domingo, 12 de diciembre de 2010

Juguetes de Cristal

Habitualmente en este blog, he hablado de grandes hazañas del ciclismo histórico. Cualquier gran etapa que haya tenido lugar durante los últimos 40 años de ciclismo (no van muchos post, de momento), pero hoy voy a cambiar drásticamente el tema sobre el que voy a hablar. Y, es que, a veces, también hay que detenerse en las personas, en lo que hay detrás de lo que vemos, que habitualmente no es más que una simple fachada.
 
Y es que hoy voy a hablar de un ciclista que fue ídolo, pero también fue villano. El protagonista de hoy será el malogrado Marco Pantani, un ciclista que fue capaz de levantar a miles de personas de su sofá en la hora de la siesta, pero también fue vilipendiado por una gran parte del mundo ciclista y por todos aquellos a quienes levantó de su asiento.

Marco nació un 13 de Enero de 1970, y voy a dar un salto en su vida hasta el año 1993, año en el que fue fichado por el equipo Carrera, disciplina a la que pertenecía el ídolo transalpino Claudi Chiapucci en aquel momento. Ese año dio el salto a profesionales y comenzó a dar detalles de su calidad en alguna etapa. Pero su explosión fue al año siguiente, en 1994, primero en el Giro de Italia, que finalizó 2º, y en el mes de julio de ese año, en el Tour de Francia, que concluyó 3º y siendo el mejor joven.

El año siguiente, el 95, fue un año de luces y sombras. Tuvo actuaciones dignas en Giro y Tour, aunque no al nivel del año anterior, y finaliza tercer0 el Campeonato del Mundo de Colombia, el más duro de cuantos se recuerda. Pero sufre el accidente más grave de su carrera un 18 de Octubre. Sufre, junto a otros dos ciclistas un atropello por parte de un coche y tiene que padecer una dura operación, y un largo post-operatorio.

Volvió a la bici a fines de verano de 1996, y volvió en su máximo esplendor en el Tour del 97, finalizando 3º, y preparándose para el que fue su gran año, el 1998. En ese año ganó la general del Giro y del Tour, realizando en esta grande una de las etapas míticas de la historia, ya narrada en este blog, la de Les Deux Alpes.

Pero llegó 1999, y con ese año, el que fue el gran golpe a su carrera. A tan solo una etapa para el final del Giro d´Italia es expulsado de la carrera por dar positivo por tener un hematocrito alto. Esa expulsión significó el principio del fin de Marco. Renuncia a participar en el Tour y en la Vuelta de ese año.

Al año siguiente, en 2000 si que vuelve a participar en el Tour, pero muy lejos de ser el Pantani de anteriores participaciones. Posteriormente su ultima aparición fue en un Giro de Italia, el de 2003. Su actuación, de nuevo, lejos de su nivel. El último gran palo a su vida, fue la no admisión por parte del Tour en la edición de ese año. Meses después es ingresado en una clínica de tratamiento de depresiones, en Padua.
 
Pero fue entonces cuando se produjo un extraño viaje a Cuba, antes de Navidad. A ese viaje se marchó sin informar a nadie, y acompañado por un medico cuya identidad a día de hoy aun se desconoce. Allí el propio Maradona hizo de anfitrión. Esa experiencia debió de ser positiva, puesto que volvió antes de final de año de nuevo a La Habana, y tras una serie de escándalos (drogas de por medio), la justicia le dio una especie de expulsión diplomática.
 
En esas semanas se produjo la ruptura familiar, puesto que su padre intentaba evitar que tuviese acceso a sus bienes económicos. Engordó casi 30 kilos en muy poco tiempo. Pero todo eso no evitó que sustrajera de la cuenta corriente unos 200.000 euros destinados a cocaína, seguramente junto a la que apareció su cuerpo el 14 de Febrero.
 
Llegó el 9 de Febrero y un viaje, casi sin equipaje, a Rimini, un lugar con playas y paisajes propios para el estado depresivo que padecía. Allí se aloja en un hotel, dormía en el sofá y no tenía ni móvil. Amigos suyos que le visitaron, decían que alternaba momentos de lucidez con otros de total ausencia.
En esos últimos días llega a preguntar a una camarera que si tiene miedo de él, que si le considera un tipo extraño. Mientras los padres, que se encontraban en Grecia, solo consiguen ser atendidos por la máquina que dice que el abonado está fuera de cobertura, al intentar llamar a su hijo al móvil.
 
En su última noche, Marco tiene bastante hambre, y consigue que el dueño del hotel llame al restaurante de Oliver Laghi, apasionado del ciclismo, y quien personalmente le lleva la cena. Esa última cena, a la que fue invitado, era una tortilla de setas, una ensalada y una coca cola.
Y llegó ese fatídico 14 de Febrero de 2004. Marco ya se había fabricado su coctel de antidepresivos, y rodeado de polvo blanco, tumbado en el sofá. La última persona que le escuchó con vida, fue el recepcionista, y sus últimas palabras antes de atrincherarse fueron "Por favor, no quiero que nadie me moleste, ni que nadie venga a arreglar la habitación".
 
Efectivamente, no quería ser molestado a la espera de la muerte, puesto que movió los muebles más contundentes de la habitación y los colocó en la puerta.

Lamentablemente, a la temprana edad de 34 años, a media tarde de aquel San Valentín (14 de Febrero) de 2004, su llama se apagó...



Saludos a todos!!

jueves, 11 de noviembre de 2010

Liège-Bastogne-Liège

Porque no todas las grandes etapas ni todas las exhibiciones en el ciclismo tienen lugar en el mes de Julio. Algunas, como la etapa de la que voy a hablar en las siguientes líneas tienen lugar en otros meses de competición. Esos meses en los que el ciclismo no tiene importancia aquí en nuestro país, pero que sin embargo tanta importancia adquiere en países como Bélgica, sobre todo.
 
Concretamente de la carrera que voy a hablar hoy se trata de la decana del ciclismo mundial, la Liège-Bastogne-Liège, la cual data su primera edición de 1892. Su celebración suele ser en el mes de Abril, y tiene lugar en un único día de competición, en el que se recorren cerca de 260 kilómetros de distancia, lo que nos habla ya de por sí de su exigencia, a la que hay que unir las numerosas cotas de las que está compuesta.
Pues bien, hoy hay que mencionar la edición disputada en el año 1980, que tuvo como protagonista al mejor corredor francés de todos los tiempos, Bernard Hinault.
La etapa comenzaba con 174 corredores, y con unas previsiones meteorológicas nada favorables para el resto del día. Al poco se cumplen los pronósticos y comienza a caer un temporal de nieve y lluvia que deja la carretera en las condiciones que se pueden observar en la imagen. Tan duras eran las condiciones que cuando no se habían disputado ni 2 horas de competición, quedaban tan solo unos 60 corredores.
Entre esos 60 corredores se encuentra Hinault, el cual está pasando un suplicio para aguantar en el pelotón. Hablando con su director le dice que se quiere retirar, y este le pide que aguante al menos hasta el avituallamiento que había más adelante. Poco después, algo por delante en el pelotón, ve a un compañero suyo de equipo y piensa eso de "el capitán es el último en abandonar la nave". Comienza a adelantar a gente, hasta que a 80 km de meta se queda en solitario en cabeza. Durante muchos kilómetros se planteó el abandonar la aventura, puesto que estaba comprometiendo toda su temporada por esa "cabezonería", pero pensaba que si él lo estaba pasando mal, peor lo estarían pasando por detrás, así que así seguía siempre hacia adelante.

Cuando atravesó la línea de meta, tuvo que esperar más de 9 minutos hasta que vio al siguiente corredor atravesarla, Kuiper. Tan solo una veintena más atravesaron la meta.
 
Tres semanas después, aun no había recuperado la movilidad en los dedos, y aun hoy en día, dice no sentir total sensibilidad en los mismos.
Fue el precio a pagar por una de las mayores exhibiciones que se han podido presenciar en el ciclismo.


Saludos a todos!!

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Versalles - París

Bueno, hoy mi actualización del blog tiene un protagonista único, debido a las circunstancias que ayer sacudieron a este deporte, con el fallecimiento del que hoy será el protagonista del post. Ese protagonista es, indudablemente, el francés Laurent Fignon, el francés de la melena al viento y gafas. Se trata del último ganador que debutaba en el mismo tour del que salió victorioso (el de 1983), y que se atrevió a discutir el reinado del ciclismo nada menos que con el por entonces ídolo galo, Bernard Hinault.

La etapa que narraré hoy es, quizás, la ultima gran aparición de Fignon en una gran vuelta, aunque desgraciadamente, otra vez para él, las cosas no salieron como esperaba. Esa etapa era la número 21 del Tour de Francia de 1989, cuando corría el 23 de julio de dicho año.

Ese Tour comenzaba con el último campeón del Tour, Perico Delgado, perdiendo la carrera en las dos primeras etapas, llegando tarde a la etapa prologo (perdiendo más de 3 minutos), y en la etapa siguiente lastrando a su equipo en la CRE (perdiendo más de 5 minutos), quedándose tras los dos primeros días, último a más de 10 minutos del líder, Da Silva. Esto carecería de importancia de no ser porque Delgado terminó el Tour a 3´34´´ del ganador de la general final, por lo tanto, sin esos dos despistes hubiera resultado, probablemente, el ganador final.

Comentada la anécdota de Perico, vamos a la etapa de la que iba a hablar, la última etapa de dicho Tour, una contra reloj individual de 24.5 km por las calles de Paris. La carrera se la iban a jugar dos ganadores del Tour en años anteriores. Segundo en la general se encontraba Greg Lemond (ganador del Tour 86) y con 50 segundos de ventaja, partía Fignon, ganador en el 83 y el 84. Si Lemond quería remontar esa desventaja debía realizar una crono fuera de lo común, remontando 2 segundos por cada kilometro a un buen corredor en la especialidad contra el reloj.

En la salida, Lemond sorprendía a propios y extraños, presentándose con un modelo de bicicleta novedoso, puesto que contaba con un manillar de triatleta y además contaba el corredor con un casco aerodinámico. Esa bici era toda una novedad y se discutió mucho sobre si era reglamentaria o no durante los días posteriores al Tour.

Tomaron la salida ambos corredores, y la sorpresa en el punto intermedio era mayúscula, por inesperada, puesto que Lemond ya contaba con una ventaja muy importante en la etapa, aunque todavía insuficiente en la general. Pero las imagenes que realmente darían la vuelta al mundo serían las de meta. El tiempo en meta de Lemond fue de 26 minutos y 57 segundos, un tiempo que sería 58 segundos inferior al que empleó Fignon en recorrer la misma distancia. Esa diferencia le otorgaba la victoria final al corredor americano, por tan solo 8 segundos, la menor diferencia jamás producida en un Tour de Francia entre los dos primeros clasificados.

Por favor, si podéis ver las imágenes en línea de meta de un Fignon entre extenuado e incrédulo ante el resultado final, son impactantes. Quizás el francés jamás hubiese perdido dicho tour en esa ultima etapa si no hubiese sufrido un forúnculo en esa última etapa. O si Lemond no hubiese usado el manillar de triatleta. O quizás Perico hubiese ganado el Tour de no ser por su despiste en el prólogo. Pero lo único cierto es que la carrera la ganó el americano, que ni siquiera fue el hombre más fuerte de la carrera. Pero si fue el hombre más listo, y eso le bastó para llevarse el segundo de los tres Tours que finalmente logró.

Desde aquí un homenaje, aunque desde luego no el mejor de los posibles, a un mítico corredor durante los años 80 e inicios de los 90. Un nada carismático corredor en este país por un gesto (escupir a un cámara de TVE ante la persecución de este al corredor) que fue sacado de contexto y usado en favor del orgullo nacional y en contra de Laurent, y porque no, también en contra de los franceses. Mi pequeño homenaje por, quizás, el dia por el que más se recordará a ambos corredores, tanto Lemond, como al corredor que ayer día 31 de agosto nos abandonó para siempre. Descanse en Paz, Fignon.

La imagen que acompaña al texto corresponde al pódium final de dicho tour, con Lemond en lo más alto, estando situado a su derecha el homenajeado Fignon, y a su izquierda Delgado.



saludos a todos!!