Habitualmente en este blog, he hablado de grandes hazañas del ciclismo histórico. Cualquier gran etapa que haya tenido lugar durante los últimos 40 años de ciclismo (no van muchos post, de momento), pero hoy voy a cambiar drásticamente el tema sobre el que voy a hablar. Y, es que, a veces, también hay que detenerse en las personas, en lo que hay detrás de lo que vemos, que habitualmente no es más que una simple fachada.
Y es que hoy voy a hablar de un ciclista que fue ídolo, pero también fue villano. El protagonista de hoy será el malogrado Marco Pantani, un ciclista que fue capaz de levantar a miles de personas de su sofá en la hora de la siesta, pero también fue vilipendiado por una gran parte del mundo ciclista y por todos aquellos a quienes levantó de su asiento.
Marco nació un 13 de Enero de 1970, y voy a dar un salto en su vida hasta el año 1993, año en el que fue fichado por el equipo Carrera, disciplina a la que pertenecía el ídolo transalpino Claudi Chiapucci en aquel momento. Ese año dio el salto a profesionales y comenzó a dar detalles de su calidad en alguna etapa. Pero su explosión fue al año siguiente, en 1994, primero en el Giro de Italia, que finalizó 2º, y en el mes de julio de ese año, en el Tour de Francia, que concluyó 3º y siendo el mejor joven.
El año siguiente, el 95, fue un año de luces y sombras. Tuvo actuaciones dignas en Giro y Tour, aunque no al nivel del año anterior, y finaliza tercer0 el Campeonato del Mundo de Colombia, el más duro de cuantos se recuerda. Pero sufre el accidente más grave de su carrera un 18 de Octubre. Sufre, junto a otros dos ciclistas un atropello por parte de un coche y tiene que padecer una dura operación, y un largo post-operatorio.
Volvió a la bici a fines de verano de 1996, y volvió en su máximo esplendor en el Tour del 97, finalizando 3º, y preparándose para el que fue su gran año, el 1998. En ese año ganó la general del Giro y del Tour, realizando en esta grande una de las etapas míticas de la historia, ya narrada en este blog, la de Les Deux Alpes.
Pero llegó 1999, y con ese año, el que fue el gran golpe a su carrera. A tan solo una etapa para el final del Giro d´Italia es expulsado de la carrera por dar positivo por tener un hematocrito alto. Esa expulsión significó el principio del fin de Marco. Renuncia a participar en el Tour y en la Vuelta de ese año.
Al año siguiente, en 2000 si que vuelve a participar en el Tour, pero muy lejos de ser el Pantani de anteriores participaciones. Posteriormente su ultima aparición fue en un Giro de Italia, el de 2003. Su actuación, de nuevo, lejos de su nivel. El último gran palo a su vida, fue la no admisión por parte del Tour en la edición de ese año. Meses después es ingresado en una clínica de tratamiento de depresiones, en Padua.
Pero fue entonces cuando se produjo un extraño viaje a Cuba, antes de Navidad. A ese viaje se marchó sin informar a nadie, y acompañado por un medico cuya identidad a día de hoy aun se desconoce. Allí el propio Maradona hizo de anfitrión. Esa experiencia debió de ser positiva, puesto que volvió antes de final de año de nuevo a La Habana, y tras una serie de escándalos (drogas de por medio), la justicia le dio una especie de expulsión diplomática.
En esas semanas se produjo la ruptura familiar, puesto que su padre intentaba evitar que tuviese acceso a sus bienes económicos. Engordó casi 30 kilos en muy poco tiempo. Pero todo eso no evitó que sustrajera de la cuenta corriente unos 200.000 euros destinados a cocaína, seguramente junto a la que apareció su cuerpo el 14 de Febrero.
Llegó el 9 de Febrero y un viaje, casi sin equipaje, a Rimini, un lugar con playas y paisajes propios para el estado depresivo que padecía. Allí se aloja en un hotel, dormía en el sofá y no tenía ni móvil. Amigos suyos que le visitaron, decían que alternaba momentos de lucidez con otros de total ausencia.
En esos últimos días llega a preguntar a una camarera que si tiene miedo de él, que si le considera un tipo extraño. Mientras los padres, que se encontraban en Grecia, solo consiguen ser atendidos por la máquina que dice que el abonado está fuera de cobertura, al intentar llamar a su hijo al móvil.
En su última noche, Marco tiene bastante hambre, y consigue que el dueño del hotel llame al restaurante de Oliver Laghi, apasionado del ciclismo, y quien personalmente le lleva la cena. Esa última cena, a la que fue invitado, era una tortilla de setas, una ensalada y una coca cola.
Y llegó ese fatídico 14 de Febrero de 2004. Marco ya se había fabricado su coctel de antidepresivos, y rodeado de polvo blanco, tumbado en el sofá. La última persona que le escuchó con vida, fue el recepcionista, y sus últimas palabras antes de atrincherarse fueron "Por favor, no quiero que nadie me moleste, ni que nadie venga a arreglar la habitación".
Efectivamente, no quería ser molestado a la espera de la muerte, puesto que movió los muebles más contundentes de la habitación y los colocó en la puerta.
Lamentablemente, a la temprana edad de 34 años, a media tarde de aquel San Valentín (14 de Febrero) de 2004, su llama se apagó...
Saludos a todos!!
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