martes, 27 de septiembre de 2011

El hombre del chupete

Corría el mes de julio del año 2003 cuando el ciclismo le daba una segunda oportunidad a Carlos Sastre, el cuñado de José María Jiménez. Meses después, con el fallecimiento de este, el ciclismo le daría de nuevo otra oportunidad, puesto que se le pasó por la cabeza la retirada al corredor nacido y criado en Leganés. Pero esa es otra historia completamente diferente y ajena al mundo de las dos ruedas, al menos, de forma directa.
 
Carlos Sastre recibió un primer varapalo el año anterior en los Alpes, cuando aún a pesar de atacar, fue incapaz de obtener la victoria, ni en La Plagne ni en Morzine. Tan solo un año después, en la etapa que finalizaba en Ax-3 Domaines, se disfrazó de gladiador de la bicicleta y jugó a ser ciclista, tal y como dice un ganador del Tour que ahora narra en TVE.

Como en ciclismo, en algunos equipos, aún funcionan las jerarquías, pidió permiso a su compañero del CSC, Tyler Hamilton, el cual marchaba, y tras esta jornada siguió marchando por delante en la clasificación general. Tras obtener el beneplácito de su jefe de filas, no lo dudo y antes del último puerto, que era el de Ax-3 Domaines, atacó. Un ataque a la antigua, en el Pailheres, a muchos kilómetros de meta, mientras los buenos de la general dudaban, ya que no sabía si Armstrong se había recuperado o no de la deshidratación de la CRI del día anterior. Se iría con la compañía de Mercado y Rubiera, superviviente este de una fuga anterior. Dudaba si Juanmi se aprovecharía de su esfuerzo tirando en la búsqueda de la etapa, pero no lo dudó y lo dio todo sobre la bicicleta.
 
Inevitablemente el primero en descolgarse del trío cabecero fue Chechu, quien aún reservaba fuerzas para trabajar para Armstrong. Sastre seguía tensando la cuerda para descolgar a Mercado, y finalmente lo terminaría consiguiendo, para marchar, desde ese momento, en solitario hasta que cruzase la línea de meta. Lo hizo con 1´01´´ de ventaja con Ullrich y Zubeldia y 7 segundos más con el líder Armstrong. Eso le servía para colocarse 9º en la general del Tour, aunque a un mundo de los favoritos.

Cumplía, en ese 2003 su segunda temporada en el CSC de Bjarne Riis, al que se marchó procedente de la ONCE de Beloki e Igor González de Galdeano, cansado de tener que trabajar para ellos y previamente para Olano. Buscaba en el equipo danés la libertad para ser jefe de filas, para poder atacar cuando quisiera y sobre todo, no tener que trabajar para otros, sino que esos otros trabajasen para él. Y esa gran oportunidad por la que se marchó del equipo de Manolo Saiz le estaba llegando un 19 de julio, en ese Tour de 2003. Sastre solo tenía, hasta el momento, una victoria como profesional, en la Vuelta a Burgos de 2001. En ese momento, acababa de nacer su hija Claudia. No supo como dedicarle la victoria.
 
A raiz de ese día, ya que le pareció feo no poder dedicárselo a su hija, un amigo le regaló un chupete, y dicho chupete lo metió en un bolsillo de su maillot, esperando a poder dedicárselo a su hija. Pues esa oportunidad, como ya decía, el 19 de julio le volvió a llegar, y esta vez si que estaba preparado, llevaba encima ese chupete. Antes de cruzar la línea de meta echó mano a su bolsillo, lo sacó y se lo puso en la boca. No era solo una dedicatoria a su hija, no solo Claudia recibía el homenaje, sino que también lo dirigía hacia su mujer, Piedad (la hermana del Chava).

Ese fue el gran momento de Sastre durante mucho tiempo. Concretamente hasta el año 2008, cuando en un día glorioso atacó a pie de puerto del Alpe D´Huez en busca de un amarillo que lucía un compañero suyo de equipo. Pero él era el jefe del equipo, por poco tiempo más, pero lo seguía siendo. Creo que la mejor etapa de su vida, que le permitió acumular en su palmarés ser el ganador nada más y nada menos que de un Tour de Francia.
 
Ahora, hace tan solo unos días, tras finalizar la Vuelta a España de este año, decidió hacer publica su decisión de retirarse del ciclismo profesional, a los 36 años de edad, con nada menos que 25 grandes vueltas finalizadas, y una más en la que abandonó. Acumula 5 pódiums en las mismas, a los que hay que sumar su Tour.
 
Sin duda se le echará de menos en la carretera, porque más polémico o menos, el siempre fue sincero. Don Limpio le llamaban los medios extranjeros (especialmente en los países nórdicos). Se va el hombre del chupete.


Saludos a todos!!!

martes, 13 de septiembre de 2011

Freire se abre paso

El próximo domingo, 25 de Septiembre de 2011, hay una persona en el pelotón, un ciclista, que puede entrar con letras de oro en la leyenda de este mundo. Ese día podría quedarse en solitario en el Olimpo del ciclismo, hablando de los Campeonatos Mundiales. Y es que actualmente comparte ese honor con nada más y nada menos que Eddie Merckx, como no, Alfredo Brinda y con Rik Van Steenbergen, todos ellos con 3 entorchados.
 
Algunos, recientemente, se han quedado también cerca de esos 3 campeonatos mundiales, como son los italianos Bettini y Bugno, sin duda alguna, dos auténticos superclase, que se estancaron en el segundo, conseguido además de forma consecutiva en ambos casos. Ese ciclistas es, ni más ni menos, que el español Oscar Freire Gómez, natural de Torrelavega (Cantabria).

Actualmente decir ese nombre es sinónimo de éxito, de sprint y de victorias. No muchas victorias quizás, si lo comparamos con la clase que posee, pero si de un gran renombre estas victorias, ya que ha ganado en un sinfín de lugares, como el Tour de Francia, en la Vuelta a España, en Suiza, País Vasco, el verde del Tour 2008, la prueba que jamás ganó el grandísimo Merckx (París - Tours), y destacan por encima de todo sus tripletes en Milán - San Remo y en los campeonatos del Mundo.
 
Hoy este palmarés es uno de los que reúne mayor calidad y tiene un gran reconocimiento. Pero nada era así en el año 1999, el año en el que Freire se proclamó por primera vez Campeón del Mundo. Corría 1999 y Oscar cumplía su segunda temporada como profesional en el equipo español Vitalicio Seguros. Su palmarés era exiguo, puesto que en su haber solo se encontraba una etapa de la Vuelta a Castilla y León y un tercer lugar en el campeonato de España de 1998. El 99, prácticamente un año en blanco por las lesiones. Muy poco o nada se sabía de aquel chaval de 23 años que prácticamente no competía durante el año por sus lesiones o molestias, y que ni sus propios directores confiaban en él, ya que con un contrato que firmó al pasar a profesionales de 2 años a punto de concluir, la oferta que le realizaron de renovación era muy inferior a la ficha que cobraba en ese momento.

Fue en esas, con una oferta de renovación muy a la baja y un futuro muy incierto, cuando se presentó para el cántabro la oportunidad de su vida. El seleccionador español, Antequera, recién llegado al cargo, optó por darle los galones a él, un chaval de solo 23 años y que prácticamente no había competido en todo el año. Por parte española faltaban los grandes gallos para la prueba, como era el caso de Olano, que no acudía a la prueba por su fractura de 2 costillas durante la Vuelta a España, por lo que en la selección no había un líder absoluto. Y fue en aquel momento cuando el seleccionador español confió a ciegas en el chico que luego le daría tantas alegrías. Oscar Freire iba a ser el absoluto jefe de filas en el Campeonato del Mundo de Verona.
 
La prueba iba a constar de 16 vueltas a un circuito de poco más de 16 kilómetros. Realmente no sucedió nada reseñable durante las primeras 14 vueltas, salvo un pequeño detalle en la sexta vuelta al que nadie dio importancia en ese momento; el gran favorito para lograr el mundial a ojos de todo el mundo, Vandenbroucke sufría una caída en la que se rompía el escafoides. Volvió a la bici y reanudó la marcha sin problemas y sin que nadie se diese cuenta. Pero esa caída, probablemente arruinó sus posibilidades de victoria aquel año.
 
A partir de ese momento se sucedieron varios ataques de pesos pesados, como Tafi o Zülle. Pero fue en la penúltima vuelta cuando se selección de verdad la carrera. Un brutal ataque de Ullrich seleccionó al grupo, dejando en el cabecero al propio ciclista alemán, a Vandenbroucke, a Casagrande, Camenzind, Robin, Konyshev, Freire, Zberg y Mcrae.
 
Esos 9 corredores, con algún que otro ataque entre ellos, son los que llegan a los dos últimos kilómetros juntos. Entonces se produce un demarraje de Camenzind, que es respondido por Freire. Finalmente el buen hacer de Robin impidió que tomasen ventaja y antes de la pancarta del kilómetro final son neutralizados. Se produce el parón típico, en el que Freire viaja siempre a rueda de Zberg (a priori el más rápido del grupo), hasta que tras la última curva, a unos 500 metros a meta, decide que es el momento de atacar y mientras que todo el grupo se va al lado izquierdo de la calzada, el lanza un ataque potente y no contestado por sus rivales, que no le conocían.
 
Fueron aproximadamente 30 segundos los que tardó Oscar en recorrer esa eterna recta, desde su ataque hasta que cruzó victorioso y brazos en alto la línea de meta. Seguramente los segundos más largos en la vida de Oscar, quien se había jugado a una sola carta todo su futuro sobre la bicicleta. Y le salió ganadora la carta.
 
Todo lo que siguió a continuación de esta carrera es más que conocido, pero esta fue la puerta abierta a la leyenda que el día 25 puede terminar de escribir con letras doradas. Es muy probable que no lo consiga, pero solo por lo conseguido hasta este momento, ya merece la eterna admiración, no solo del ciclismo, sino de todo el mundo del deporte.




Saludos a todos!!

martes, 6 de septiembre de 2011

El hundimiento de Ullrich

Hoy siento recuperar una etapa que ya comenté en su momento en este blog, la primera, pero creo que debía volver a reescrirla, debido a que no era del todo exacto lo que escribí en su momento.
 
En el Tour de Francia de 1998 se iba a disputar la 15ª etapa, en la cual se iba a llegar a un puerto inédito en la historia de la carrera, Les Deux Alpes, un puerto situado enfrente del Alpe D´Huez, previo paso por el Galibier subiendo por la vertiente del Telegraphe.
 
La climatología era muy diferente de la que se habían encontrado los ciclistas en días anteriores, ya que en la cima del Galibier había una temperatura de unos 4º, comparados con los más de 30º de días anteriores. Además había amanecido nublado y lluvioso el día.
 
A diferencia del año anterior, Ullrich, líder de la general, no contaba con una diferencia tranquilizadora, y su estado físico no era tampoco el deseado. Pero a pesar de eso seguía siendo el líder de la carrera. El segundo en la general era un Julich sorprendente, ya que ni era el jefe de filas de su equipo, el Cofidis (lo era Casagrande, ya en casa por una fractura). Se encontraba a tan solo 1 minuto y un segundo en la general. Empatados en 3º lugar se encontraban Jalabert y Pantani, a 3´01´´. También a menos de 5 minutos se encontraban reputados escaladores como Leblanc o Escartín, además de otra veintena de corredores en menos de 9 minutos en la general. Era por lo tanto una jornada propicia para poner en jaque al líder... y para que el equipo de este buscase alianzas con otros equipos (especialmente con Cofidis).
 
La etapa comenzó relativamente tranquila, formándose una pequeña fuga en la que se incluyeron dos Telekom (Aldag y Zabel), que nada más ser neutralizados de nuevo comenzaron a poner ritmo al pelotón. Pero las hostilidades se comenzaron a desatar a punto de coronar la Crois de Fer, ya que atacó en los últimos metros Jalabert y comenzó arriesgando en el descenso, en el cual se le unieron Boogerd y Rinero (4º final del Tour). El pelotón poco más adelante en el descenso los neutralizó, pero tras un parón se terminó formando en las últimas rampas del descenso un sexteto entre los que estaba de nuevo Rinero y también el Kelme Serrano. Llegaron con más de 2 minutos al fin del descenso.

Con algo más de 3 minutos llegó el sexteto a pie del Galibier, el siguiente puerto que afrontarían. Ya en el primer kilómetro, Leblanc lanzó un primer ataque casi camicace al pelotón. Tuvo que ser Riis quien neutralizase dicho movimiento, muy peligroso no solo por la proximidad en la general, sino por la violencia de Leblanc en sus ataques. Nada más ser neutralizado, otro ataque, este a cargo de Meier. Esta vez a por él salió Bolts. Bolts y Riis, los únicos dos compañeros que le quedaban a Ullrich a muchos kilómetros de meta. Ante esta sucesión de ataques, Bolts se colocó al frente del pelotón e impuso un ritmo que impidiera más ataques. Por detrás, Jalabert iba sufriendo e iba cediendo metros en el pelotón, y por delante, el sexteto ya había quedado reducido a un cuarteto.
 
En esta situación, y con un Aldag al frente del pelotón (otro Telekom, acababa de alcanzar cabeza de pelotón) se produjo un ataque del Chava, que no fue respondido ya que no era un hombre para la general. Acto seguido atacan Meier y Leblanc, al ver la no respuesta del Telekom al Chava Jiménez. Estos dos sí que eran respondidos y alcanzados por el pelotón. En esa situación fue en la que se llegaba a la cima del Telegraphe, mitad del puerto de Galibier, aproximadamente, con ya solo un dueto cabecero, Massi y Rinero, y una remontada del Chava por darles alcance.
 
Ya en las primeras rampas de la nueva subida, de nuevo otro ataque de Leblanc. Este ataque elimina a Bolts y casi lo hace con Riis, pero finalmente consiguen controlarlo y mantenerse este en cabeza. Y fue en ese momento cuando ya no era Meier quien secundaba los ataques de Leblanc, sino que era el mismísimo Escartín quien atacó. Y de nuevo, ¿quién si no? Leblanc lanza otro ataque al pelotón. Y Boogerd detrás de él le secunda (6º y 5º de la general), mientras que Riis está siendo totalmente desbordado por esos ataques. Riis ya no podía resolverle la papeleta a Ullrich y fue este quien, un aceleron mediante, iba a coger a estos 3 corredores, y en cuanto hubo de nuevo un parón, de nuevo lo aprovechó Escartín para atacar e irse ya definitivamente del grupo.
 
Fue en esos minutos cuando se dio la paradógica situación que Cofidis iba tirando en la fuga, con Rinero, y en el grupo, con Livingston. Un desastre su director, como en todo ese Tour, que bien pudieron haber ganado si hubieran hecho las cosas bien. Según se aparta Livingston, otro ataque de Boogerd y el enésimo de Leblanc. Apenas duran unos metros, pero lo que llevaba cociéndose mucho tiempo en el grupo de los favoritos, estaba a punto de estallar.

A 47 kilómetros de meta, y con 5 todavía para coronar el puerto, se produjo el momento mágico, se produjo el único ataque de Marco Pantani aquel día. Ullrich le vio salir pero se quedó clavado sobre su bicicleta. No fue capaz de responder al ataque, como tampoco fue capaz de responder al de Leblanc, que intentó coger rueda al italiano, pero acabó explotando Leblanc, la mecha que había quemado a todo el Telekom.

En muy pocos metros da alcance y pasa como si fuera un niño a Escartín. Mientras en el grupo Ullrich parecía totalmente fundido, quizás por haber tenido que responder a tantos ataques de manera personal. Por delante, el Chava y Marcos Serrano conectaban con cabeza de carrera. Pocos metros por detrás viajaba ya un Pantani que parecía que viajaba en moto, puesto que estaba metiendo unos 30 segundos por kilómetro al grupo de Ullrich. En la cima del mismo ya coronaba en cabeza el Pirata, seguido muy de cerca por el Chava, y algo más alejado por Massi, Rinero, Escartín y Serrano. Más lejos aún viajaba Leblanc, y por último, a 2´49´´ un hundido Ullrich con el grupo.
 
Afrontaba pues el alemán el descenso con esa pérdida frente al italiano, pero al final de la parte más rápida del descenso había conseguido reducir la desventaja hasta los 2 minutos. Sería lo más cerca que estaría ya aquel día de Marco, ya que a este se le unieron los Kelme para tirar de su grupo mientras que al alemán no le ayudaba nadie en su empresa. Encima, para colmo de males, a pie de Les Deux Alpes, pinchó su rueda delantera, y sus mecánicos estuvieron tan torpes en el cambio que Jan se enfrió totalmente. Al hundimiento físico que ya venía padeciendo, se unió en ese momento el psicológico.
 
Ya no quedaba lucha en la etapa. Pantani se iba por delante en busca de la victoria de etapa, dejando atrás a Escartín, con el premio añadido de que se iba a vestir de amarillo. Por su parte, el portador de la misma, Ullrich, se encontraba en una crisis total, de la que ni sus compañeros de equipo Bolts, primero y Riis después fueron capaces de rescatarle ofreciéndole su rueda. La imagen del campeón alemán era dantesca, ya que sus propios compañeros de equipo tenían que levantar el pie a cada momento para no descolgar a su líder. Esos eran los últimos kilómetros que iba a hacer con el maillot amarillo en su espalda Ullrich, y los estaba recorriendo completamente hundido. Nada que ver con el marchar de Pantani, quien al cruzar la línea de meta victorioso alzó los brazos, pero no en señal de victoria, sino de alivio. Acababa de darle un golpe al Tour.
 
Poco a poco fueron llegando los corredores a meta, siendo Massi el primero de ellos, seguido de Escartín. Muchos corredores fueron cruzando la línea de meta hasta que apareció por ella el trio del Telekom, con Bolts, Riis y un Ullrich que llevaba la pájara reflejada en la cara. Cruzaron la meta nada menos que a 8´57´´ del ganador del día y nuevo líder, Marco Pantani. Dicha general quedaría con Julich en 2º lugar a 3´53´´ y 3º un valiente Escartín, a 4´14´´. Ullrich se encontraba ahora 4º a nada menos que 5´56´´, pero aún no había dicho su última palabra en ese Tour.




saludos a todos!!!