Breton, convirtiéndose con ello en el primer extranjero en conquistar París, en 1909. A pesar de ser extranjero, como consecuencia del patriotismo y fervor que en él generaba el país galo, optó por alistarse en la Legión Extranjera. Y en ella se dejó la vida un 9 de mayo de 1915, siendo el primero de los tres campeones en perecer. Su muerte fue la más triste y trágica, pues recibió un telegrama en el que se le informaba de su reciente paternidad. Ante la emoción del momento, se puso en pie en la trinchera, recibiendo un balazo mortal por parte de un atento soldado alemán.

Octave Lapize, por su parte, fue rechazado para el servicio militar por tener sordera, pero se alistó como voluntario para la guerra, llegando a alcanzar el grado de sargento del ejército francés. El avión -lucía un gallo y el número 4, igual dorsal con el que ganó el Tour- del corredor de Montrouge fue abatido por dos biplanos alemanes en el combate aéreo de Flirey, perteneciente al departamente de Meurthe-et-Moselle, el 28 de junio de 1917. Falleció dos semanas más tarde, en el día grande de Francia, 14 de julio, como consecuencia de las heridas sufridas. En su epitafio se puede leer: “Muerto por Francia”.

Hombres-Tour fallecidos en el conflicto

Aunque estos tres campeones son los nombres más conocidos, no fueron los únicos corredores que compartieron trágico final con motivo de la guerra. Hubo muchos otros corredores o ex-corredores que siendo soldados, al morir cayeron en el más absoluto olvido. 

Marcel Kerff era hijo de un carnicero, siendo el segundo de once hermanos, de los cuales, otros dos también fueron ciclistas. Marcel fue uno de los cuatro belgas que participaron en la primera edición del Tour, siendo además el que mejor clasificación logró - Julien Samson Lootens, 7º, Aloïs Catteau, 10º, y Jules Sales, retirado, fueron los otros belgas en la salida-. Ya retirado como corredor, y trabajando como mayordomo en el castillo de Teuven, nada más comenzar la guerra la mala suerte se cruzó en su camino. El viernes 7 de agosto de 1914 ante el movimiento de tropas que se estaban produciendo, Marcel montó en su motocicleta y se dirigió a Moelingen, muy cerca del castillo, para ver que sucedía. El infortunio quiso que fuese visto y detenido por los soldados, que le acusaron de espionaje. A pesar de negar las acusaciones, los prusianos no le creyeron y le cortaron la lengua antes de ahorcarle, arrojando su cadáver a una fosa común próxima a Moelingen. Un monumento erigido en 1995 recuerda al joven corredor belga y a todos sus compatriotas ejecutados por los alemanes.

Émile Engel era un prometedor corredor francés al que la suerte, como a muchos de sus compatriotas, no le sonrió. Participó en dos Tour de Francia, los dos previos al conflicto bélico, en los que consiguió ser décimo en la general (en 1913) y hacerse con una victoria de etapa en la tercera etapa del Tour siguiente, siendo descalificado en la octava, después de amenazar un juez de la carrera. El 12 de julio era la fecha de la descalificación. En agosto el gobierno francés ordenaría la movilización del país para el combate que se avecinaba y apenas dos meses más tarde de ser descalificado, el 14 de septiembre, murió Émile en la batalla del Marme, en la que también participaría Petit-Breton.

George Bronchard era un parisino que afrontó el reto del Tour por primera vez en 1906, edición en la que fue farolillo rojo, en una dura pugna con Léon Winant por ocupar tan honorable posición. Mientras que Winant no volvió a la ronda gala, Bronchard repitió en los dos años siguientes, mejorando ligeramente sus actuaciones -21º y 29º final, respectivamente-. Fue movilizado con motivo de la guerra y herido en combate. Falleció el 27 de abril de 1918 en Villers sous Coudun, una población de la región de Picardía, mientras era trasladado en la ambulancia a posiciones de retaguardia.

Camille Fily sigue siendo a día de hoy el participante más joven en la historia de la carrera. Con apenas 17 años y 50 días tomó la salida en la segunda edición de la ronda gala. Aunque consiguió finalizar la prueba, fue uno de los corredores que resultaron descalificados meses después de la conclusión de la carrera y sólo le contabilizaron su resultado de la primera etapa. Repetiría experiencia un año más tarde, consiguiendo esta vez sí, una clasificación oficial, llegando a ser el 14º clasificado final. No volvería a tomar la salida, ya que se fue tres años al ejército y se casó. Años más tarde sería soldado del octavo regimiento de infantería francés, cuando en las postrimerías de la contienda, un 11 de mayo de 1918 caía abatido por el enemigo en Mont Kemmel, Bélgica, según señaló el parte de guerra, sin saberse más motivos sobre su fallecimiento.

Otros corredores que perecieron en la Guerra

Pero no sólo del Tour vive el ciclismo, es la frase que mejor puede resumir que no todos los ciclistas que murieron en el conflicto bélico habían participado en el Tour, sino que hubo corredores que habían destacado en otras disciplinas o en otras pruebas, y que también perdieron la vida a lo largo de esos cuatro años.

Quizá el caso más trágico, por lo prematuro de su muerte, fue el de Enrst Franz, quien con 19 años ya era campeón nacional de Alemania (en 1913). En febrero de 1915, sin haber cumplido los 21 años, encontró la muerte en Los Cárpatos, enrolado en las filas del Ejército Austrohúngaro.

Petit-Breton, Faber o Lapize no fueron los únicos campeones de una grande que perecieron en aquellos trágicos años. El italiano Carlo Oriani, vencedor del Giro de Lombardía en 1912 y del Giro de Italia en 1913 también compartió destino con ellos. Oriani fue corredor profesional entre 1908 y 1915, para inmediatamente después, pasar a combatir en la guerra, siendo partícipe como ciclista-soldado en los Bersaglieri -cuerpo de infantería del ejército italiano que habitualmente se desplazaba en bicicleta-. La bicicleta, por tanto, iba a ser una parte más de su uniforme. La compañía se batió en retirada tras perder la Batalla de Caporetto (24 de octubre - 9 de noviembre de 1917), haciendo Carlo lo propio, huyendo a nado por el río Pave. Aunque consiguió atravesarlo, contrajo una neumonía debido a las bajas temperaturas. Terminó muriendo en un hospital de Caserta el 3 de diciembre de 1917 al no poder superar los efectos causados por la neumonía, a los 29 años de edad.

Homenaje en el recorrido del Tour 2014

Este año se cumplió el primer siglo desde que comenzase la Primera Guerra Mundial, y con motivo de ello el Tour de Francia quiso rendir tributo a todas las víctimas. La carrera quería que los corredores fueran protagonistas donde un siglo antes lo fue la sangre de los combatientes.

De esta forma la quinta etapa, la famosa del pavé, iba a partir de la ciudad del noroeste belga, Ypres, tristemente conocida porque allí el 22 de abril de 1915 tuvo lugar la utilización por primera vez de gas venenoso como armamento químico. En las siguientes dos etapas, la sexta y la séptima, la carrera iba a recorrer antiguos campos de batalla.

En la sexta atravesarían el conocido como “Chemin des Dames” o Camino de las Damas, donde el 17 de abril de 1917 tuvo lugar una ofensiva francesa que buscaba romper el frente alemán, y que concluyó con el fracaso y el amotinamiento de los soldados franceses. La séptima etapa realizaría un paso por Verdún, en donde homenajearían a los más de 400.000 muertos de la batalla la más larga y sangrientas de la contienda.

Listado de corredores fallecidos durante la guerra

Aunque no estén todos los que murieron, este es un listado bastante completo de los ciclistas a los que la Primera Guerra Mundial les arrebató la vida:
-Albert Delrieu. (Edad 29 años, fallecido el 20 de Marzo de 1916, Uzein, Aquitania).
-Albert Eickholl. (32, 1918, en un hospital militar de Düsseldorf).
-Albert Niepceron. (35, 23 de Octubre de 1918, Coulommiers, Île-de-France).
-Albert Ritzenthaler. (1916).
-Albert Tournié. (6 de Septiembre de 1918).
-Anselme Mazan. (31, 8 de Junio de 1915, Batalla de Quennevières, Picardie).
-Antony Wattelier. (34, 31 de Diciembre de 1914, Fricourt, Picardie).
-Bruno Demke. (35, 24 de Octubre de 1916, Döberitz).
-Camille Fily. (30, 11 de Mayo de 1918, Kemmelberg, West-Vlaanderen).
-Carlo Oriani. (29, 3 de Diciembre de 1917, hospital de Caserta).
-Cesare Brambilla. (36, 1918): ganador del Giro de Lombardía en 1906.
-Charles Privas. (26, 22 de Octubre de 1914, Saint-Laurent-Blangy, Pas-de-Calais).
-Émile Engel. (25, 14 de Septiembre de 1914, en Maurupt-le-Montois).
-Émile Friol. (35, 6 de Noviembre de 1916, Dury, Picardie).
-Émile Guyon. (29, 6 de Septiembre de 1918, Pau).
-Émile Maitrot. (34, 14 de Septiembre de 1916, en Lihons, Picardie).
-Émile Quaissard. (30, 15 de Abril de 1917, Marne).
-Ernst Franz. (20, 9 de Febrero de 1915, frente de los Cárpatos).
-Francis Le Bars. (25, 6 de Octubre de 1914, en Arras, Pas-de-Calais).
-François Faber. (28, 9 de Mayo de 1915, Berthonval, colinas de Notre-Dame de Lorette, Pas-de-Calais).
-François Lafourcade. (35, 10 de Agosto de 1917, Eu, Normandie).
-Franck Henry. (22, 9 de Noviembre de 1914, Courcelles-sur-Vesles, Picardie).
-Frédéric Rigaux. (38, 4 de Marzo de 1915, en Vauquois, Lorraine).
-Georges Bronchard. (31, 27 de Abril de 1918, Villers-sur-Coudun, Picardie).
-Georges Lutz. (30, 31 de Enero de 1915, en Bar-le-Duc, Lorraine).
-Georges Parent. (33, 22 de Octubre de 1918, St.Germain-en-Laye, Île-de-France).
-Henri Alavoine. (26, 19 de Julio de 1916, Pau).
-Herbert Crowther. (34, 1916).
-Hermann Martens. (38, 1916).
-Jacob Esser. (23, 8 de Julio de 1917, Düsseldorf).
-Jean Perréard. (31, 5 de Octubre de 1914, Lisieux, Normandie).
-Josef Rieder. (1916).
-Léon Comès. (26, 17 de Octubre de 1915, Cuperly, Marne).
-Léon Flameng. (39, 2 de Enero de 1917, Ève, Picardie).
-Léon Houa. (50, 31 de Enero de 1918, Bressoux, Liège).
-Léon Hourlier. (30, 16 de Octubre de 1915, Cuperly, Marne).
-Lucien Petit-Breton Mazan. (35, 20 de Diciembre de 1917,).
-Ludwig Opel. (36, 16 de Abril de 1916).
-Marceau Narcy. (25, 11 de Septiembre de 1914, Romagne-sous-Montfaucon, Lorraine).
-Marcel Kerff. (48, 7 de Agosto de 1914, Mouland, Vlaams Limburg).
-Marius Thé. (43, 10 de Septiembre de 1915, Saint-Pol-sur-Ternoise, Pas-de-Calais).
-Marius Villette. (29, 11 de Octubre de 1916, Bouchavesnes, Picardie).
-Octave Lapize. (29, 14 de Julio de 1917, Pont-à-Mousson, Lorraine)
-Paul Gombault. (30, 31 Julio de 1916, hospital auxiliar nº44 de Le Crotoy, Picardie).
-Paul Lüders. (1916).
-Paul Rugère. (34, 16 de Diciembre de 1914, París).
-Paul Schulze. (1918).
-Philippe Cordier. (26, 22 de Agosto de 1914, Lunéville, Lorraine).
-Pierre-Marie Privat. (35, 19 de Octubre de 1915, Aubigny-en-Artois, Pas-de-Calais).
-Pierre Vugé. (28, 10 de Septiembre de 1918, Thoix, Picardie).
-René Cottrel. (31, 5 de Noviembre de 1916, Vaux-devant-Damploup, Lorraine).
-René Etien. (26, 6 de Mayo de 1915, estrecho de los Dardanelos -Batalla de Gallípoli).
-Tom Gascoyne. (41, 4 de Octubre de 1917, Passendale, Bélgica).
-Willy Theiss. (1916).



Saludos a todos!!

domingo, 20 de julio de 2014

Tour 1975: el puñetazo que costó una carrera

Tal día como hoy, 21 de julio, pero en 1974, sería la última ocasión en que el ciclista más grande de todos los tiempos subió por última vez a lo más alto del pódium de París. Aquella victoria en el Tour sería la última de Eddy Merckx en una gran vuelta por etapas. Desde aquí, para homenajear este cuarenta aniversario, quiero recordar su participación en la siguiente edición de la ronda gala, en la cual fue derrotado, pero en la que se ganó el corazón de todos los aficionados a este deporte, por su entrega en la carrera y por saber reponerse a todas las adversidades que le sucedieron durante aquella edición.

Tour de Francia 1975
El mes de julio de 1975 se presentaba en Francia con un aroma especial. Un aroma especial porque se iba a disputar la carrera más grande, el Tour, y porque en la línea de salida se iba a encontrar el corredor más grande de la historia, Eddy Merckx, quien iba a buscar en esa edición su sexto triunfo final, lo que le hubiera situado en solitario en el Olimpo de la ronda gala, puesto que en aquel momento se encontraba igualado a entorchados con Jacques Anquetil. Y eso era algo a lo que no estaban dispuestos el resto de corredores, especialmente los franceses.

Aquella edición iba a comenzar en la ciudad belga de Charleroi, y a ella iba a llegar Merckx como vigente campeón del mundo, además de haberse hecho a lo largo de la temporada con los triunfos de Lieja, Milán-San Remo, Amstel y la Vuelta a Flandes. Además, también había pisado el segundo puesto del pódium en París-Niza, en la París-Roubais y en la Vuelta a Suiza. Parecía que la Grande Bouclé tendría dueño, el mismo que en cinco de las últimas seis ediciones.

En el prólogo no conseguiría hacerse con el maillot amarillo, pero marcaría el segundo tiempo del día, por detrás del debutante Francesco Moser. El italiano no pudo debutar de mejor manera, ya que consiguió la etapa y un liderato que conservó hasta la corta contrarreloj de la sexta jornada. En ella Merckx se haría con el triunfo y con la prenda amarilla de líder. Tres días más tarde, en una nueva crono en el segundo sector de la etapa 9, el belga refrendaría su liderato. Sólo Thevenet parece aguantarle el pulso aquel día, pero ya se encuentra en la general a más de dos minutos. El Caníbal parece lanzado a por su sexto Tour.

A pesar de que Merckx parece lanzado a por el triunfo final, la carrera es muy larga y todavía quedan por disputarse las etapas de alta montaña. En la segunda etapa pirenaica, la que acababa en St. Lary-Soulan, Thevenet ataca y consigue recortarle tiempo al líder. La ventaja al final del día sigue siendo amplia, de un minuto y medio, pero lo importante del día son las sensaciones que muestra Thevenet, que se muestra en gran forma y está dispuesto a plantar batalla en las etapas alpinas.

Por delante aún iban a quedar cuatro grandes etapas de montaña en las que Francia iba a asistir expectante a la batalla que se iba a presentar entre su héroe local, Bernard Thevenet, y el tirano pentacampeón de la carrera, Eddy Merckx.

Puy de Dôme. El puñetazo a Merckx
El viernes 11 de julio iba a tener lugar la disputa de la 14ª etapa entre Aurillac y el volcán que domina majestuosamente las cercanías de Clermont-Ferrandel, el Puy de Dôme, una cima en donde por diversas circunstancias el campeón belga jamás pudo alzar los brazos. En ella iba a tener lugar la primera de las cuatro batallas que nos iban regalar los dos primeros clasificados de la general y grandes favoritos al triunfo final.

Aquella etapa no tuvo ninguna trascendencia hasta el último puerto de la jornada, salvo por una pequeña fuga que había sido permitida por el pelotón. Una vez que la carrera llegó al Puy de Dôme, el líder Merckx parecía tenerlo todo bajo control hasta que faltaban menos de cinco kilómetros para el final de la etapa. En ese momento comandaba la carrera en un pequeño grupo, acompañado de su compatriota Van Impe, del francés Thevenet y el holandés Zoetemelk. Sería precisamente en ese punto cuando Thevenet lanzó un potente demarraje, que sólo pudo ser respondido por Van Impe. Por detrás el líder no se preocupa y prefiere mantener su propio ritmo en la ascensión, con el dueto cabecero a apenas cincuenta metros de distancia.

Todo estaba bajo control, o eso parecía. Van Impe iba a superar a Thevenet antes de pasar por la pancarta del último kilómetro y se iba a hacer con la victoria de etapa. El corredor galo había flaqueado y Merckx se estaba preparando para realizar uno de sus habituales finales lleno de fuerza y conseguir reducir la distancia que les separaba. Pero en los últimos metros, antes de alcanzar la línea de meta, el líder de la carrera recibe un puñetazo en el costado derecho que le deja sin aire. Un espectador de entre la multitud que abarrotaba las rampas del puerto ha golpeado a Eddy Merckx.



Thevenet cedería en meta 15 segundos, pero consigue aventajar en otros 34 a un Merckx que llega a meta totalmente exhausto. El belga se muestra en meta muy enfadado, al tiempo que se encuentra conmocionado y asustado por la agresión. El vigente campeón del mundo, junto a la policía, vuelve sobre sus pasos y consigue identificar a su agresor, el cual es inmediatamente detenido.

Una vez que el belga se encuentra en el vestuario se muestra muy dolorido por el golpe recibido, en el hígado, además de vomitar varias veces. En el equipo comienza a cundir el pánico y tratan por ello de contactar con el médico personal de su corredor. El médico conseguirá llegar para examinar a su pupilo antes de finalizar la jornada, a pesar de encontrarse en su día libre. Su diagnóstico fue que el golpe había sensibilizado la zona hepática, pero que no era nada grave. Le recetará un anticoagulante sanguíneo para facilitar la renovación de la sangre e impedir doloroso hematomas, además de prescribirle Glifanan, un calmante para el dolor.

Merckx se despide del amarillo
El sábado 12 era día de descanso en la carrera, un día que Merckx lo pasó con grandes dificultades, debido a que la zona del golpe se muestra contracturada y apenas ha podido dormir y descansar. A sus males se suma que él es un obseso del descanso desde su accidente en el velódromo seis años atrás. No pudo encontrar esa noche una postura en la cama que le consiguiera evitar el dolor.
Merckx apenas puede dormir y descansar en la jornada de descanso posterior al día que recibió el puñetazo
En esa situación se llega a la etapa reina de la carrera, la etapa alpina en la que se afrontaban las ascensiones de St.Martin, Couillole, Champs, Allos y el final en Para-Loup, a través de 217 kilómetros y más de cinco mil metros de desnivel. Los dos grandes favoritos al triunfo final se iban a mostrar muy inquietos al comenzar la jornada. Thevenet porque sabe que se encuentra ante la oportunidad de su vida. 58 segundos son los que le separan de esa oportunidad. Merckx por su parte se mostraba nervioso porque era sabedor que la etapa era larga y dura y no había podido alimentarse bien por los problemas digestivos que arrastraba derivados del puñetazo en el hígado.

El equipo del líder, el Molteni, marcha desde el inicio tratando de controlar todos los movimientos, sabedores que Merckx no se encuentra en plenas facultades. En el Col de Champs la inquietud de Thevenet ya es más que patente y realiza hasta seis demarrajes, buscando distanciarse del maillot jaune. Pero el líder se encuentra muy bien flanqueado por Janssen y De Schoenmaecker y consiguen abortar sus ataques.

La intensidad con la que los favoritos habían afrontado el Col de Champs haría que al penúltimo puerto de la jornada, el Col d´Allos, llegasen tan sólo cinco corredores, los cinco primeros de la general. Por orden Merckx, Thevenet, Zoetemelk, Van Impe y Gimondi.

Hasta ese momento Merckx ha podido controlar sin problemas el dolor de la zona golpeada, y antes de afrontar esa subida incluso se toma una pastilla contra el dolor. Tan bien marchaba el belga que en el kilómetro final de la ascensión observó como Thevenet se mostraba sofocado y pasó a la acción. Lanzó un ataque con el que se marchó en solitario buscando sentenciar la general. En el descenso se lanza salvajemente, alcanzando en algún punto de la bajada más de 100 km/h, mientras que el francés se muestra mucho más prudente en un descenso peligroso y muy técnico. Tal era la locura del descenso que el coche del Bianchi, conducido por Giancarlo Ferreti, se salió de la carretera y rodó 150 metros por la ladera antes de estrellarse contra un árbol. Por fortuna no hubo que lamentar nada grave en aquel descenso. A la base del Para-Loup Eddy Merckx llega con unos dos minutos de ventaja con respecto al cuarteto perseguidor y el sueño de hacerse con el sexto Tour parece que se va a hacer realidad.

Pero a veces los sueños se tornan en pesadillas, y en la base de ese último puerto la de Merckx acababa de empezar. El belga pierde el golpe de pedal y da la sensación de encontrarse muy mal; se ha quedado sin fuerzas, sin que sus piernas puedan mantener un buen ritmo. A esos síntomas además habría que sumarle que el estómago le estaba ardiendo, como reconocería en la línea de meta.

Por detrás es rápidamente alcanzado y rebasado por el italiano Gimondi. Tampoco tarda mucho tiempo en hacer su aparición Thevenet, quien no sabe que hacer en esa situación y decide ponerse a rueda del belga. El director del corredor francés, Maurice de Muer, atónico comienza a gritar a su pupilo para que pase a la ofensiva, indicándole que el belga iba muerto. Thevenet realiza un cambio de ritmo y deja atrás al maillot amarillo, marchando en la búsqueda de su primer Tour. En el camino también alcanzará a Gimondi y se hará con la etapa y con la preciada prenda amarilla que en esos momentos portaba un corredor que se estaba arrastrando por las rampas del puerto. En la meta Merckx cedería casi dos minutos, pero no iba a buscar excusas: "es igual el tiempo perdido, lo he intentado todo y he perdido todo. Se acabó. No ganaré este Tour". En el hotel la visión que iba a reflejar su costado iba a ser dantesca, con un moratón enorme que casi le llegaba al pecho.
"Es igual el tiempo perdido, lo he intentado todo y he perdido todo. Se acabó. No ganaré este Tour."

Un campeón nunca se rinde
Un campeón jamás puede rendirse. Es la máxima iba a llevar a cabo el vigente Campeón del Mundo en lo que restaba de carrera, empezando por la 16ª etapa. Era una jornada que iba a afrontar las dificultades montañosas de Vars y el coloso Izoard. Sería en el descenso de Vars cuando se lanzaría el belga a tumba abierta en otro ataque que desarbolaría a Bernard Thevenet. El belga seguiría escapado con un grupo de corredores de los que no iba a recibir un relevo. A pesar de todo, iba a conseguir llegar a Guillestre con cerca de un minuto de ventaja sobre Thevenet. Sería en la transición hasta el pie del Izoard cuando será alcanzado por el buen hacer del conjunto Peugeot.

En el coloso alpino Bernard Thevenet se muestra intratable y siguiendo el consejo de un espectador de lujo aquel día, Louison Bobet, de que un campeón entra siempre solo en la Casse Deserté, hizo lo propio. Su ventaja al final del día se iba a ir hasta los tres minutos y veinte segundos en la general con respecto al segundo clasificado, Eddy Merckx. El Tour era francés.

Aún a pesar de la desventaja y de sus propios problemas físicos, Merckx sigue sin rendirse. Y no se rinde a pesar que, antes de comenzar la 17ª etapa, se engancha con el danés Ole Ritter y se da un buen golpe en la cara. Los médicos le recomiendan abandonar la carrera, pero él no puede hacer eso. Tiene que honrar al futuro campeón.

Pocos minutos más tarde, en el descenso del primer puerto de la jornada, La Madeleine, lanza un nuevo ataque. Thevenet vuelve a verse por detrás del belga, pero cuenta en su lucha con la colaboración de Bourreau, Zoetemelk y Moser, con lo que consiguen neutralizarlo. En el Colombière volverá a atacar de nuevo y llegará a alcanzar cerca de dos minutos de ventaja sobre el líder de la carrera, quien gracias a la ayuda de varios de sus compañeros nuevamente conseguirá neutralizar esa desventaja. En la meta llegarán ambos corredores junto con Zoetemelk, a casi cuatro minutos del ganador del día, el español Vicente López-Carril.

Una vez concluida la etapa, a Merckx le será diagnosticada una fractura en la mandíbula, con lo que el mundo del ciclismo no consigue salir de su asombro ante la exhibición realizada en la etapa por el Caníbal. Desde ese momento y hasta el final de la ronda gala vivirá un calvario tremendo, siendo insistido constantemente por los médicos en abandonar la carrera, ya que desde entonces y hasta varias semanas más tarde sólo pudo tomar alimento líquido. La respuesta de Merckx, la misma en todo momento: "No puedo retirarme, eso restaría méritos a la victoria de Thevenet".
"No puedo retirarme, eso restaría méritos a la victoria de Thevenet."
Cuatro días más tarde, Merckx iba a asistir como espectador de lujo a la ceremonia de coronación del francés Bernard Thevenet en los Campos Elíseos. El belga no iba a conseguir, ni aquel año ni más adelante, su sexto Tour, lo que le habría elevado a lo más alto del Olimpo del Tour. No se hizo con el triunfo, pero había realizado una de sus mayores demostraciones como corredor en aquella edición, lo cual es mucho decir en el Caníbal.

Pero, ¿habría conseguido Merckx la victoria final si no hubiera recibido ese puñetazo?
Es una pregunta que nadie podrá responder nunca. Lo que es seguro es que Merckx llegó a Francia aquel año siendo bastante odiado por el público francés, cansado de verle ganar, y se marchó del Tour sin haber conseguido el triunfo, pero habiendo conseguido entrar en el corazón de todos los franceses. Llegó al corazón del público galo después de todo lo que demostró en la carrera y que, a pesar de las recomendaciones médicas, optó por no retirarse, para así dar más prestigio al ganador de aquel año. Merckx cayó derrotado en aquella edición, pero lo hizo con una actuación digna de un auténtico campeón. Digna de Edouard Louis Joseph, Baron Merckx, más conocido como Eddy Merckx.


Clasificación Tour de Francia 1975
1- Bernard Thevenet (Peugeot) 114h. 35´ 21´´
2- Eddy Merckx (Molteni) a 2´ 47´´
3- Lucien Van Impe (Gitane-Campagnolo) a 5´ 01´´
4- Joop Zoetemelk (Gan-Mercier) a 6´ 42´´
5- Vicente López-Carril (Kas Kaskol) a 19´ 29´´
6- Felice Gimondi (Bianchi Campagnolo) a 23´ 05´´
7- Francesco Moser (Filotex) a 24´ 13´´
8- Josef Fuchs (Filotex) a 25´ 51´´
9- Edward Janssens (Molteni) a 32´ 01´´
10- Pedro Torres (Super Ser) a 35´ 36´´


Saludos a todos!

lunes, 14 de julio de 2014

Abdel-Kader Zaaf. El africano en fuga

El argelino Abdel-Kader Zaaf ha pasado a la historia del Tour de Francia por protagonizar una aventura de la que existen diferentes versiones, todas ellas extraordinarias, en la edición de 1950. Cerca estuvo en aquella ocasión de convertirse en el primer africano en conseguir vencer en una etapa en la ronda gala. Un desafortunado desfallecimiento a pocos kilómetros para la meta acabó con su sueño y con su participación aquel año.

La 37ª edición del Tour de Francia, la de 1950, estaba resultando una de las más escandalosas de la historia de la carrera. Aquel año una de las grandes figuras del pelotón internacional, el italiano Gino Bartali, fue atacado por un grupo de aficionados franceses, que le acusaban de haber provocado una caída del ídolo local Jean Robic en las primeras etapas de la Grande Bouclé. La respuesta de Gino no se hizo esperar: antes de la duodécima etapa ordenó la retirada de toda la selección italiana, incluida la del líder de la carrera, Fiorenzo Magni.
 
La retirada en plena competición del equipo italiano, con Bartali a la cabeza, puso en graves complicaciones la continuidad de la prueba
La catástrofe se cernía sobre la ronda gala, teniendo incluso que llegar a modificar el recorrido la organización, debido a que una de las etapas concluía en la localidad italiana de San Remo y existía el comprensible temor de que los compatriotas de Bartali optasen por boicotear la carrera. Pero se consiguió campear el temporal y dos días más tarde tuvo lugar una de las historias más bonitas y a la vez tristes que han tenido lugar en la carrera.
 
13ª etapa. Perpignan-Nimes
En esas condiciones, con el ambiente enrarecido en el seno de la carrera, el jueves 27 de julio de 1950 iba a tener lugar la disputa de la 13ª etapa del Tour de Francia, dos días después de la retirada del equipo italiano. Aquella jornada uniría las localidades de Perpignan y Nimes, con un recorrido de 215 kilómetros, en donde el mayor rival que se iban a encontrar los corredores iba a ser un calor asfixiante, pues el mercurio iba a superar en muchos momentos los 40º C.

Para aquella edición del Tour, había sido invitado el equipo del Norte de África, como colonia francesa que era en aquellos años. El equipo no contaba con corredores de gran nivel, pero sí eran unos ciclistas mucho más acostumbrados al calor que el resto del pelotón, debido a su procedencia. Eran gente como Marcel Zélasco, Charroin, Dos Reis, Marcel Molines o Abdel-Kader Zaaf. Serían precisamente estos dos últimos hombres los protagonistas de aquella decimotercera jornada del Tour.

En los primeros kilómetros de dicha etapa, Zaaf se marchó junto con Molines, contando con el beneplácito del pelotón, que lo único que quería era pasar de la forma más tranquila aquella calurosa etapa mientras discutían sobre lo sucedido en los días anteriores. Los corredores, argelinos ambos, fueron poco a poco ampliando su ventaja, llegando incluso a superar los dieciséis minutos sobre el pelotón.

Abdel-Kader Zaaf, el corredor más destacado de su país, estaba haciendo historia en la que era su segunda participación en la ronda gala, gracias a la renta que había conseguido junto a su compañero de equipo y de escapada. Debido a la amplitud de la renta, veían cada vez más cercano en su horizonte la meta de Nimes y con ella un triunfo que les incluiría en la historia de la carrera, pues el vencedor se convertiría en el primer corredor africano en vencer en una de etapa del Tour. Un caramelo muy suculento que no se le podía escapar a Zaaf, en teoría mejor corredor que Molines y con mayor jerarquía en el equipo. Para él debía ser ese exitoso capítulo de la historia.

Pero la diosa fortuna a veces juega muy malas pasadas, como iba a comprobar aquel día el gran corredor argelino Zaaf. El calor tan insoportable que estaban sufriendo los corredores aquel día iba a ser el comienzo de la leyenda que acompaña al desenlace de la etapa, y también es el punto en común entre las diferentes versiones que existen de la misma.
 
Desfallecimiento y la leyenda del vino
La versión más extendida, y la que se creyó desde el primer momento, decía que a unos treinta kilómetros de la llegada en Nimes, al paso por una pequeña dificultad montañosa, un aficionado ofreció una botella a los fugados. Zaaf, ante el calor que estaban sufriendo, la aceptó y se la tomó de un trago. Unos kilómetros más adelante uno de los guardias que acompañaba la carrera vio que Zaaf circulaba por la carretera dando bandazos. Ante ello le ordenó detenerse. Aunque trató de reanudar la marcha, a los pocos metros el argelino cayó desplomado en el suelo. Un grupo de aficionados le recogió y sentó a la sombra de un árbol, en donde se quedó dormido unos minutos. Mientras Zaaf había tenido que detenerse por sus problemas, el otro corredor argelino, Molines, se marchó en solitario para encontrar en la meta toda la gloria que el Tour le había reservado.

Como musulmán que era, no había probado nunca el alcohol, por lo tanto al tomarlo por primera vez le afectó de tal forma que terminó desmayándose. Pasados varios minutos, Zaaf despertó sobresaltado, habiendo sido ya fotografiado por la prensa, y se montó rápida y totalmente desorientado sobre su bicicleta, con tan mala fortuna que marchó unos metros en dirección contraria. El pelotón ya le había sobrepasado sin que él pudiera darse cuenta, pero aún así, tras haber avanzado esos pocos metros, chocó contra un coche de la organización. Los comisarios le hicieron ver su error y le descalificaron de la carrera.
Una botella de vino pudo ser la causante del desfallecimiento, ya que como musulmán que era, jamás había probado el alcohol
El corredor argelino fue trasladado al hospital de Nimes para ser revisado por su desfallecimiento, pero su aventura en esa edición del Tour no había terminado. Al día siguiente se escapó del hospital y se presentó en la salida de la decimocuarta etapa. Allí rogó a la organización que le readmitiera, pero los jueces, lógicamente, se mostraron inflexibles y dieron por concluida su participación en aquella trigésimo séptima edición de la Grande Bouclé. 

Hasta aquí el relato de la bella historia de Abdel-Kader Zaaf y su desfallecimiento. Sobre el mismo existe otra versión, también con el calor como telón de fondo, en la que se acusa de su desfallecimiento a unas pastillas estimulantes que se conocían como “cabezas de muerte”, muy populares en los países de más tradición ciclista en la época. Supuestamente el corredor argelino las habría consumido aquel día, a pesar de la recomendación de no hacerlo con calor, ya que existía riesgo de desmayo, como terminó sucediendo. En esta versión, los aficionados le habrían echado vino frío por encima para tratar de reanimarle, aunque con dudosa eficacia.

Como cuando los periodistas llegaron a la altura del corredor este ya se encontraba tumbado sobre el árbol, se encontraron con un intenso olor a vino sin saber bien lo que había ocurrido. Por ello comenzó de esta forma a circular la historia de que le había sentado mal la botella de alcohol que había tomado poco antes. Realmente la verdadera historia sólo la conocía el propio corredor, quien hasta el momento de su muerte, en 1986, siempre defendió la idea de que le habían dado una botella que pensaba era de agua y resultó contener alcohol.

A pesar de la accidentada participación de 1950, Zaaf se convirtió en un corredor bastante popular en el país galo, llegando a realizar incluso anuncios de licores. Al año siguiente por fin consiguió acabar la ronda gala, aunque en último lugar (66º). Pero a pesar de la fama adquirida en Francia por aquel desafortunado suceso, el corredor argelino comenzó a ser visto con bastante recelo entre la comunidad musulmana, puesto que al haber tomado alcohol, había dejado de ser un ejemplo para ellos.



Clasificación 13ª etapa. Perpignan - Nimes, 215 km
1- Marcel Molines (Dilecta-Wolber) 6h 22´ 56´´
2- Georges Meunier a 4´ 01´´
3- Stan Ockers a 4´ 26´´
4- Ferdy Kübler m.t.
5- Marcel Hendrickx m.t.
6- Wim De Ruyter a 4´ 48´´
7- Gino Sciardis a 6´ 36´´
8- André Brule m.t.
9- Marcel Verschueren m.t.
10- Pierre Cogan s.t.

Clasificación General
1- Ferdy Kübler 86h 38´ 57´´
2- Stan Ockers a 1´ 06´´
3- Pierre Brambilla a 9´ 01´´
4- Louison Bobet a 10´ 58´´
5- Raphaël Géminiani a 11´ 03´´
6- Jean Robic a 11´ 28´´
7- Kleber Piot a 11´ 58´´
8- Pierre Cogan m.t.
9- Jean Kirchen a 12´ 52´´
10- Georges Meunier a 14´ 11´´


Saludos a todos!!

domingo, 18 de mayo de 2014

Luis Ocaña. El héroe trágico

El 19 de mayo de 1994 el ciclismo sufrió una trágica noticia. Aquel día Luis Ocaña acabó con su vida con un disparo en la cabeza. Hoy, veinte años después, desde aquí le quiero rendir homenaje al que fuera el corredor más singular del pelotón, una figura muy ninguneada en su propio país natal. Un hombre que no tenía medida, tanto en la vida como en la carretera, y cuya personalidad le hizo llevar todos los asuntos al extremo del todo o nada, como demostró su rivalidad con el Caníbal Eddy Merckx.

Y es que la historia de Ocaña es la historia de una persona maldita, pero al tiempo también es la de una persona inconformista y luchadora. El conquense fue una persona que vivió tanto en la vida y como en el ciclismo con la misma pasión, con el mismo riesgo. El exceso era su forma de vivir, su interpretación de la vida, y así lo fue hasta aquel trágico 19 de mayo de 1994.

Sus primeros años
Jesús Luis Ocaña Pernía fue hijo de la posguerra, naciendo un 9 de junio de 1945 en la localidad de Priego, Cuenca. La situación de pobreza general que se vivía en el país le hizo sufrir mucho desde niño. La escasez de trabajo hizo que cuando apenas contaba con seis años, tratando de huir de la pobreza, su padre encontrase trabajo en el Valle de Arán, en la frontera española con los Pirineos, muy cerca del Col de Portillon. Su vida siguió siendo igual de dura, tanto para los padres como para Luis y sus tres hermanos. En el Valle de Arán el trabajo no era abundante, y un tiempo después el cabeza de familia debió buscar un destino que les ofreciera otra oportunidad. La situación en el país les había obligado a abandonar España.

Ese destino lo iba a encontrar al otro lado de la frontera, en donde el padre trabajaría como leñador. Luis tenía entonces doce años, y aunque durante un tiempo siguió acudiendo a la escuela, meses después comenzaría a trabajar como carpintero, abandonando la escuela. Al lugar de trabajo se desplazaría en bicicleta, en la misma con la que echaba carreras con los amigos, a los cuales, a pesar de sus mofas por el material con el que competía contra ellos, siempre derrotaba.

El joven conquense sabía que era bueno sobre la bicicleta, pero se encontró con la oposición de su padre, quien le decía que nunca llegaría a nada en el deporte y lo que debía hacer era centrarse en su oficio, que era lo que le permitiría salir adelante. Nunca tuvo una gran relación con su padre, pero siempre admiró de él su determinación y capacidad de trabajo.

La carrera de Luis se habría echado a perder de no ser por la figura fundamental de Pierre Cescutti. Pierre tenía un equipo de chicos jóvenes y fue quien habló con el padre, convenciéndole que su hijo podía tener un futuro brillante con la bicicleta. Una vez que obtuvo el beneplácito del progenitor, Pierre le encontró alojamiento en Mont-de Marsan (que pagaba él) y le acogió en su equipo, además de negociar con el dueño de la carpintería para que le dejase tiempo libre al joven corredor para poder entrenarse.

De carácter fuerte, Ocaña no pudo compaginar mucho tiempo el oficio en la carpintería con el ciclismo. Luis tenía que hacer las cosas a su manera, en cualquier ámbito de la vida. Por eso tuvo una fuerte discusión con el dueño de la carpintería, hasta que le arrojó un martillo y este le despidió. Por fortuna para él, los triunfos no tardaron en llegar sobre la bicicleta, con lo que pudo salir adelante. Aún no era profesional, pero se iba a labrar un nombre importante como corredor independiente del equipo Mercier. Ese fuerte carácter hizo que se negase a pasar al equipo profesional como gregario de nadie y finalmente fichar por el conjunto Fagor.

Paso a profesionales
En su primer año de profesionales, en 1968, Ocaña se coronó como campeón de España. El corredor conquense, casi sin bajarse del pódium, fue a visitar a su padre, que con un cáncer de próstata se encontraba ingresado en el hospital. El padre se alegró enormemente. Ambos, padre e hijo, se emocionaron. Semanas después moriría, como consecuencia del cáncer.

Al año siguiente la mala suerte se volvería a cebar con él. En esta ocasión fue en la sexta etapa del Tour de 1969, el primero del Caníbal Merckx, y fue en forma de caída. Ocaña sufrió una aparatosa caída en los primeros compases de la etapa, la cual le dejó muy magullado y con múltiples heridas. Orgulloso, como era, volvió a subirse en la bicicleta, decidido a concluir la etapa. Conforme avanzaba, cada pedalada le iba costando más y más esfuerzo. Su equipo entero se paró a esperarlo y empujarlo cuando fuera preciso: Perurena, López Rodríguez, Galera... Ahí estaba todo su equipo para ayudarle a llegar a meta. En el Ballon de Alsacia, llegó a decir Perurena, el conquense no pudo dar una pedalada y fue empujado por sus compañeros.

Al llegar a meta, no pudo más. Le bajaron de la bicicleta semi inconsciente, sin poder hablar y habiendo perdido mucha sangre. Tuvo que ser trasladado a un hospital para poder ser atendido de las múltiples heridas que se había producido en la caída. Se había acabado de esta forma tan cruel su primera aventura en Francia. Sería el inicio de una mala suerte que le acompañaría toda la vida.

Para la temporada de 1970 iba a cambiar los colores del equipo Fagor por los del francés Bic. Ese cambio de equipo vino acompañado de su primer triunfo en una grande esa misma temporada, la Vuelta a España. En el Tour estuvo al borde del abandono a causa de problemas físicos, aunque acabaría la prueba y conseguiría una notable victoria en la etapa de St. Gaudens. Ahí fue cuando se dio verdadera cuenta de sus posibilidades y de que podía ganar al todopoderoso Merckx. Entonces fue cuando comenzó su obsesión por derrotar al belga. Desde ese momento Ocaña tendría dos enemigos: él mismo y Eddy Merckx. No podía someterse a la autoridad que imperaba desde hacía dos temporadas en el pelotón, y él sería el encargado de acabar con la autoridad. Su obsesión iba a ser derrotar a Merckx.

Derrota a Merckx y caída
Ocaña se había obsesionado con derrotar en la carretera a Merckx. Tal fue su obsesión que llegó a enviar un telegrama al belga a comienzos de la temporada de 1971 diciéndole que respirase en esos momentos, porque en el Tour no le iba a dejar hacerlo:
"Silba ahora que puedes. Stop. Vendrán días en que no podrás hacerlo. Stop. Yo me encargaré de que esos días lleguen. Stop. Firmado: Luis Ocaña (París-Niza, 1971)"
Y en la Grande Bouclé cumplió su amenaza. En la undécima etapa, con final en Orcières-Merlette, destrozó a todo el pelotón, incluido Merckx, aventajándole ese día en casi nueve minutos. Ocaña estuvo ese día exultante, al final lo había conseguido. Había derrotado al campeón Eddy Merckx. Ese Tour, después de la demostración de ese día, ya tenía dueño, pues le sacaba al segundo casi 9 minutos y al belga uno más.

El Tour parecía tener dueño, pero con Merckx ninguna ventaja es suficiente. Al día siguiente, una etapa llana sin aparente peligro, atacó desde la salida y consiguió recortarle dos minutos al líder en la meta de Marsella. Dos minutos a los que se sumaron los once segundos de la contrarreloj de Albi. Aún quedaban por disputarse todos los Pirineos, pero la fortaleza mostrada por Ocaña en la montaña, unido a los siete minutos y veintitrés segundos de ventaja con los que contaba, situaban al español como el futuro vencedor en París.

Pero a Luis Ocaña siempre le acompañó en su vida la mala suerte, como iba a demostrar la 14ª etapa, la cual uniría Revel con Luchon, a través de 214,5 kilómetros. Era la primera etapa de los Pirineos de aquella edición, y en ella los corredores iban a afrontar las subidas a los puertos de Portet d´Aspet, el Col de Menté y el Portillon.

La etapa vivió sus primeros kilómetros bajo un sol de justicia, como había sido durante toda la carrera. Merckx lanzaría dos ataques brutales en el Aspet, primer puerto del día, que serían neutralizados por el líder Ocaña. Como consecuencia de dichos ataques, se formó un un grupo cabecero donde se encontraban los hombres más fuertes de la carrera, entre ellos el propio Merckx, el líder Ocaña y corredores como Zoetemelk, Thevenet o Van Impe.

Tras ese primer descenso, los corredores afrontaban la ascensión al Col de Menté. En ese puerto no pasó nada relevante hasta que a unos dos kilómetros de la cima, el belga Merckx quiso tensar la situación, realizando un tercer demarraje terrible, que iba a poner en jaque a los pocos hombres que formaban ese grupo de favoritos. Al tiempo, el cielo se estaba cerrando sobre sus cabezas.

Nada más coronar, con Merckx primero y Ocaña segundo en ese grupo de favoritos, la lluvia haría acto de presencia, convirtiendo desde ese momento la etapa en peligrosísima para los corredores, pues el barro y riadas de agua inundarían las cunetas en el descenso de Menté. El belga se lanzaría a tumba abierta en el descenso, situación ante la cual, Maurice de Muer, director del Bic, indicó a Ocaña que le dejase marchar, pues con la renta que tenía y los 40 kilómetros de llano que había entre puerto y puerto, era mejor evitar en lo posible los riesgos. Pero Ocaña no podía, no quería, dejar marchar al belga. Quería demostrarle que él era el mejor, y por eso no podía hacer ningún tipo de concesión con nadie.

La violencia con la que había estallado la tormenta hizo que la carretera se convirtiese en un río, y los frenos de las bicicletas quedasen inutilizables, por lo que para tratar de evitar las caídas los corredores debían frenar con el pie. Aún así, todos los corredores se fueron al suelo en alguna ocasión. De esta forma, en una curva de herradura a izquierdas Merckx se salió de la calzada, con Ocaña haciendo también lo propio a continuación. El belga tuvo que colocar la cadena antes de continuar el descenso, en el que cayó otras dos veces. Ocaña por su parte rompió una rueda, la cual fue rápidamente reemplazada. Cuando iba a montar nuevamente en la bicicleta para continuar en carrera, surgió de la nada la figura de un Zoetemelk que había perdido el control de su máquina y no pudo evitar al corredor español, con el que chocó de forma virulenta. Ocaña cayó al suelo y quedó semi inconsciente. La mala suerte había aparecido y aún se multiplicaría cuando, estando en el suelo, Agostinho tuvo el mismo problema que Zoetemelk y les golpeó. El caos en aquel punto fue total y hasta un motorista de la televisión francesa cayó sobre las personas que trataban de auxiliarle.

Ocaña se había roto la clavícula en alguno de los golpes que recibió en esa caída en el descenso de Menté y no pudo volver a levantarse del suelo. El Tour se había acabado para él y tuvo que ser evacuado al hospital más cercano, para ser tratado de sus lesiones. El orgullo había hecho caer a Ocaña. Había perdido el Tour. Pero a pesar de no haber acabado el Tour, de no subirse al pódium de París, había derrotado a Merckx, que parecía que era lo que él más quería.

La etapa la ganaría Fuente, pero nadie estaba pendiente de ello, ni siquiera los miles de españoles que se concentraban desde el puerto del Portillon hasta la meta de Luchon. Estos tenían pancartas de apoyo a un Ocaña que jamás llegó a verlas, y lo pagaron con un Merckx que se mostraba tan afectado como ellos. Recibió insultos, escupitajos y hasta recibió alguna pedrada. Al día siguiente el belga no se pondría el jersey de líder, en un gesto caballeroso, en medio de lagrimas.

Nuevo fiasco en Francia
La caída y abandono en el Tour del 71 sumió a Ocaña en un periodo de crisis que sólo pudo superar volviendo a competir. Su nueva meta sería batir a Merckx en julio, en el mismo lugar donde ya le había derrotado el año anterior, el Tour de Francia.

El Tour se iba a vender como una carrera de Merckx contra Ocaña. Pero hasta entonces, la temporada de ambos corredores fue notable, con el belga sumando su tercer entorchado en el Giro, y con el español consiguiendo un nuevo campeonato de España y la Dauphiné Liberé. El duelo volvía a estar servido.

Y sería en los Pirineos, nuevamente en los Pirineos y en su primera etapa, en donde la mala suerte volvería a aparecérsele a Ocaña, esta vez en forma de caída. Fue en la etapa del Aubisque, cuando los corredores iban a afrontar el descenso del Soulor. Allí el corredor español pinchó. Merckx se acordó de lo sucedido el año anterior en Coucheron, cuando él también sufrió un pinchazo, y decidió lanzar un ataque. Ocaña se vio obligado a arriesgar en el descenso para reducir la desventaja y en una curva entró muy fuerte y se fue al suelo. Thevenet y otro compañero del francés también se fueron al suelo. Sólo el español se levantó. Llegó a meta a duras penas, muy magullado. No pudo continuar en la carrera debido a las lesiones producidas en la caída y a problemas respiratorios que tenían su origen en su infancia. Merckx y su particular trágico destino le habían vuelto a derrotar.

Victoria en París
1973 iba a ser un año diferente para Ocaña. Esa temporada sería la más exitosa para el corredor español, consiguiendo más de una decena de triunfos, en escenarios tan importantes como la Volta a Catalunya, o la Dauphiné Liberé. Pero destacaría especialmente ese año su victoria final en París, la segunda de un corredor español, tras la de Bahamontes. También hay que añadir a sus triunfos, un segundo puesto en la Vuelta a España, en donde Merckx volvió a derrotarle.

Aunque Merckx le había derrotado en la primavera, Ocaña iba a mostrarse intratable en el mes de julio en el Tour, mostrándose como el amo y señor de la carrera. Tal fue el domino del corredor español aquel año en Francia que aventajó al segundo clasificado, Thevenet, en más de un cuarto de hora. Sólo otros dos corredores después de la Segunda Guerra Mundial han hecho una hazaña similar; Koblet en 1951 y Merckx en 1969. Ese dominio se reflejó en la octava etapa de la carrera, en un fantástico duelo entre Ocaña y el asturiano José Manuel Fuente.

Esa octava etapa era una terrible travesía desde Méribel-les-Allues y Les Orres, en donde los corredores afrontarían las subidas a la Madeleine, el Galibier por la vertientes del Telegraphe, el Izoard y la ascensión final a Les Orres. Aunque en la Madeleine los corredores marcharon en grupo, en el coloso de la Grande Bouclé el asturiano Fuente realizó una serie de ataques a los que sólo pudieron responder Ocaña y Thevenet en un primer momento. A pocos kilómetros de la cima, tras un pequeño reagrupamiento, Fuente volvió a realizar un ataque al que esta vez sólo Ocaña respondió.

Ocaña le había ofrecido marchar juntos hasta la meta, y una vez allí, conseguir el triunfo de etapa. Aquello no gustó al Tarangú, que no estaba dispuesto a colaborar con su compatriota y decidió pasara a la acción. Una vez, dos veces, tres veces... así hasta veinte, que fueron las veces que atacó Fuente a Ocaña, sin conseguir dejar atrás al líder de la carrera.

No había podido el Tarangú con Ocaña y a partir de ese momento, a más de 130 kilómetros de meta, sería el de Priego quien pasase a comandar la carrera, situándose en una primera posición que no abandonaría en el resto de la jornada. Fuente marcharía desde entonces a su rueda, sin dar ningún relevo. Antes de subir el Izoard, la ventaja con Thevenet, López Carril y otros favoritos, la renta era de un minuto y medio. La ventaja aumentaría en la cima en casi tres minutos más. La etapa, no había duda, sería para alguno de los dos españoles, viendo la renta con la que contaban.

Pero a 30 kilómetros Ocaña se quedaría sólo en cabeza. El ritmo del conquense parecía que descolgaría en cualquier momento al asturiano, pero éste finalmente se quedó atrás debido a un pinchazo. Fue uno de los pocos golpes de suerte en la vida deportiva de Luis.

La renta del líder con respecto a Fuente llegó a rondar los dos minutos, pero un desfallecimiento hizo que entrase en meta con apenas uno de ventaja. Siete minutos más tarde que el ganador harían su entrada en meta Thevenet y Martínez. Perín llegaría a trece minutos y el grueso del pelotón lo haría a veinte. El coche escoba no llegaría a meta hasta pasada una hora desde la entrada del líder de la prueba. Ocaña había sido protagonista de una de las mejores etapas de toda la historia de la carrera.

Declive deportivo y vida tras retirarse
Nada más ganar el Tour, Ocaña invirtió sus ahorros en comprar un terreno vitícola y una casa de campo, a la que llamó Orcières-Merlete, la etapa en la que por primera vez había derrotado a Eddy Merckx. Cuando no competía dedicaba sus esfuerzos a sus tierras. Fueron unos meses de felicidad en la casa de Luis y Josiane, su mujer. 

Pero nuevamente la desgracia iba a sacudir al conquese. Otra vez iba a presentarse en forma de caída. Esta tuvo lugar semanas antes del Tour de 1974, en el Tour de l´Aude, y le impidió participar en la edición de ese año de la carrera francesa, en lo que iba a ser el gran duelo Ocaña-Merckx. Con 29 años, cuando debía estar en el mejor momento de su carrera, no volvió a ser protagonista en la Grande Bouclé, a pesar de correrla otras tres ocasiones más.

Su declive fue fulgurante y a una persona como él sólo le quedaba la retirada como el siguiente paso digno a su carrera. Dicho paso lo dio con 32 años, tras concluir la temporada de 1977. Su frustración intentó aplacarla trabajando en sus tierras, en las cuales quería producir armagnac, a pesar de las recomendaciones de no hacerlo. El orgullo nuevamente hizo que desoyera los consejos de sus allegados y entendidos y quiso producir el armagnac, llegando incluso a pedir ayuda para su distribución a antiguos compañeros de profesión, como Eddy Merckx o Johnny Schleck.

Pero convertirse en viticultor no fue una una buena idea, como demostró una tormenta destrozó la cosecha y que provocó que durante tres años no se pudiera producir nada en sus tierras. Ante los problemas económicos por no tener aseguradas las tierras, Luis se vio obligado a volver al ciclismo, esta vez como director. No tuvo éxito y probó suerte como comentarista. Tampoco se prodigó mucho en esta faceta.

A esos problemas económicos por perder la cosecha se sumó un grave accidente de automóvil que apunto estuvo de costarle la vida, en 1979. Volvió a sufrir otro grave accidente cuatro años más tarde. En el hospital, recuperándose de uno de esos dos accidentes, le contagiaron la hepatitis C, algo que por desgracia sucedía con mucha frecuencia en esos años en los centros médicos.

Los accidentes en coche, el final de su carrera deportiva, los fracasos en los negocios y especialmente su enfermedad, todo le golpeó al tiempo y no pudo soportarlo a largo plazo. Poco a poco la enfermedad le fue debilitando y las depresiones y las crisis cada vez eran más comunes en Luis.

Así fue hasta que el 17 de mayo de 1994 la enfermedad le provocó un ataque muy grave de pánico. 26 años antes, tras la muerte de su padre, le había dicho a sus más íntimos que si él algún día él sufría una enfermedad como la de su padre, no lo dudaría y pondría fin a su vida. Aquel 17 de mayo amenazó con quitarse la vida, hasta que su mujer llamó al médico para ver si conseguía calmarle. Finalmente Luis se consiguió calmar ante la presencia en su casa de los gendarmes (ante una llamada por intento de suicidio siempre acudían) y pareció desechar su idea del suicidio. Pero era algo temporal.

Dos días después de aquel primer gran ataque de pánico, el día 19, Luis volvió a tener un ataque con el que se puso muy nervioso. Consiguió calmarse un poco y se marchó a su despacho. Josaine extrañada aprovechó esos instantes de calma de su marido para llamar al médico por el teléfono inalámbrico que tenía escondido. Instantes después comenzó a preocuparse y fue al despacho. Allí encontró una escena dantesca. Según el informe oficial, Ocaña se había pegado un tiro en la cabeza, acabando de esta forma con su vida, a la temprana edad de 48 años.

Aquel español emigrante en Francia desde niño, el español de Mont de Marsan, como era conocido, ponía fin a su vida un 19 de mayo de 1994, sufriendo una grave enfermedad hepática y problemas de depresiones, además de problemas financieros por malas inversiones. Murió siendo uno de los deportistas más ninguneados dentro de su propio país, donde apenas recibió reconocimiento alguno. Y murió también siendo el único corredor que había sido capaz de mirar de tú a tú al mejor corredor de la historia, Eddy Merckx, el único que no se sintió inferior al belga y el único al que el Caníbal realmente pudo temer en la carretera. A título póstumo, el 27 de mayo de 2008 recibiría la Real Orden del Mérito Deportivo, en un acto que no compensaría el olvido que su figura había sufrido hasta entonces.


Saludos a todos!!