El pasado domingo 9 de abril de 2017 ponía fin a su carrera deportiva una leyenda de la bicicleta, quizás la última leyenda de este deporte que quedaba aún en activo. Esa leyenda es el belga Tom Boonen, quien se iba a despedir en "su carrera", la
París-Roubaix, con un 13º puesto que sabe a poco analizando su trayectoria deportiva.
Debut y primeros años
En la temporada 2002 un prometedor ciclista belga nacido en la región flamenca de Mol iba a pasar a profesionales en el seno del conjunto US Postal que todos los meses de julio lideraba Lance Armstrong en el Tour de Francia. Y desde un primer momento el joven belga iba a confirmar las excelentes maneras que había apuntado en el campo amateur.
El 14 de abril de ese año, en la edición número 100 de la París-Roubaix, Tom Boonen iba a presentar sus credenciales ante el gran público. En una de las ediciones con peor climatología de los últimos años,
Tommecke se iba a clasificar 3º en el velódromo de Roubaix, tras el flamante vencedor, el belga Johan Museeuw -con un ataque a 40 kilómetros de la meta- y el alemán Steffen Wesemann.
El horizonte que se le presentaba era brillante, pero para poder confirmarlo se dio cuenta que debía abandonar el seno del conjunto estadounidense en donde seguramente orientarían su carrera a ayudar en el Tour, en vez de triunfar en primavera. Tenía contrato en vigor, pero aún así iba a conseguir marcharse del equipo de Bruyneel y enrolarse en las filas de un equipo que le venía como anillo al dedo, el equipo herencia del mítico Mapei, el Quick Step - Davitamon, en el que compartiría filas con el ídolo belga del momento, Johan Museew. En el conjunto belga iba a estar bajo la dirección de Patrick Lefevere, su director hasta su retirada el pasado domingo.
En Quick Step no entraría con buen pie, ya que problemas en la rodilla le iba a provocar pasar prácticamente inédito la temporada 2003. Sería en la temporada siguiente, la de 2004, en donde se consagraría con triunfos tan importantes como el E3-Prijs Harelbeke y la Gante-Wevelgem, y cerca de una veintena más de puntos. A finales de esa temporada Johan Museew iba a poner punto y final a su exitosa carrera, dejando un trono vacío al que muchos aspiraban, pero que por condiciones, sólo un joven de 24 años iba a poder ocupar.
2005, el año de la confirmación
En Bélgica el ciclismo es el deporte con más adeptos, y las pruebas de primavera son su religión. Allí los niños no sueñan con ser Pelé o Maradona, ni si quiera Pfaft o Scifo, sino que sueñan con encabezar el pelotón al paso por el Koppenberg, el Paterberg o llegar en solitario al velódromo de Roubaix. Es decir, sueñan con rememorar a los Merckx, De Vlaeminck, Van Steenbergen o Rik Van Looy. Tom Boonen, quien de pequeño aspiraba a lo mismo que todos esos jóvenes belgas que montan en bicicleta, iba a ser la gran esperanza del ciclismo belga para esa temporada.
En el E3 Prijs Vlaanderen iba a confirmar las esperanzas en él depositadas, consiguiendo la segunda victoria consecutiva en la prueba. Era el preludio de una temporada de ensueño, en una hazaña no repetida por nadie desde la época de Eddy Merckx, que iba a incluir el doblete Flandes-Roubaix, más el campeonato del mundo.
El primero de esos éxitos iba a darse el 3 de abril, en la Vuelta a Flandes, frente a rivales de la talla de Hincapie, Ballan, Van Petegem o Devolder. La carrera no se decidiría hasta las últimas cotas, en donde Klier, Van Petegen, Ballan, Zabel, Petito y el propio Boonen formarían el grupo cabecero. Se preveía un triunfo decidido al sprint, en donde hombres como Zabel, Boonen o Ballan tenían muchas papeletas de hacerse con el triunfo. Sin embargo, a poco más de 8 kilómetros a meta el belga iba a lanzar un durísimo ataque al que nadie iba a poder responder. Ese ataque definitivo le iba a permitir llegar en solitario a la meta de Meerbeke casi seis horas y media después de haber tomado la salida en Brujas.
Era
el primer monumento en el palmarés de Tommecke, que rápidamente vendría
acompañado de un segundo monumento, pues apenas una semana después se
disputaba la Paris-Roubaix- El infierno del norte- en donde ya acumulaba dos actuaciones en el top-10.
Aquel segundo domingo del mes de abril la carrera se iba a decidir en los últimos kilómetros de la prueba, una vez pasado ya el sector de Camhin en Pévèle. Sería en el Carrefour de l´Arbre cuando el corredor español del Fassa Bortolo Juan Antonio Flecha lanzase un durísimo ataque al que sólo podrían responder el norteamericano Hincapié y Boonen. Los tres juntos afrontarían los últimos kilómetros en armonía y llegarían al velódromo de Roubaix a jugarse el triunfo. Sería al comienzo de la última curva, aprovechándose del
peralte de la misma, cuando Boonen se lanzase por el interior, consiguiendo una ventaja suficiente para hacerse con su primer triunfo en el infierno del Norte.
“No soy
Dios, no soy el nuevo Eddy Merckx, no soy el nuevo Museeuw. Por favor,
dejadme ser yo mismo”
Aunque con ese palmarés muchos otros corredores habrían dado el año por concluido, Tom no se dejó llevar y siguió compitiendo hasta finales de septiembre. Consiguió varios triunfos de etapa en el Tour, además de lucir el maillot verde y el amarillo. El colofón a su espectacular temporada llegó el 25 de septiembre -el mismo día que Fernando Alonso conseguía su primer título mundial de Fórmula 1- en el Campeonato del Mundo celebrado en Madrid. Aquel día, liderando a Bélgica, Boonen vencería en un espectacular sprint a Alejandro Valverde, quien ese día lograría la primera de sus múltiples medallas mundialistas. Era la eclosión de un ciclista, del mejor clasicómano del Siglo XXI.
La rivalidad Boonen-Cancellara
La nueva temporada iba a deparar un duelo entre dos corredores que se iba a prolongar durante casi una década -ya desde 2004 ambos acumulaban puestos de honor en las clásicas-, un duelo que todo aficionado al ciclismo iba a esperar primavera tras primavera. El duelo que iba a enfrentar al belga con un suizo con el que ya había coincidido en las categorías inferiores, Fabian Cancellara, quien incluso había conseguido derrotar a Armstrong en un prólogo del Tour.
En Flandes Boonen se iba a hacer con su segundo triunfo consecutivo, consiguiendo de esta forma su tercer monumento, mientras que Cancellara ese día sería sexto. Sería en Roubaix donde el triunfador iba a ser el corredor suizo, en un ataque desde muy lejos de meta que iba a sorprender a sus rivales. Aquel día Boonen cruzó la meta en quinto lugar, pero la descalificación de Leif Hoste, Van Petegem y Gusev -cruzaron una vía del tren con las barreras bajadas, mientras que el resto del pelotón esperó- le alzó al segundo lugar final.
En 2007 el duelo entre ambos iba a tener lugar tan sólo en una prueba "menor" el E3 Prijs Vlaanderen Harelbeke, ya que tanto en Flandes (12º Boonen y 53º Cancellara) como en Roubaix (6º y 19º respectivamente) no tuvieron sus mejores actuaciones. En Harelbeke se vio una lucha maravillosa, resumida en un último kilómetro sensacional. En dicho kilómetro atacaron Quinziato y Marcus Burghardt como antesala a un brutal cambio de ritmo de Cancellara. Hubiera sido un ataque definitivo ante cualquier otro rival, pero enfrente se encontraba Boonen, quien demostró su punta de velocidad y se hizo con su cuarto triunfo consecutivo en la prueba.
En 2008 el duelo belga-suizo se iba a dar en la París-Roubaix, toda vez que en Flandes no se disputaron el triunfo final (17º y 23º). En Roubaix se hizo una gran selección de la carrera entre tramos de pavé, próximos a Mons-en-Pévèle, cuando Cancellara lanzó un fuerte ataque, al que sólo pudieron responder Ballan y Boonen. Los tres se jugarían el triunfo en el velódromo. Allí un sensacional
Tommecke derrotó al suizo, segundo, y al italiano, tercero. Segunda vez que Boonen derrotaba a Cancellara en un mano a mano.
2009 no iba a deparar el tan esperado duelo entre los dos grandes especialistas en las clásicas de primavera del momento, pues el corredor suizo del Saxo Bank rindió por debajo de lo esperado en ese calendario. El belga, por su parte, aunque no iba a poder pelear el triunfo en Flandes, sí que se iba a hacer con su tercer triunfo en Roubaix, a cuyo velódromo llegó como los más grandes, en solitario, con tiempo para celebrar un triunfo que le colocaba en el selecto club de los triple vencedores del adoquín. Ya sólo le quedaba De Vlaeminck por delante.
En el 2010 se iba a vivir la gran explosión de Cancellara, quien aunque ya había conseguido un monumento, siempre había sido derrotado en el mano a mano con Boonen. Espartaco iba a vivir unas semanas de escándalo. En primer lugar se iba a hacer con el triunfo en Harelbeke, por delante de Boonen y Flecha -un trío clásico en los pódiums de aquellos años-. Una semana después tendría lugar la Ronde van Vlaanderen. Sería a menos de 20 kilómetros a meta, al paso de los dos primeros clasificados por el muro del Kapelmuur, en donde se viviría uno de los momentos que serán recordados durante décadas. A los pies de la Capilla Espartaco iba a exhibir su descomunal potencia, dejando clavado a su gran rival mientras él completaba la ascensión sentado sobre su bicicleta y entrando en la historia de la prueba. En Roubaix Cancellara simplemente iba a completar su obra, llegando al velódromo con más de dos minutos de ventaja sobre el segundo y tercer clasificado. Boonen fue quinto aquel día.
Después de lo visto en 2010 se esperaba que el duelo alcanzase cotas no vistas antes. Sin embargo el enfrentamiento fue algo descafeinado, ya que no hubo duelo ni en la Gante-Wevelgem ni en la E3, donde cada corredor se perdió una de las dos pruebas, resultando vencedor el otro, respectivamente. Ambos corredores se encontrarían en Flandes, pero serían superados por Nuyens y Chavanel, siendo el suizo quien completaría el pódium de la prueba. En Roubaix Boonen sufriría un abandono, víctima de dos caídas y de un fallo mecánico. Cancellara sería segundo en la prueba.
Un 2012 glorioso y sus últimos años
El tan ansiado duelo Boonen-Cancellara, por diversas circunstancias, no iba a volver a tener lugar en la disputa de los grandes triunfos. En 2012 Boonen viviría su mejor año desde 2005, consiguiendo vencer en un sinfín de pruebas. En primavera se iba a hacer con la victoria en todas las clásicas (Gante-Wevelgem y E3 Harelbeke, Tour de Flandes, París-Roubaix). En una Vuelta a Flandes descafeinada -no se ascendía el Kapelmuur- Boonen iba a conseguir su tercer y último triunfo, pero lo iba a conseguir contando con la baja de su gran rival, víctima de una caída en un avituallamiento en el que sufrió una fractura de clavícula. Tommecke se encontraba en gran forma, como iba a demostrar a la semana siguiente en Roubaix, con un ataque victorioso a falta de 57 kilómetros de meta. Turgot y Ballan le secundarían en el pódium, eso sí, a más de un minuto y medio de distancia. Era su cuarta victoria en Roubaix, lo que le colocaba empatado con De Vlaeminck como el hombre más laureado de la prueba.
En los siguientes años Boonen no podría ampliar su palmarés en las clásicas, debido a que en Flandes 2013 sufrió una caída que le obligó a perderse también la edición de Roubaix de esa temporada. En ambas pruebas el vencedor resultaría ser Cancellara, devolviendo el doblete del año anterior a Boonen.
En 2014 el corredor belga sí que se encontraría en los puestos de honor de la prueba, haciendo un top-10 en ambas, aunque quedándose lejos de pelear el triunfo. En Flandes (7º) el vencedor fue Cancellara, quien con ese tercer triunfo igualaba en el palmarés a su rival. En Roubaix, aunque fue 10º, no fue la principal baza de su equipo para el triunfo final. Por fortuna para el Quick Step, la baza elegida, Niki Terpstra, fue la que resultaría vencedora de la prueba. En aquel 2014 fue el último donde los dos históricos rivales iban a conseguir subir al primer cajón del pódium. Desde entonces volverían a ocupar puestos de honor en ambas pruebas, pero jamás a lo más alto.
2015 sería un año aciago para Tom, puesto que una caída en la París-Niza le iba a dejar inédito en el calendario en el que mejor rendía, el de primavera. Un hombro dislocado tendría la culpa.
La temporada 2016 no se presagiaba mucho mejor que la anterior, ya que un discreto rendimiento (ningún top-10) en todas las pruebas anteriores a Roubaix le hacían presagiar un mal resultado. Sin embargo el 10 de abril Boonen se iba a transformar, se iba a mostrar muy agresivo y tan sólo un excepcional Matthew Hayman le iba a superar en el sprint final. Ex campeones como Hinault iban a alabar la actitud del belga.
A lo largo de ese verano, Tommecke anunció que había firmado un contrato con su equipo que se iba a prolongar hasta el pasado 9 de abril de 2017, hasta que cruzase la meta del velódromo de Roubaix. Y su aspiración era hacerlo desde lo más alto, convirtiéndose con ello además en el único ciclista en lograr cinco victorias en la prueba. Sin embargo los buenos deseos de la leyenda no se iban a convertir en realidad. Problemas mecánicos y no ser la primera baza de su equipo -lo era Stybar- para esos últimos y decisivos kilómetros, le iba a suponer no poder optar a convertirse en el corredor más laureado de la prueba. Fue 13º finalmente. La semana anterior, en Flandes, en su casa, tampoco tuvo la fortuna de su lado (37º). Sin embargo se demostró en la que era su despedida el tremendo cariño que le tiene el público y sus propios compañeros, dándose un auténtico baño de masas en la presentación de la prueba.
El pasado domingo se despidió Tom Boonen del ciclismo profesional. No lo hizo como él había soñado, con su quinto adoquín, pero lo hizo llevándose consigo todo el cariño del público y de los compañeros de profesión, que le demostraron su respeto en la presentación de las pruebas. Su legado, entre otras muchas pruebas: 4 París-Roubaix, 3 De Ronde van Vlaanderen, 5 E3 Harelbeke, 3 Gante-Wevelgen, 2 campeonatos de Bélgica o un campeonato mundial.
Se retira el corredor, ¡¡comienza la leyenda!!
Saludos a todos!!