Mostrando entradas con la etiqueta Pantani. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Pantani. Mostrar todas las entradas

jueves, 13 de febrero de 2014

Cascata del Toce. El último canto de cisne de Pantani

Marco Pantani era un joven ciclista de Cesena que se convirtió en ídolo de su país un 5 de junio de 1994, derrotando al mismísimo Miguel Indurain. Aquella victoria, y su actuación tanto en ese Giro como en el Tour de ese año, hizo soñar a sus compatriotas con la posibilidad de que uno de los suyos volviese a conquistar París y devolviese al país a la senda del triunfo en las grandes rondas. Durante años hizo vibrar no solo a los italianos, sino a todo el mundo del ciclismo, con sus ataques demoledores en las rampas y puertos más exigentes del calendario ciclista, junto a sus incontables victorias.

Pero todo se torció un 5 de junio de 1999, justo cinco años después del día en que se dio a conocer al mundo, con un análisis de hematocrito que resultó positivo, en la mañana siguiente a la etapa de Madonna di Campiglio. Ese positivo significó la caída al abismo del Pirata, aunque en ese momento aún era pronto para saberlo, y nadie quiso, o pudo, ayudarlo a salir del pozo en el que se iba a hundir en los siguientes años.

Ese positivo le imposibilitó hacerse con el triunfo en un Giro que tenía ganado, y tampoco acudió al Tour, algo que ya tenía pensado antes del positivo, decidiendo dar la temporada por concluida. Nunca volvió a recuperar el magnífico nivel que había mostrado en esos dos últimos años, bien fuera por caídas, por lesiones, o por su propia cabeza, que sería su mayor rival en esos sus últimos años de vida.

Nunca llegó a recuperar el nivel de antaño, pero en el Tour 2000 nos hizo soñar con volver a ver al mejor Pantani
A pesar de no ser el mismo corredor que antes del positivo, en el 2000 nos regaló un puñado de grandes actuaciones, como su triunfo en Courchevel, que sería su postrera victoria en el Tour, o especialmente la etapa en que pasaban por el Joux Plane, donde pudo hacer perder la carrera a Armstrong. No volvió a la carrera francesa, pues por el empeño de Leblanc había sido vetado por la organización, pero sí siguió apareciendo en su carrera, el Giro de Italia, hasta su muerte. Allí no brilló de la misma manera que en la Grande Bouclé, pero siguió regalando momentos ilusionantes, como los dos últimos ataques que protagonizó en 2003, uno en el Zoncolan, y otro, el último, el que contaremos a continuación, en Castata del Tocce.

Su muerte, meses después de aquella participación en el Giro, no hizo sino hacer eterna la figura del Pirata, un hombre que emocionó a los amantes del ciclismo durante poco más de un lustro, para luego después caer en un abismo de depresiones, alcohol, fiestas y mujeres del que ya no pudo salir, mezclado todo ello, eso sí, con fugaces momentos de resurrección que hicieron emocionarse a todo amante del ciclismo. Hoy, 10 años después de su muerte, los aficionados no podemos sino añorar la figura de Marco Pantani y lo que significaba para cada carrera en la que se colgaba un dorsal.

Castata del Tocce, el último ataque
La 19ª etapa del Giro 2003 iba a ser la última con final en alto de la carrera, y por lo tanto el Paso de Toce Formazza iba ser la última para los escaladores de conseguir brillar en la ronda italiana. La carrera ya había quedado vista para sentencia en previamente, puesto que Simoni aventajaba al segundo y tercer clasificado de la general, Garzelli y Popovych, respectivamente, en cerca de ocho minutos.

Esta última etapa montañosa de la carrera iba a ser una jornada maratoniana, de casi 240 kilómetros, pero a cambio sólo se iba a afrontar una única dificultad montañosa, la subida a Cascata del Toce, cima inédita en la carrera. Ese puerto, situado en los Alpes, cerca de la frontera con Suiza, tendría una longitud de 17,1 kilómetros, con un porcentaje suave, del 5,2%, pero con rampas que rondan el 10%, con un desnivel de 700 metros.

Iba a ser una jornada bastante dura, puesto que aunque el puerto no fuera de gran dureza, los corredores afrontarían esa jornada de kilometraje infernal, que se sumaba a la etapa anterior donde medio pelotón había sido expulsado de la carrera por llegar fuera de control y a los veinte kilómetros que precedían al puerto, que marchaban siempre hacia arriba, y al hecho que los corredores habían tenido que madrugar bastante ese día, ya que la salida de los 97 corredores que quedaban en carrera tendría lugar a las 9 y media de la mañana.

La etapa, hasta la llegada a Formazzo en los últimos 40 kilómetros de la misma, no tuvo ningún tipo de historia, aparte del hecho que Magnus Backstedt se asegurase la clasificación del Intergiro, por delante del checo Jan Svorada.

Tras pasar el Lago d´Orta, antes de la última subida, la fuga de cuatro corredores, en donde destacaría la presencia del combativo corredor del Kelme, Tino Zaballa, iba a ser neutralizada, debido al trabajo del Vini Caldirola. El conjunto italiano se estaba mostrando muy ofensivo ese día, más por defender la segunda posición de Garzelli ante un incipiente Popovych, situado a 11 segundos en la lucha por la segunda plaza, que por inquietar a un sólido líder Simoni.

Conforme avanzaba la carrera, ya en ese último puerto y con la escapada reducida, el grupo cabecero vio como poco a poco éste iba a ir perdiendo unidades, quedándose en cabeza un grupo de unas 35 unidades, con todos los grandes nombres entre ellos; Simoni, Garzelli, Popovych, Frigo, González... Entre esos hombres importantes de la carrera se iba a encontrar el que había sido el corredor más importante del país transalpino en las últimas décadas, Marco Pantani.

El grupo iba a marchar compacto durante los primeros kilómetros de la ascensión, hasta que a falta de unos 8 kilómetros se produjo el primer ataque en el grupo. Caucchioli, tercero en la edición de 2002 y que casi no se había dejado ver en la presente edición, iba a ser quien lanzase ese ataque. Mazzoleni intentaría seguir el ritmo de su compatriota, pero le sería imposible, por lo que se reincorporó al grupo. Quien sí pudo seguir al italiano del Alessio fue el joven luxemburgués Kim Kirchen, del Fassa Bortolo, con quien formó un dueto cabecero durante varios kilómetros.

Pantani renace de sus cenizas
Poco después de pasar por la pancarta de cinco kilómetros a meta, en una larga recta y saliendo desde la cola del pelotón, en donde se encontraba junto a un compañero del Mercatone, saltó del grupo a gran velocidad Marco Pantani. Un Pantani que, al igual que hiciera en el Galibier cinco años atrás, o en Santa Cristina el día en el que le conoció el mundo, sujetaba el manillar por su parte baja y marchaba de pie sobre la bicicleta con la cabeza agachada, tratando de lanzar uno de sus famosos y demoledores ataques.

Ese ataque, aunque un tanto inesperado, era al tiempo deseado por todos los amantes de este deporte desde hacía casi cuatro años. Marco Pantani, Il Pirata, se había puesto en cabeza del grupo y había conseguido abrir un hueco de varios metros con respecto al resto de corredores que formaban el pelotón principal.

La noticia del ataque comenzó a correr como la pólvora entre los tiffosi que habían acudido aquel día al puerto, que comenzaron a emocionarse y soñaron con una nueva victoria de su ídolo. Ya nada más le iba a importar a los tiffosi ese día, pues podían estar asistiendo al resurgir del Pirata.

Ante el ataque, los tiffosi soñaron con un nuevo triunfo, que jamás se produciría, del Pirata
Esta vez no tuvo éxito su ataque, como sí lo había tenido en otras tantas ocasiones, ya que ni el pelotón, en general, ni Simoni, en particular, le iban a hacer ningún tipo de concesión. Apenas medio kilómetro después de haber abierto un pequeño hueco, era neutralizado por Frigo, Belli, Simoni y Pellizotti. En ese corto tiempo que había durado el ataque, fueron neutralizados los corredores que marchaban en cabeza de carrera, el de Alessio, Caucchioli y el de Fassa, Kirchen. Había puesto al grupo de favoritos en fila de uno, pero no había tenido éxito el ataque.

A pesar de que no haber podido escaparse, que su ritmo no fuera el del campeón de tiempo atrás, sino más bien el de un simple corredor que no era capaz de dejar atrás a unos rivales que años atrás no podían ni haber soñado con seguir su rueda un puñado de metros en un puerto, Pantani no se dio por vencido y siguió luchando.

Marco ya no era el corredor de años atrás, pero él seguía siendo un luchador infatigable. Todo lo que había conseguido, había sido con un sacrificio y un esfuerzo enorme. Porque él no entendía otro lenguaje que no fuera la lucha y el sacrificio, como demostró en los momentos más duros de su carrera; la lesión producida por el atropello de la Milán-Turín de 1995, o, especialmente, al análisis positivo de Madonna di Campiglio de 1999. Después de cada gran golpe que se había llevado en su vida, había luchado y se había levantado, aunque ese último golpe le dejase muy tocado. Ahora, con 33 años, no iba a ser menos e iba a honrarse a sí mismo en el que sería el último puerto en carrera de su vida.

Volviendo a la carrera, cuando aún faltaban unos cuatro kilómetros para alcanzar la línea de meta, Marco no sólo no se escondió o buscó refugio en el centro del pelotón, sino que siguió al frente del grupo, realizando una de sus habituales aceleraciones, que otrora ahogaban a los rivales. Inicialmente tan sólo Simoni fue capaz de seguir el ritmo del rapado corredor italiano, aunque sin llegar a coger completamente su rueda. Otra vez que, en apenas unos minutos, volvía a hacer soñar a sus incondicionales. Pero no era más que otro espejismo, pues unos segundos después era neutralizado por un grupo de ocho unidades, encabezado por el líder de la carrera. En ese nuevo grupo cabeza de carrera destacaba la ausencia del segundo corredor de la general, y antiguo compañero del Pirata, Stefano Garzelli, que marchaba con unos metros de retraso con respecto a la cabeza de carrera, aunque rápidamente se recuperaría.

Lo había intentado dos veces Marco y en ambas le habían neutralizado, pero como dice el refrán, no hay dos sin tres, y, por supuesto, hubo un tercer ataque de Marco, el tercero en poco más de un kilómetro. En el momento de su ataque, Simoni iba encabezando el grupo y, viendo como le había costado cogerle rueda en el ataque anterior, prefirió darle un poco de libertad en este tercer intento, sabedor que la carrera se la estaba jugando con otros hombres, no con su antiguo rival desde que eran cadetes.

Aunque no peleaba por la general, Simoni no dejó marchar al que era su máximo rival desde cadetes
Poco iba a durar el sueño de la gente de volver a ver como alzaba los brazos en la línea de meta Pantani, ya que a tres kilómetros de meta iba a ser neutralizado definitivamente por un grupo de catorce unidades, en el que Simoni imponía un ritmo asfixiante. Este sería el epílogo de la carrera de Marco Pantani, un último canto de cisne que regalarle a esos aficionados a los que tanto había hecho disfrutar hacía no tanto tiempo.

Simoni vence, Pantani permanece en el recuerdo

Tras alcanzar al pirata hubo un pequeño parón en el grupo, que duró lo que tardaron en llegar a una curva de herradura, tomar aire todos los corredores y mirarse a la cara. Un nuevo demarraje se avecinaba, y este iba a correr a cargo de Franco Pelizotti. Nadie en el grupo, con excepción de Simoni iba a poder responder al ataque del elegante corredor italiano. Ambos corredores abrieron un pequeño hueco con el grupo que ahora cerraba un agotado Pantani justo antes de entrar en las galerías que se encontraban en los últimos dos kilómetros.

Sería en esas galerías, en un momento en el que las cámaras de televisión no pudieron captar, cuando el capo de la carrera, Gibo, se quedaría en solitario en cabeza de carrera, buscando una brillante victoria de etapa. Había controlado a la perfección la etapa, y a la salida de las galerías, ya en el último kilómetro, marchaba en solitario, por delante de un grupo formado por Frigo, Mazzoleni, Noe y Pelizotti. Pantani, por su parte, ya no tenía fuelle e intentaba aguantar la rueda de su compañero Gasperoni, quien trataba de ayudarle a llegar a meta.

La etapa fue finalmente para el líder de la carrera, Gilberto Simoni. Un Gilberto que se hacía de esta forma con su tercera victoria parcial de la carrera. Pero a pesar de su brillante victoria, ni los focos ni los flashes estaban dirigidos a él. Esa atención estaba dirigida a otro corredor que no haría ni entre los diez primeros clasificados del día, un hombre que iba a entrar en meta a 44 segundos del ganador, arropado por su compañero Gasperoni. Simoni había ganado, pero los tiffosi sólo querían al otro hombre, alguien que para ellos estaba por encima del bien y del mal.

Simoni había vencido la etapa y la general, pero la afición sólo tenía ojos para Pantani
Ese otro hombre no podía ser otro que Marco Pantani, ídolo del país, y que aquel 30 de mayo de 2003 iba a vivir el que sería su epílogo en la carretera y casi en su vida misma, pues apenas unos meses después aparecería muerto en aquella habitación del hotel de Rimini. Su trágico desenlace no iba a hacer más que convertir en mito a alguien que ya era una leyenda. Marco, diez años después de su muerte, y dieciséis después de haberlo conseguido, sigue siendo el último corredor italiano en vencer en el Tour de Francia y es el último corredor que ha conseguido el doblete Giro-Tour, consiguiendo ambos logros en 1998.


Clasificación 19ª etapa. Canelli-Cascata del Toce:
1- Gilberto Simoni (Saeco) 6h 20´05´´
2- Dario Frigo (Fassa Bortolo) a 3´´
3- Eddy Mazzoleni (Vini Caldirola-Sidermec) m.t.
4- Andrea Noe (Alessio) a 10´´
5- Franco Pelizotti (Alessio) a 13´´
6- Wladimir Belli (Lampre) a 21´´
7- Raimondas Rumsas (Lampre) a 27´´
8- Yaroslav Popovych (Landbouwkrediet) m.t.
9- Stefano Garzelli (Vini Caldirola-Sidermec) a 36´´
10- Aitor González (Fassa Bortolo) a 39´´
...
12- MARCO PANTANI (Mercatone Uno) a 44´´

Clasificación General:
1- Gilberto Simoni (Saeco) 85h 44´ 39´´
2- Stefano Garzelli (Vini Caldirola-Sidermec) a 8´ 04´´
3- Yaroslav Popvych (Landbouwkrediet) a 8´ 06´´
4- Andrea Noe (Alessio) a 9´ 49´´
5- Georg Totschnig (Gerolsteiner) a 10´ 35´´
6- Raimondas Rumsas (Lampre) a 11´ 01´´
7- Dario Frigo (Fassa Bortolo) a 12´ 38´´
8- Franco Pellizotti (Alessio) a 14´ 21´´
9- Serhiy Honchar (Di NArdi) a 16´ 28´´
10- Wladimir Belli (Lampre) a 20´ 17´´
...
13- MARCO PANTANI (Mercatone Uno) a 27´ 16´´


Saludos a todos!!

martes, 23 de julio de 2013

Hautacam 1994. Indurain pasa a la ofensiva

La temporada de 1994 no estaba resultando tan satisfactoria para Miguel Indurain como lo habían sido las dos temporadas anteriores. En esas dos temporadas, el corredor navarro se había hecho con la victoria final en el Giro de Italia, para posteriormente completar el doblete venciendo también en el Tour de Francia. Pero en esa temporada 94, Miguel no pudo hacerse con el triunfo en la ronda italiana, cediendo tan privilegiada posición al ruso Evgeni Berzin, mientras que segundo fue un irreconocible joven llamado Marco Pantani (que lucía pelo en aquel momento). El campeón de los dos años anteriores solamente pudo ser el tercer hombre en el pódium.

La preparación para el verdadero objetivo del año, el Tour, no había sido la esperada ni para el corredor, el equipo, ni mucho menos para la prensa y aficionados. A ese rendimiento inferior al esperado por parte del corredor del conjunto Banesto, se sumó la excepcional actuación de Tony Rominger, segundo en el Tour el año pasado, en la Vuelta a España de ese año, en la cual venció con una solvencia propia de un gran campeón.

Estos dos hechos hicieron que los medios de comunicación vaticinaran que el fin del reinado de Miguel Indurain era inminente, y que en este Tour tomarían el relevo otra serie de corredores. El principal candidato a coger el testigo sería el suizo Rominger, que se postulaba como el gran rival en la lucha por la Grande Bouclé. Se pensaba en la previa de la ronda francesa que en ese momento la pauta en las ascensiones la iba a marcar el campeón suizo, pero no se quisieron dar cuenta los medios que realmente de que ese nuevo patrón a seguir en las subidas iba a ser cosa de quien sería uno de los aspirantes al triunfo final, el joven escalador que ya le había derrotado en el último Giro, Pantani.

Finalmente, entre tantas quinielas sobre favoritismos y jubilación anticipada o no del actual campeón, comenzó la carrera un 2 de julio de 1994, en Lille. El vencedor del prólogo fue el británico Chris Boardmand, quien aquel día voló literalmente. El segundo en el registro del día fue el navarro Indurain, por lo que el Tour no comenzaba del todo mal para el defensor del título.

La jornada clave de la carrera fue la contrarreloj que se disputaría dos jornadas antes del primer contacto con la montaña, en la que se afrontaría la subida a Hautacam. En esa crono el que voló fue Indurain, haciendo nacer el mito del “Tirano de Bergeraç” ya que alejó a un mundo a todos y cada uno de sus rivales de la carrera, siendo el más próximo después de aquel día Tony Rominger, pero con 2 minutos y 28 segundos de retraso en la general.

Indurain pasa a la ofensiva
El corredor español había destrozado la carrera después de la primera y única contrarreloj llana de aquel año. Después de su exhibición no había más que un solar en la lucha por quitarle el maillot amarillo. Pero aún no había comenzado la alta montaña de la carrera, y en ella se podía vivir un vuelco en la general, situación en la que confiaban todos los aspirantes. Aquella primera etapa montañosa tendría un perfil unipuerto, con una única subida en toda la jornada, la de Hautacam, que sería el final de la etapa. La subida de Hautacam tendría 16 kilómetros y un porcentaje medio del 7.3%.

Al llegar a pie del puerto habría un grupo formado por cinco unidades en cabeza de carrera, grupo que rápidamente se fragmentaría según comenzasen las primeras rampas. El primer ataque en el seno del pelotón fue obra del corredor del Mapei Arsenio González, preparando teóricamente el terreno para el ataque de su jefe de filas, Rominger. Pero el ataque no prosperó y apenas duró unas decenas de metros, debido al excepcional trabajo de González Arrieta, del Banesto, controlando la carrera.

El siguiente corredor en atacar sería Udo Bolt, con Pantani y Giorgio Furlan a su rueda. El ataque no fue especialmente duro, pero tuvo una continuidad inmediata en la persona de Pantani, que forzó el ritmo y se marchó en solitario, ya que tanto Furlan, como Bolt no podrían seguir el ritmo. Ese fue el momento en el que Indurain echó un vistazo atrás al grupo de los favoritos en que marchaba y se puso en cabeza del mismo poco antes de pasar por la pancarta de 10 kilómetros a meta, aunque pronto recibió la ayuda de su compañero Jean François Bernard y abandonó la cabeza de su grupo.

El hueco que había abierto Pantani con el grupo de favoritos se situaba ligeramente por encima de los quince segundos. En el grupo ahora marcaba el ritmo Bernard, marchando con Indurain a rueda. Rominger no estaba transmitiendo buenas sensaciones y durante mucho tiempo marchó en las posiciones centrales o traseras del grupo, al igual que sus compañeros Olano y Escartín, que lo descolgaban. Riis, la revelación el año anterior (junto con Jaskula) con su quinto puesto final, también marchaba a cola del grupo. Virenque, De Las Cuevas, Zülle, Conti, o Ugrumov eran otros de los componentes del grupo. 

A 7.5 kilómetros para el final, cuando la ventaja de Pantani había superado los 40 segundos, fue Laudelino Cubino quien atacó en el grupo. Se le dejó un pequeño margen de tiempo, y tras un nuevo vistazo a la parte trasera del grupo, Indurain se puso en cabeza del mismo, imponiendo un fortísimo ritmo, que estaba haciendo mucho daño al resto de rivales.

Algo había visto el navarro para ponerse a tirar en cabeza con esa fuerza. Y ese algo fue que al girar su cabeza una y otra vez para buscar a su máximo rival, vio a Rominger casi en todo momento en la parte trasera del grupo. Después de tan sólo un minuto de imponer un fuerte ritmo Miguel, Rominger se quedó totalmente descolgado de un grupo que quedó hecho añicos. Olano trataba de llevar delante a su jefe de filas, pero no había nada que hacer, el suizo no marchaba y Miguel iba super.

Rominger, Zülle, Cacaíto Rodríguez, Ugrumov, De Las Cuevas... todos, uno a uno se fueron descolgando de la rueda del navarro, a la que en el paso por la pancarta de 5 kilómetros a meta solo quedaban a su rueda dos Festina, Virenque y Luc Leblanc. 25 segundos separaban en ese punto al trío en el que iba el líder de la general y el corredor que marchaba como cabeza de carrera.

Dieter Senft, situado antes de la pancarta de 4 kilómetros a meta, fue testigo directo de la exhibición que estaba realizando aquel día Indurain. Poco después de encontrase con el diablo alemán, Virenque no pudo seguir el ritmo y se cortó de la rueda del corredor español y de su compatriota francés. La ascensión estaba recordando a los mejores momentos que se habían visto del belga Eddy Merckx, con un ritmo que estaba destrozando a todos y cada uno de los demás corredores. En la pancarta de 4 la desventaja del español era de 20 segundos con respecto al escalador italiano. Las diferencias de Indurain y Rominger no se fueron mostrando en ningún momento por parte de la realización, pero la fortaleza que transmitía Indurain en su pedalada contrastaba con el ritmo cansino del suizo.

Poco antes del último kilómetro de la etapa, Miguel neutralizaba el peligroso ataque de Pantani, al tiempo que Leblanc, que no había gastado un gramo de fuerza intentando hacer algún relevo, lanzaba un poderoso ataque. Ese gesto le molestó muchísimo a Indurain, quien aceleró nuevamente su ritmo, y en apenas medio minuto hizo que se viniera abajo la tentativa del bravo escalador francés. Pantani, al tiempo, que había cogido su rueda, no pudo seguir el ritmo y comenzó a ceder metros.

Un Miguel lleno de rabia había neutralizado rápidamente el ataque de Leblanc, además se colocarse a rueda inicialmente, hasta que pensó en seguir abriendo hueco de cara a la general antes que en la victoria de etapa y se puso otra vez a la carga.

En los últimos metros, entre una niebla que impedía ver siquiera quien atravesaría antes la línea de meta, Leblanc se ponía en cabeza del dueto formado por Miguel. Leblanc sería el primero de los dos en sprintar y la maniobra le salió bien, ya que Indurain se había quedado sin fuerzas para tratar de conseguir la victoria.

Aquel día solamente Leblanc había sido capaz de seguir la rueda de un Miguel Indurain totalmente desconocido en el Tour, ya que jamás, desde que se vistiera por primera vez de amarillo, había realizado un ataque en montaña como el que ese día pudieron disfrutar los aficionados al ciclismo. El corredor navarro dejó sentenciada la carrera con aquel terrible movimiento en la primera jornada de montaña de la carrera, ya que aventajó en meta al que, a priori, era su máximo rival en la carrera, el suizo Tony Rominger, en casi dos minutos y medio. Miguel iba a salir de Hautacam conservando el maillot amarillo y distanciándose del suizo, siguiente clasificado de la general, en casi cinco minutos de ventaja. Sólo un fantástico Leblanc consiguió evitar que Indurain consiguiese el broche dorado a una jornada perfecta para él.

Clasificación 11ª etapa.
1- Luc Leblanc (Festina) 6 horas 58 minutos 4 segundos
2- Miguel Indurain (Banesto) a 2´´
3- Marco Pantani (Carrera) a 18´´
4- Richard Virenque (Festina) a 56´´
5- Armand de las Cuevas (Castorama) a 58´´
6- Pavel Tonkov (Lampre) a 1´ 26´´
7- Piotr Ugrumov (Gewiss-Ballan) m.t.
8- Enrico Zaina (Gewiss-Ballan) a 1´ 36´´ 
9- Roberto Conti (Lampre) a 1´ 46´´
10-Laudelino Cubino (Kelme) a 1´ 50´´

Clasificación general
1- Miguel Indurain (Banesto) 51 hora 47 minutos 25 segundos
2- Tony Rominger (Mapei) a 4´ 47´´
3- Armand De las Cuevas (Castorama) a 5´ 36´´
4- Piotr Ugramov (Gewiss-Ballan) a 8´ 32´´
5- Luc Leblanc (Festina) a 8´ 35´´
6- Bjarne Riis (Gewiss-Ballan) a 8´ 59´´
7- Gianluca Bortolami (Mapei) a 9´ 14´´
8- Abraham Olano (Mapei) a 9´ 20´´
9- Thomas Davy (Castorama) a 9´ 46´´
10- Enrico Zaina (Gewiss-Ballan) a 11´ 15´´


Saludos a todos!!

miércoles, 13 de febrero de 2013

La última gran cabalgada del Pirata

Marco Pantani se presentó en el Tour de Francia de 2000 como un corredor sin un objetivo claro sobre su participación en la carrera. Sólo las circunstancias de la misma y la actitud dictatorial de Armstrong consiguieron sacar de la burbuja de autodestrucción en la que se había sumido el italiano desde su expulsión en el Giro del año anterior y provocaron que viéramos por última vez en las carreteras francesas a Pantani acometiendo un gran ataque en montaña.

Marco Pantani se presento en el Tour de Francia del año 2000 como un corredor muy diferente al que había ganado esa misma carrera dos años antes. En la salida no está mental ni físicamente preparado para ganar, pues ya no era aquel corredor. Llegó a la carrera después de casi un año de retiro, tras su expulsión en el Giro de Italia del 99, que ya tenía en su mano. Desde aquella expulsión, únicamente había participado en el último Giro, aunque lejos de su nivel habitual y sin encontrarse al máximo de su rendimiento, culminando su participación con una aparatosa caída en las últimas etapas.
 
Marco no tenía opciones reales de ganar la carrera, pero si hubiera corrido con cabeza podría haber optado a subirse al pódium, y de esta forma podría haberse congraciado con la dirección del Tour, después de los desencuentros que hubo entre ambas partes a raíz de los sucesos ocurridos en la edición en la que se proclamó como ganador. No había hecho ninguna concentración específica de trabajo desde el año anterior, no había realizado ningún tipo de preparación y no tenía ningún objetivo concreto para ese año.

Pasan los primeros días de carrera, y Marco es uno más entre el pelotón, sin poder asomar la cabeza en ningún momento entre los hombres de cabeza. No era su momento, sino todo lo contrario, era el momento de intentar no perder tiempo con respecto a los buenos rodadores de la carrera. Antes de llegar a los Pirineos, primera cordillera montañosa de esa edición, la participación de Pantani no estaba siendo buena, puesto que rondaba el 90º puesto de la general, a unos 6 minutos del verdadero capo de la carrera, aunque aún no líder, el norteamericano Lance Armstrong. Y la cosa no iba a mejorar, sino todo lo contrario en la primera etapa montañosa de Hautacam, donde fue el último de los escaladores en llegar a meta de entre los favoritos, y cedió unos cuatro minutos con respecto al ahora nuevo líder, Armstrong. Pero si por algo se caracterizó Marco durante toda su vida deportiva, fue por su persistencia y por no tirar jamás la toalla. 

La humillación de Mont Ventoux
Llegó la etapa del Mont Ventoux, y parecía que iba a vivir nuevamente una odisea el italiano, ya que se quedó rápidamente cortado del grupo de favoritos en las primeras rampas del Monte Pelado. Marco peleó contra sí mismo y se reenganchó, después de muchos kilómetros de persecución, al grupo de los favoritos. Aún así, eso no era suficiente para él, alguien como él no podía conformarse con solo ir a rueda de un grupo, así que atacó en varias ocasiones hasta que consiguió marcharse en solitario. Los corredores le ven salir y alguno intenta salir a su rueda, pero ninguno puede seguir su ritmo. Ni Heras, ni Virenque, ni por supuesto Ullrich. Todos quedan cortados. Todos salvo uno, que cuando vio que la ventaja del Pirata era suficiente, cambió el ritmo del grupo y en un sprint prodigioso en la montaña se puso rápidamente en paralelo al italiano. Ese corredor no era otro que el líder de la carrera, Lance Armstrong, quien marchó en esos últimos kilómetros con él. Hubo una cierta armonía entre ambos, hasta que se produjo la llegada a meta, donde el americano humilló a Pantani, ya que no se conformó con regalar la etapa, intentando hacer un gesto al estilo Indurain, sino que con sus posteriores declaraciones dejó claro que le regaló la etapa, haciendo ver a todo el mundo que él era el hombre más fuerte. Pantani era un campeón, no un corredor cualquiera, y no quería las migajas que el líder le quisiera regalar.

Armstrong había humillado al de Cesena en el Mont Ventoux, y eso probablemente afectó a una persona con graves alteraciones emocionales. Hubo cruce de declaraciones entre ambos corredores, culminando cuando Lance llamó Elefantino a Pantani, un insulto que había detestado desde que pequeño. Desde ese momento Pantani decidió hacer de los Alpes una cruzada contra los corredores del US Postal, encabezados por la persona que no le había respetado a él, todo un campeón del Tour. 

Después de esa victoria en el Mont Ventoux, Marco era el 12º clasificado de la general. La siguiente etapa iba a ser la de Briancon, en la que los corredores atravesarían el Izoard. Pantani volvió a atacar en la montaña. A Armstrong no le sentó nada bien ese ataque. Él era el hombre más fuerte de la carrera y no entendía porque ese corredor al que ya había regalado una etapa no se sometía a la ley que él dictaba. El italiano estaba cabreando al líder y este no conseguía entender como después de todos los palos que se había llevado ya en aquel Tour, este todavía seguía atacando y lo hacía sin someterse a lo que él mandaba. Esto era lo que más cabreaba al americano, más que la infinidad de ataques que hizo, sino que el cesenático no temía lo que Lance pudiera hacerle en carrera.
 
Por supuesto Lance saltó a por Pantani en el Izoard y ambos se fueron, con el italiano intentando dejar descolgado al americano y este pegado a su rueda. Pero ese no era el juego que quería Marco, que solo quería destrozar al líder y en el descenso termina con su ataque y se reincorporan ambos al grupo de los favoritos, con una bronca tremenda del líder a Marco y este pasando del asunto e intentando divisar una mejor oportunidad en el horizonte. Aún así Pantani no se rindió por aquel día, y cuando llegaron al repecho de Briançon, lanzó un nuevo ataque. Esta vez si se fue, tan solo por un puñado de segundos, pero había escapado por fin alguien del cerco del americano sin que este lo hubiera autorizado. Ahora Pantani era el noveno corredor de la general, conseguido gracias a ser el corredor más testarudo del pelotón y a no rendirse en ningún momento.

Para la etapa de Courchevel ya hay otro Pantani. No es el de las dos temporadas anteriores, pero es un corredor completamente diferente al de la primera semana de carrera y con una gran confianza en sí mismo. Aquel día consiguió la que será su última victoria en una gran carrera por etapas, y lo hará a lo grande, como las que había conseguido durante la década anterior. Al comenzar el puerto de Courchevel incrementa su ritmo, se pone en primer lugar del grupo y su ritmo no puede seguirlo ningún otro corredor. Tan solo el Chava Jiménez consigue ir a su rueda varios kilómetros, pero será inútil, ya que el Pirata le deja descolgado y se alza con la victoria en solitario en la cima de Courchevel, sacando una gran ventaja al grupo de favoritos. Como premio, Marco se colocaba en sexta posición de la general, a un mundo del líder, a 9 minutos y 3 segundos, pero con el segundo puesto relativamente a tiro, ya que Ullrich, el segundo de la general, se encontraba a 7 minutos y 26 segundos del líder, por lo tanto, con poco más de un minuto y medio de ventaja con respecto a Pantani. Beloki, Moreau y Heras se encontraban entre ambos. El pódium, corriendo con cabeza, era una realidad, estaba al alcance de su mano.

Courchevel-Morzine. 196 kilómetros de sufrimiento
Comenzó la última etapa montañosa de la carrera, la que iba a llevar a los corredores a Morzine, en una etapa que comenzaba en Courchevel y que llevaba a los corredores a Morzine a través de 196.5 kilómetros. En ella iban a atravesar cinco puertos de montaña; Saisies sería el primer puerto, en el kilómetro 80 de carrera. Un primera categoría de más de 15 kilómetros a más del 6%. El Aravis, de 8 kilómetros y segunda categoría, estaría en el kilómetro 106. En el kilómetro 131 los corredores se encontrarían con la Colombiere, un primera de casi 12 kilómetros. La penúltima dificultad del día sería el Chatillon, un tercera de poco menos de 5 kilómetros. Por último, la última dificultad montañosa del día y del Tour sería el Joux Plane, un HC de 12 kilómetros y un desnivel medio superior al 8%. Una etapa en la que se podía jugar a ser ciclista.

Y a eso precisamente quiso jugar Pantani, a ser ciclista, en una última gran aparición a 130 kilómetros de la meta, que pudo haber sido histórica de haber salido como le hubiera gustado al protagonista de la misma. Pero no salió bien, como casi todo en la vida del italiano.

Antes de llegar a ese ataque, en los primeros kilómetros de la etapa, una caída afecta, entre otros, a Marco Pantani, que aparentemente no tiene ninguna consecuencia, y a Marcos Serrano, que este sí tendrá más problemas, puesto que se tendría que retirar con dos costillas rotas, aunque inicialmente se creyó que era una fractura de clavícula. La carrera va lanzada, ya que antes del primer puerto de montaña se llegaba al sprint intermedio de Albertville, en donde McEwen se lleva los 6 puntos, por 4 de Zabel y 2 de Francois Simon.

El pelotón, después de ese sprint intermedio sigue lanzado, y yendo a mil por hora es como llegan a esa primera dificultad montañosa de Saisies. En las primeras rampas el pelotón se divide, entre los que van a seguir a los favoritos y los que se van a desentender de la etapa. Faltaban más de 130 kilómetros para llegar a meta y entre los favoritos se podía cortar el ambiente con un cuchillo. Y ese cuchillo lo iba a llevar Marco Pantani entre sus dientes. Allí, a tan descomunal distancia de meta aceleró el ritmo dejando atrás a los demás corredores. Era un ataque kamikaze. Nadie sabía que hacer, era simple y llanamente, una locura lo que estaba haciendo Pantani, el sexto clasificado de la general. En el pelotón cundió la psicosis. Los corredores comenzaron a ponerse nerviosos. Los favoritos no sabían que hacer, si intentar ir por el italiano y exponerse a una pájara descomunal, o intentar mantener en un pelotón que cada vez se mostraba más nervioso. Y el más nervioso de ese pelotón iba a ser su líder. Ese corredor al que había humillado, vejado, abroncado... le estaba haciendo sentir el miedo a perder, en un sentimiento que jamás había sentido antes y que jamás volvió a sentir en la carretera.

El americano se estresó, se puso colérico, echando la mano de forma constante al pinganillo. No sabía como actuar, que hacer con ese maldito italiano que no había querido someterse a su tiranía. Estaba muy nervioso, sin saber que hacer y hablando a cada minuto con su coche, desde donde intentaban calmarlo. Finalmente desde el coche consiguieron calmarlo y que se mantuviera a rueda de sus compañeros Hamillton y Livinston, que serán quienes controlen la situación a partir de ese momento y quienes salvaran la carrera del americano, quien ya no se encontraba en sus cabales después de ese ataque. Si hubiera habido un mano a mano con Marco, este no habría ganado la carrera, porque no tenía físico para hacerlo, pero habría hecho perder el Tour del americano, que era lo que buscaba con ese ataque.

Pantani había echado un guante en Saisies para todo aquel corredor que quisiera ganar el Tour. Un ataque lejano era la única opción real de ganar la carrera, no se podía esperar al último puerto, porque las distancias no serían lo suficientemente grandes como para recortar lo necesario. Pero ningún otro corredor recogió el guante tendido por el italiano. Si hubo algún conato de agacharse a recogerlo, por parte de Ullrich o Heras, pero prefirieron el cobijo del pelotón, mucho más como para ellos y sobre todo para los US Postal. Tan sólo Escartín y Pascal Hervé, dos corredores que no preocupaban para nada en la general, optaron por salir del calor del pelotón e irse con Pantani en esa su última locura.

Ambos enlazaron con Pantani después de unos kilómetros de ascensión, pues este no pisó el acelerador, esperándoles, ya que sabía que no se encontraba preparado para hacer en solitario la aventura en que se había convertido la etapa. La etapa podría terminar muy mal para él, pero eso no le importaba. Él era así, o todo o nada. Poco a poco fueron abriendo un pequeño hueco con los favoritos, liderados por los US Postal que por primera vez en toda la carrera estaban rindiendo a un nivel similar al año anterior.

Este trío cabecero comienza a abrir un pequeño hueco con respecto a los favoritos, de apenas un puñado de segundos, entendiéndose a la perfección entre Pantani y Escartín, que colaboraban intensamente, con Hervé a rueda de ellos prácticamente todo el rato. No se podía pedir más del francés, un corredor mediocre a las órdenes de otro corredor también muy mediocre, aunque este último sólo tácticamente (Virenque). Saisies es coronado por este terceto con 1 minuto y 3 segundos de ventaja. Pantani acechaba así el pódium, pues se quedaba a apenas una veintena de segundos de Ullrich y Beloki.

Esa ventaja ascendió en otros nueve segundos en el siguiente puerto del día, el Aravis, mientras la carrera seguía con el mismo guión desde el puerto anterior. Pantani y Escartín colaborando, y los US Postal tirando atrás y calmando a su líder. El hueco que había conseguido el trío cabecero no invitaba a soñar con un vuelco en la general, y la máxima renta de que dispuso se dio en la tercera subida del día, la del Colombiere, en donde llegaron a tener 1 minuto y 40 segundos de ventaja a mitad de la subida. Pero el cansancio ya era muy patente entre un Escartín que era un quiero y no puedo y un Pantani que lo había dado todo en esa carrera. La ventaja al coronar ese puerto ya era inferior al minuto.

Se inicia el descenso y Moreau es el primer corredor en lanzarse a por los fugados, a los que casi ya ven. Será el primer corredor que contacte con ellos, siguiéndole poco después el resto de los favoritos del grupo, entre los que se encontraría ya un mucho más calmado Armstrong. Se había acabado así con más de 80 kilómetros de persecución y sufrimiento. Se había acabado así el sueño de Pantani de voltear el Tour y hacérselo perder al egocéntrico líder de la carrera. Pantani se situó al final del grupo para tomar aire. Su aventura le había dejado agotado. Allí sería escoltado por sus compañeros Velo y Siboni, a quienes ya no abandonaría en el resto de la etapa.

Se forma durante el descenso y los kilómetros que preceden al Joux Plane un pequeño grupo cabecero formado entre otros por Guido Trentin, Kivilev o Rous, que coge una cierta ventaja con los favoritos. Llegan entonces los corredores al último puerto de la jornada y la cosa comenzó a ponerse sería. Heras empezó a mostrarse muy ofensivo, al igual que Armstrong. Los ataques más importantes estaban corriendo a cargo del bejarano, a por quien rápidamente salía el líder, con Virenque siempre pegado a su rueda. Ullrich por su parte, como había sucedido durante todo el Tour, comenzaba a hacer aguas en la alta montaña cuando la cosa se ponía seria, aunque consigue aguantar sin perder la compostura a una distancia que le permite reintegrarse cada vez que haya algún ligero parón. Por delante se ha marchado Trentin en cabeza, siendo perseguido por Kivilev, aunque no les duraría mucho la alegría. Pantani ya hacía algún kilómetro que había cedido la rueda de los más fuertes y eso le costaría perder mucho tiempo en meta, siempre acompañado por sus fieles Velo y Siboni.

Por fin llega un ataque de Roberto Heras en el que consigue marcharse sin que nadie salga a su rueda. Armstrong comienza a ceder ante el ritmo que están marcando Virenque y Ullrich en la persecución de Heras e incrementan su ritmo. Faltan 20 a meta y Lance está pasando una crisis muy importante. Por fortuna para él, se corona a 10 de meta, por lo que si administra bien sus fuerzas, no tiene porque temer una pájara que le haga perder la carrera. En la persecución del corredor del Kelme, Virenque va más fuerte que Ullrich y decide saltar a por el bejarano, al que alcanzará a 5 de coronar. El alemán por su parte va regulando bien y mantiene a ambos corredores a una distancia prudencial. En medio de su hundimiento, Armstrong tiene la suerte de encontrarse con un pequeño grupo, cuando ya cedía más de un minuto con cabeza de carrera, entre los que se encuentran Botero o Moreau.

Heras y Virenque coronarán el Joux Plane en primer lugar, seguido, a 20 segundos, por el alemán Ullrich, que nada más pasar la pancarta del puerto se detiene a cambiar de bicicleta por un problema de frenos. El grupo en el que marcha Beloki, con Escartín y Hervé, coronan poco más de un minuto más tarde que cabeza de carrera. Mientras, el grupo de Armstrong lo hace con este fundido y a 2 minutos y 11 segundos de cabeza. Ahora solo queda un rápido descenso y Lance habrá salvado un Tour que por su tozudez podría haber perdido en Saisies de haber intentado hacer la guerra en solitario con Pantani.

Dentro ya del último kilómetro, mientras se están jugando la victoria, Heras entra demasiado rápido a una curva a izquierdas, chocando con la valla y destrozando su rueda delantera. Acababa de decir adiós a sus opciones de triunfo aquel día. Virenque se vio favorecido por ese accidente y pudo alzar los brazos al llegar en solitario a la meta de Morzine. Ullrich sería segundo a 24 segundos y Heras perdería otros tres segundos más, siendo tercero. Armstrong se mantuvo en el grupo que se encontraba y llegó a meta con dos minutos de retraso con el ganador del día. Había superado el peor día el día más duro de su carrera deportiva.

Por su parte Pantani perdió una minutada finalmente en la etapa, cediendo nada menos que casi 14 minutos. Al día siguiente se retiró de la carrera aduciendo problemas físicos, diciendo que durante la noche había pasado unos terribles problemas intestinales.

Adiós al Tour
Pantani, en aquel Tour, podría haber regresado al ciclismo de élite por todo lo alto, peleando y quizás consiguiendo un pódium en el Tour de su retorno, pero este prefirió ser fiel a sí mismo, aunque no consiguiera ese pódium. Prefirió revelarse contra el sistema establecido, en este caso por Armstrong, con la ayuda de la UCI. Prefirió la pasión a la razón, prefirió morir matando a ser un sumiso más de ese nuevo ciclismo impuesto por el nuevo orden establecido después del Caso Festina. Su valor aquel día de julio le salió muy cara. El Tour jamás volvió a abrir las puertas a la participación de Pantani en su carrera. El director de la carrera, Leblanc, no aguantaba que el italiano no hablase del Tour como la mejor carrera del mundo cuando era el vigente campeón. En el 2000 Pantani al no terminar la carrera le dio la oportunidad de borrarle de la carrera en sucesivas ediciones, y Leblanc no lo dejó pasar, cerrando para siempre las puertas al hombre que mayor espectáculo daba en carrera, que sumaba ocho victorias de etapa, todas en la alta montaña, y que a su victoria del 98 sumaba otros dos pódiums, siendo uno de los tres campeones de la carrera que quedaba en activo.

Apenas escasos cuatro años más tarde de aquellas jornadas en las que Pantani se reveló contra el sistema, un 14 de febrero de 2004, este apareció muerto en esa habitación del hotel de Rimini, totalmente irreconocible y rodeado de una gran cantidad de cocaína, abandonado por todo el mundo. Ese 14 de febrero de hace 9 años, Pantani nos abandonó para siempre, pero a cambio dejó su recuerdo imborrable en la memoria de los aficionados del ciclismo.

Clasifiación etapa 16. Chourchevel - Morzine.
1- Richard Virenque (Polti) 5h 32´ 20´´
2- Jan Ullrich (Telekom) a 24´´
3- Roberto Heras (Kelme) a 27´´
4- Fernando Escartin (Kelme) a 1´ 09´´
5- Joseba Beloki (Festina) a 1´ 11´´
6- Pascal Hervé (Polti) s.t.
7- Guido Trentin (Vini Caldirola) a 2´ 01´´
8- Lance Armstrong (US Postal) s.t.
9- Christophe Moreau (Festina) s.t.
10- Santiago Botero (Kelme) s.t.
...
38- MARCO PANTANI (Mercatone Uno) a 13´ 44´´

Clasificación General
1- Lance Armstrong (US Postal) 72h 12´ 30´´
2- Jan Ullrich (Telekom) a 5´ 37´´
3- Joseba Beloki (Festina) a 6´ 38´´
4- Roberto Heras (Kelme) a 6´ 43´´
5- Richard Virenque (Polti) a 7´ 36´´
6- Christophe Moreau (Festina) a 8´ 22´´
7- Santiago Botero (Kelme) a 10´ 19´´
8- Fernando Escartin (Kelme) a 11´ 35´´
9- Francisco Mancebo (Banesto) a 13´ 07´´
10- Manolo Beltrán (Banesto) a 13´ 08´´
...
14- MARCO PANTANI (Mercatone Uno) a 20´ 46´´


Saludos a todos!!

martes, 22 de mayo de 2012

Pantani sentencia el Giro en Montecampione

Giro d´Italia de 1998 estaba próximo a finalizar en su 81ª edición, y lo iba a hacer por todo lo grande con la disputa de su 19ª etapa, la más larga de esa edición. En esa etapa los corredores iban a recorrer un total de 243 kilómetros, los que separaban Cavalese y Montecampione.
 
Esta 19ª etapa iba a ser la última de montaña de esa edición del Giro, cuando aún quedaba la disputa de una CRI y otra etapa más, aparte de la jornada de homenajes en la que los corredores llegaban a la meta final de Milán. Se iba a afrontar una jornada infernal, con subidas a dos puertos sin catalogar, un puerto de 2 (Fai della Paganella), un 1ª (Croce Domini), el especial de Montecampione. La etapa iba a tener lugar en un 4 de junio, una fecha que para un corredor del pelotón era muy especial, ya que se cumplían 4 años de su primera victoria en una grande. Se trataba de la primera victoria de Marco Pantani en Merano, el día anterior de la histórica etapa de Aprica 94.
 
Ya había pasado el momento de la carrera en el que el suizo Alex Zülle parecía que se haría con el Giro de forma indiscutible. Pero la etapa de Selva di Val Gardena había semi-enterrado sus opciones de victoria y había dejado un interesante duelo por la carrera entre Tonkov y Pantani. Zülle aún no había muerto, pero ya andaba con la estocada.
 
La etapa se sabía que iba a ser muy dura, y los corredores que aún quedaban en carrera llegaban con el depósito casi vacío, por lo que tardó bastante tiempo en formarse una fuga en el pelotón. El Mercatone, el equipo del líder Pantani, fue quien asumió el mando de las operaciones en todo momento, lo que fue restando moral a los rivales. Todo fue según esta normalidad hasta la llegada al Passo de la Croce Domini, en donde Zülle pegó una petada de las que casi no se recuerdan en el mundo del ciclismo. Sus piernas habían dicho basta, y él negando con la cabeza lanza con rabia su botellín al suelo, presa de la impotencia de no poder seguir peleando por algo que había tenido tan cerca de la mano. Terminaría la etapa, porque Zülle era todo un campeón, pero lo haría cediendo más de media hora con respecto al ganador de la etapa.
 
Al tiempo que Zülle se quedaba en la primera dificultad, los Mercatone dejaban el grupo en 29 unidades, cuando aún no había empezado la etapa de verdad. En el grupo estaban todos los favoritos de la carrera, con excepción de Zülle, allí se encontraban los Pantani, Tonkov, Conti, Camenzind, Garcelli, Leblanc, Savoldelli, Gontchar, Guerini o un ya muy venido a menos Bugno. Durante la subida se había fugado el sueco Axelsson, buscando aparecer en las pantallas de los telespectadores, hasta que fue neutralizado durante el descenso del puerto, justo antes de afrontar la última subida y final en alto de la prueba.
 
Ese último puerto, el de Montecampione, era un puerto larguísimo de más de 20 kilómetros, por lo que los corredores tendrían tiempo de atacar. En las primeras rampas del mismo los Mercatone marcan un ritmo brutal, un ritmo que obliga a los propios corredores del conjunto verde y amarillo a apartarse de la cabeza de carrera después de tirar del grupo durante solo un centenar de metros. A 17 kilómetros de meta, y cuando ya solo le quedaba a Pantani a su fiel gregario Podenzana fue cuando el de Cesena pasó al ataque. Tonkov sale rápidamente a por el pirata, pero será el único corredor capaz de seguirle el ritmo. El resto no pudo sino mirarlos como se alejaban en el horizonte.

Tonkov sigue la rueda de Marco muy a duras penas, especialmente cuando este se pone en pie sobre su bicicleta. Cada vez que Marco se alzaba sobre su bicicleta se abría un hueco de un metro de distancia entre ambos corredores, pero el ruso consigue neutralizar ofensiva tras ofensiva del de Cesena, poniéndose él igualmente en pie sobre su bicicleta. El resto ya no existe, es un mano a mano entre el italiano y el ruso.
 
Poco después de pasar el cartel de 14 a meta, Pantani gira su cabeza a mirar que había sucedido después de su terrible ofensiva, viendo que Tonkov está literalmente pegado a su rueda y detrás no hay carrera. Decide en ese momento echarse a un lado, dando a entender al ruso que quiere que colabore en la aventura. Tonkov finalmente pasa al relevo, pero un simple relevo de cortesía, vigilando lo que hace al tiempo Pantani, ya que temía una arrancada de este. Se plantea un duelo en cabeza de carrera a sangre fría, ya que Pantani sabía que los 27 segundos de renta que tenía en la general eran a todas luces insuficientes para mantener su privilegiada posición cuando todavía tendría que disputar una CRI y aún quedaba más de la mitad del puerto.
 
Pantani vuelve a cargar con fuerza al frente de la carrera, pero el corredor ruso del Mapei se encuentra intratable, con un pedaleo muy alegre, viendo la que le estaba tirando encima Pantani. Un segundo relevo, también de cortesía de Tonkov preceden a una nueva terrible carga de Pantani, quien en las rampas del 8-9% sprintaba a más de 20 kilómetros por hora. Pero Tonkov era una lapa, no había forma de despegarlo de su rueda, y no solo eso, sino que además parecía que quería entrar al relevo, como queriendo hacer ver a Pantani que su ataque era completamente inútil.

Cuando faltaban 9 kilómetros a meta, ya pasado el ecuador del puerto, era cuando las rampas del mismo eran más suaves, por lo que Pantani decidió tomarse el mayor respiro de la subida. Hasta que faltaban 6 a meta, fueron relevándose ambos corredores por mera cortesía, pero se estaban guardando ambos todo su arsenal. Al concluir esa zona “suave” del puerto, Pantani volvió a la carga con todas sus energías, y ese metro que conseguía cada vez que se ponía en pie, cada vez era más difícilmente respondido por parte de Tonkov.

El pedaleo de Marco Pantani era una tortura para Tonkov. Cada vez era más evidente que Pavel Tonkov se encontraba en apuros. Pantani aprovechaba cada una de las curvas de herradura para sentarse y lanzar un latigazo cuando salía de la curva, para así hacer aún más daño en su ataque. Pero Tonkov neutralizaba una y otra vez sus ataques, aunque cada vez con mayor esfuerzo.
 
Durante los siguientes 3 kilómetros (del 6 al 3) Tonkov siguió soldado a la rueda de Pantani, aguantando las envestidas de este. Cada vez que Pantani se levantaba sobre la bicicleta a Tonkov le costaba más volver a pegarse a la rueda de este. Cuando antes tardaba 3 segundos, ahora tardaba 15 segundos en hacerlo, hasta que a la salida de una galería, en la enésima envestida de Pantani, los 2 metros de ventaja se transforman en 3 y luego en 4, y por fin se abre el hueco que durante toda la subida había estado buscando desesperadamente Marco Pantani. Se produce el momento que el gran comentarista italiano, Adriano De Zan narra de la siguiente manera:
https://www.youtube.com/embed/sZexDoC4to0

Pantani por fin se había despegado de Tonkov y aún le quedaban más de 2 kilómetros para abrir hueco con respecto a su rival. En el paso de 2 a meta la distancia entre ambos corredores era de 20 segundos, ampliada en otros 4 más medio kilómetro más adelante. Tonkov había doblado la rodilla, pero no se iba a dejar ganar tan fácilmente. En el último kilómetro la diferencia ya era superior a los 40 segundos. Pantani cada vez forzaba más su pedaleo, dándolo todo, exprimiendo hasta el último segundo que pudiera conseguir de renta de cara a la última CRI de la prueba. Su entrada en la meta, simplemente una imagen para el recuerdo: él, erguido sobre la bicicleta, alzando los brazos en cruz, al tiempo que daba un resoplido, de alivio. Su cara era todo un poema, era una cara de alivio ante lo que acaba de sufrir para poder derrotar a su rival.
 
El siguiente corredor que aparecería en meta no podía ser otro que Tonkov, quien llegaría a meta con un gesto de sufrimiento terrible, llegando totalmente vacío, y a una distancia de 57 segundos, lo que parecía que sentenciaba la carrera a favor del corredor italiano. El siguiente corredor que haría acto de aparición en la línea de meta sería un Guerini que iba a consolidar la tercera plaza del cajón, repitiendo y confirmando su actuación del año anterior, en que concluyó en idéntica posición. El retraso con respecto a Pantani sería de 3 minutos y 16 segundos. Le siguieron en meta corredores como Dani Clavero, Camenzind, o Savoldelli, pero ellos daba la sensación, a tenor por la lucha vista, que no habían estado en la etapa.
 
En la general Pantani y Tonkov iban a quedar separados por un minuto y medio, tiempo en teoría insuficiente para el italiano de defender su maglia rosa. Pero se respiraba en el ambiente que el ganador, por primera vez desde que Indurain hiciera acto de aparición en la carrera, volvería a ser un corredor local, que la victoria de aquel 4 de junio no iba a ser en vano y que el premio al final de la carrera sería el mayor posible.


Saludos a todos!!

martes, 8 de mayo de 2012

Aprica 99, el fin de los días

El Giro d´Italia del año 1999 había preparado una penúltima etapa escandalosa, una etapa de homenaje. El homenaje a una de las mejores etapas de toda la historia de la carrera, la que sucedió 5 años atrás en Aprica. Y con esa etapa, también se iba a homenajear al que fue su principal protagonista en aquella ocasión, Marco Pantani. Pero, desgraciadamente ese sueño de etapa, la de Aprica 99, se iba a desplomar en unas horas terribles. Esa etapa, aquel 5 de junio de 1999, supuso el fin de los días, el inicio de la caída hasta la desgracia del ídolo, de Marco Pantani, quien también fue protagonista aquel día, aunque no por lo que a él le hubiera gustado.

En aquel 5 de junio se iba a disputar una etapa que iba a ser prácticamente una reedición de la gran etapa que tuvo lugar en 1994. La etapa iba a tener el encadenado Tonale-Gavia en vez del Stelvio como entonces, pero el resto, iba a ser un calco. Desde Bormio se iba a descender por el valle de la Valtelina y se iba a afrontar la temible ascensión al Mortirolo, seguido por un paso por Aprica, una ascensión al durísimo Valico de Santa Cristina y un final rompe piernas hasta Aprica de nuevo. La etapa había sido diseñada para que fuera un baño de multitudes para Marco Pantani, la guinda de un Giro diseñado para que el de Cesena tocase el cielo después de su último glorioso año en el que hizo el, hasta hoy, último doblete Giro-Tour. Pero todo se iba a torcer en una negra mañana para el ciclismo.

Durante la mañana el equipo Mercatone fue llamado para que sus corredores pasaran controles de sangre. La EPO estaba más a la orden del día que actualmente, y se quería combatir mediante unos controles que, como se demostró más tarde, no eran un método fiable absolutamente que indicara el uso de esta sustancia. Marco Pantani había dado una tasa de hematocrito inferior al 50% -si lo superaba, se consideraba que el corredor había recurrido al uso de EPO- en los controles internos del equipo, además de dar el día anterior un 46%, por lo que su sorpresa fue mayúscula cuando le confirmaron que su tasa era del 52%. Era expulsado de la carrera el día antes de que esta terminara, cuando había sentenciado la general el día anterior. Su máximo rival era un joven Savoldelli, quien se encontraba a más de 5 minutos en la general. De golpe y porrazo, le habían quitado todo al Pirata.

La noticia corrió como la pólvora. La RAI rápidamente hizo una conexión de urgencia con la carrera, para informar de la expulsión del ídolo local. Velo o quien iba a ser el líder, Savoldelli, habían pasado el control por los pelos, pero el único que no lo había superado era un Marco que estaba desconsolado, no entendía lo que sucedía. Su equipo, una escuadra que contaba con gente como Velo o Garzelli, solidarizándose con él, tampoco tomaría la salida de la etapa.

No era la primera vez que esto sucedía en la carrera, puesto que 30 años atrás, exactamente, el gran belga Eddy Merckx también fue expulsado de un giro, que como Marco tenía ganado. En la improvisada rueda de prensa que dieron ambos campeones a raíz de su expulsión de la carrera proclamaron su inocencia. Estas fue la frase más rotunda que dijo Marco en su rueda de prensa:

“Sí. A lo largo de mi carrera he tenido que superar dos gravísimos accidentes… pero esta vez, moralmente… hemos tocado fondo…”

La expulsión de la carrera de Marco supuso que los tiffosi que se encontraban en las carreteras mostrasen su más absoluta ira y llegasen incluso a realizar piquetes, tanto en el Gavia, como en el Mortirolo e incluso antes de la llegada a Aprica, al tiempo que coreaban el nombre de su campeón. Pero para cuando los ciclistas hicieron la salida, en Madonna di Campiglio, la policía ya había actuado, levantando esos piquetes. La etapa se pudo disputar con total normalidad, salvo por los abucheos que recibieron los corredores cuando pasaban donde se encontraban esos tiffosi.

La nueva clasificación iba a estar liderada por Paolo Savoldelli, quien anunció que no portaría la maglia rosa de líder en aquella jornada. Su ventaja era insignificante con respecto al segundo clasificado, Gotti, de apenas 34 segundos, y de un minuto y un segundo con el tercero, Jalabert. La clasificación de la Montaña pasaría a estar liderada por Bettini y la Regularidad por Jalabert.

La carrera fue bastante lenta por los problemas que estaban causando los tiffosi hasta que llegaron a la zona más dura del Gavia, en donde lanzó un ataque el Chepe González, tras quien se lanzó Hernan Buenahora y el italiano Gentili, pero no consiguieron darle alcance en la subida. Ese ataque fue simplemente para coronar en cabeza la Cima Coppi de aquella edición y conseguir así la clasificación de la montaña de la ronda de ese año. El trío cabecero se convirtió en cuarto en el descenso, cuando los dio alcance Fagnini, pero su aventura no llegó muy lejos, ya que tras superar Bormio fueron adelantados por el pelotón. Se encaminaba un pelotón reagrupado y comandado por el equipo Pólit a la subida del Mortirolo. Un Mortirolo que había estado esperando a un Marco Pantani que jamás volvería a ascender sus rampas tras la mítica etapa de Aprica 94.

En las primeras rampas del puerto se produjo el esperado ataque de Gotti. Heras, Jalabert, De Paoli y Simoni secundaron su ataque. También un Chava Jiménez que rápidamente quedó cortado. No fue así con un Savoldelli que comenzaba a hacer aguas, incapaz de seguir al sexteto que pasó a ser quinteto tras cortarse el Chava. Un quinteto comandado en todo momento por un pletórico Gotti. Tan fuerte era su ritmo que De Paoli y Jalabert también cedieron rueda, por lo que se quedó en solitario un trío cabecero formado por los 3 mejores escaladores que quedaban en la carrera: Gotti, Simoni y Heras. Por su parte Savoldelli se iba hundiendo poco a poco a medida que avanzaban los kilómetros del puerto. Corredores como Jalabert, Virenque, Camenzind o Gontchar habían dejado atrás a un líder de la carrera que estaba perdiendo su privilegiada posición en las rampas de uno de los puertos más duros del mundo.

El primero en coronar el Mortirolo fue Gotti, por delante de Heras y Simoni. Los 3 abrieron un hueco de hasta un minuto y 20 segundos con el siguiente corredor, el sueco Axelsson. La ventaja con respecto al dúo Savoldelli-Virenque se había ido hasta los casi 3 minutos. Entre medias, habían coronado Gontchar o Jalabert, pero todos ellos a un mundo de cabeza de carrera. Al comenzar el descenso, Savoldelli, “il falco”, no se lo pensó mucho y se lanzó a tumba abierta, hasta contactar con un Gontchar que le sería de gran ayuda en el camino a Aprica.

En el primer paso por Aprica las diferencias del trío cabecero habían aumentado ligeramente con respecto al grupo de 7 que se había formado por detrás, liderados por Savoldelli y Jalabert, aunque era Gontchar quien tiraba la mayor parte del tiempo del grupo. Poco más de 3 minutos separaban a ambos grupos, pero esas diferencias estaban dejando sin Giro a Savoldelli y sin podium a Jalabert.

Rápidamente llegó cabeza de carrera a la última dificultad de la carrera, el temible Valico de Santa Cristina. Ahora era Simoni quien llevaba el peso de la fuga, mientras que Gotti guardaba fuerzas, tras haber realizado la mayor parte de la subida al Mortirolo en cabeza. Por detrás Virenque quedó rápidamente cortado, en las primeras rampas del Valico, mientras que Savoldelli y Jalabert se ponían al frente del grupo perseguidor.

A un kilómetro de coronar el Valico, Gotti intentó realizar una aceleración en cabeza, pero Heras, viéndole venir, aceleró el ritmo de una forma impresionante, haciendo sufrir a sus dos compañeros de escapada. Roberto Heras había dejado las cosas claras en apenas un acelerón. Él había mostrado a sus compañeros que iba a ser el ganador de aquella etapa. Los 3 corredores coronaron el Valico juntos, en armonía. Por detrás, el menos débil del grupo era Savoldelli y en las últimas rampas lanzaba un ataque para defender su posición de pódium, dejando atrás al resto de su grupo. Coronó con un retraso de 4 minutos y 18 segundos, 10 segundos menos que el resto de su grupo. En el descenso, consiguió recortar 12 segundos al grupo cabecero, que serían determinantes en el desenlace de la carrera.

En la meta, se produce un sprint en el grupo cabecero, en el que termina imponiéndose fácilmente Roberto Heras, seguido por un Simoni exhausto y por un Gotti que hizo los últimos kilómetros a rueda y decidió no disputar la victoria de etapa. Savoldelli viene apretando los dientes por detrás para salvar la segunda posición del podium, llegando, tras un sprint larguísimo, a meta con 4 minutos y 5 segundos de retraso. Había salvado su privilegiada posición por apenas un segundo de diferencia con respecto a Simoni. El grupo de Gontchar y Jalabert llega a meta 40 segundos después de Savoldelli, retraso que no le permite a Jalabert salvar una posición en el pódium, aunque se va ganando 3 etapas y el maillot de la regularidad de la carrera.

En el pódium se produjo la anécdota graciosa del día, ya que al ganador, Heras, le dieron un plato conmemorativo, que al levantarlo para mostrarlo al público, se le cayó al suelo. El público abroncó, de forma cariñosa a un Roberto que reía. Pero ese público no se mostró tan simpático cuando subió Gotti a recoger la prenda de líder, y empezaron a pitarle y abroncarle. Ellos habían esperado ver ahí a su ídolo Pantani, y en cambio se encontraban a un Gotti, quien no tenía la culpa de la situación que se había producido aquella mañana en Madonna di Campiglio. Sin duda no era la celebración que esperaba Gotti para su segundo entorchado en la carrera italiana.

Aquel primer sábado de junio de 1999, que estaba diseñado para que fuera el culmen de la fiesta del ciclismo no sólo no pasó a la historia como el día en que Gotti se convertía en bicampeón del Giro, dejando la carrera vista para sentencia, ni el día en que Heras conseguía su única victoria de etapa en la corsa rosa, sino que el 5 de junio de 1999 será recordado como el día que Marco Pantani fue expulsado del Giro de Italia. El día del comienzo del fin para el campeón italiano.


Saludos a todos!!

lunes, 13 de febrero de 2012

Siempre del nostro cuore, Pantani

En el día de hoy, 14 de febrero, fecha tan señalada por muchos enamorados, se cumplen 8 años del aniversario de un fallecimiento de infausto recuerdo para los amantes del ciclismo. En esa fecha tan señalada moría alguien que fue ídolo, pero también fue villano. Ese hombre era Marco Pantani

Marco nació un 13 de Enero de 1970, en Cesena, en la región de Emilia-Romaña, al norte de Italia, en los montes Apeninos, a unos 15 kilómetros del Mar Adriático. Sus orígenes, como los de otros tantos grandes deportistas de la historia, fueron humildes. Nunca tuvo escasez de nada, pero tampoco vivió dentro del lujo. Siempre fue un chico más pequeño que los demás compañeros de su edad, además de ser muy delgado. Pero ni esa pequeña estatura y el peso fue algo que jamás le afectara. Lo que si que le acomplejó siempre fueron sus orejas, por las que años más tarde Armstrong le llamaría de forma despectiva como "Il Elefantino", sobrenombre que él odiaría siempre.

Se puede decir que Marco tuvo siempre un don natural para el ciclismo, desde muy joven, cuando siendo apenas un crio se atrevió a adelantar y dejar en evidencia a todos los chicos de su edad que estaban entrenando con el G.C. Fausto Coppi, mientras que el usaba la pesada bicicleta que su madre usaba para ir a trabajar. A partir de entonces, 1984, fue cuando nació una relación muy especial, con el señor Ridolfi, que fue quien le regaló su primera bicicleta de competición, y quien le intentó enseñar como aprovechar su infinito talento. No solo fue su maestro, sino que actuó como su manager, su persona de confianza y como un segundo padre. Fue alguien muy importante para él.
 
Años después, seguía siendo el mayor talento de su región, pero había llegado el momento de dar un puño en la mesa, en la prueba del Girini, aquella que confirmaba a las figuras del ciclismo transalpino. Y no decepcionó. En 1990 fue tercero, subiendo un escalón al año siguiente, y otro más, y por lo tanto ganando, en 1992. Esa carrera le valió que el equipo Carrera se fijara en él y decidiera firmarlo para que la temporada siguiente corriera en sus filas, junto con el ídolo del país, Claudio Chiappucci.

1993 fue el año de asentamiento en el profesionalismo, dando alguna pincelada de su calidad, pero su explosión fue al año siguiente, en 1994, primero en el Giro de Italia, que finalizó en segunda posición, y en el mes de julio de ese mismo año, en el Tour de Francia, que concluyó tercero y siendo el mejor joven.
 
El año siguiente, el 95, fue un año de luces y sombras. Tuvo actuaciones dignas en Giro y Tour, aunque no al nivel del año anterior, y finaliza tercero el Campeonato del Mundo de Colombia, el más duro de cuantos se recuerda. Pero sufre el accidente más grave de su carrera un 18 de Octubre. Es atropellado junto a otros dos ciclistas por un coche y tiene que sufrir una dura operación, y un largo post-operatorio. Se pensaba que podría estar listo para el Giro del año siguiente, pero no fue así. Su recuperación se estaba alargando.

Volvió a la bici en agosto de 1996, y volvió a su máximo expresión en el Tour del 97, acabando la carrera en tercera posición y ganando dos etapas. Estaba preparando el que sería su gran año, el 1998. En ese año consiguió el último doblete Giro - Tour que ha tenido lugar hasta el día de hoy, ganando ambas clasificaciones generales, realizando en la carrera francesa una de las etapas míticas de la historia, la de Les Deux Alpes, donde un Jan Ullrich impotente vio como se le escapaba el amarillo de su espalda sin ningún tipo de remedio ante el empuje del fantástico escalador italiano.

Pero llegó 1999, y con ese año, el que fue el gran golpe a su carrera. A tan solo una etapa para el final del Giro d´Italia, un 5 de junio, es expulsado de la carrera por dar positivo por tener el hematocrito alto. Había vencido en esa etapa, Madonna di Campiglio, y en otras tres etapas más. Estaba siendo el dueño y señor de la carrera, aventajando al segundo, Gotti, en más de 5 minutos. Esa expulsión significó el principio del fin de Marco. La polémica empieza a ser su compañero inseparable de viaje desde entonces. Renuncia a participar en el Tour al encontrarse en un estado depresivo, y lo hace en una rueda de prensa en la que no faltó la polémica. También renunció a participar en la Vuelta de ese año. Desde ese momento fue compañero inseparable de la noche, algo que ya conocía de antes, pero a partir de ese momento fue una constante, y con la noche, los excesos que suelen acompañar en una persona joven, confundida, en estado semi depresivo y con mucho dinero e ídolo de medio país.

Al año siguiente, en 2000 si que vuelve a participar en el Tour, pero muy lejos de ser el Pantani de anteriores participaciones. Posteriormente su ultima aparición fue en un Giro de Italia, el de 2003. Su actuación, de nuevo, lejos de su nivel. El último gran palo a su vida, fue la no admisión por parte del Tour en la edición de ese año. Meses después es ingresado en una clínica de tratamiento de depresiones, en Padua.
 
Le había abandonado casi toda su gente, no así algún compañero y algún amigo de la infancia, pero no era suficiente. Marco se estaba destruyendo a sí mismo, y ni podía ni quería evitarlo. Era una causa perdida. Ya no podría volver a ser un deportista profesional, pero es que en ese momento, quizás ya no era ni persona. Los mismos que le habían levantado en 1998, se habían encargado de destruirlo desde Madonna di Campiglio. Sus compañías habían sido muy perjudiciales para él, pero no solo habían jugado los medios con el positivo de Madonna, sino que también habían rebuscado en su pasado, y le habían arruinado, con un supuesto positivo el día en que le atropelló un coche y le rompió la pierna, en 1995.

Fue entonces cuando se produjo un extraño viaje a Cuba, antes de la Navidad de 2003. A ese viaje se marchó sin informar a nadie, y acompañado por un medico cuya identidad a día de hoy aun se desconoce. Allí el propio Maradona hizo de anfitrión. Esa experiencia debió de ser positiva, puesto que volvió antes de final de año de nuevo a La Habana, y tras una serie de escándalos (drogas de por medio), la justicia le dio una especie de expulsión diplomática.

En esas semanas se produjo la ruptura familiar, puesto que su padre intentaba evitar que tuviese acceso a sus bienes económicos. Engordó casi 30 kilos en muy poco tiempo. Pero todo eso no evitó que sustrajera de la cuenta corriente unos 200.000 euros destinados a cocaína, seguramente junto a la que apareció su cuerpo el 14 de Febrero.

Llegó el 9 de Febrero y un viaje, casi sin equipaje, a Rimini, un lugar con playas y paisajes propios para el estado depresivo que padecía. Allí se aloja en un hotel, dormía en el sofá y no tenía ni móvil. Amigos suyos que le visitaron, decían que alternaba momentos de lucidez con otros de total ausencia.
 
En esos últimos días llega a preguntar a una camarera que si tiene miedo de él, que si le considera un tipo extraño. Mientras los padres, que se encontraban en Grecia, solo consiguen ser atendidos por la máquina que dice que el abonado está fuera de cobertura, al intentar llamar a su hijo al móvil.

En su última noche, Marco tiene bastante hambre, y consigue que el dueño del hotel llame al restaurante de Oliver Laghi, apasionado del ciclismo, y quien personalmente le lleva la cena. Esa última cena, a la que fue invitado, era una tortilla de setas, una ensalada y una coca cola.

Y llegó ese fatídico 14 de Febrero de 2004. Marco ya se había fabricado su coctel de antidepresivos, y rodeado de polvo blanco, tumbado en el sofá. La última persona que le escuchó con vida, fue el recepcionista, y sus últimas palabras antes de atrincherarse fueron "Por favor, no quiero que nadie me moleste, ni que nadie venga a arreglar la habitación".
 
Efectivamente, no quería ser molestado a la espera de la muerte, puesto que movió los muebles más contundentes de la habitación y los colocó en la puerta.

Lamentablemente, a la temprana edad de 34 años, a media tarde de aquel San Valentín de 2004, su llama se apagó...
 
Y, es que, a veces, también hay que detenerse en las personas, en lo que hay detrás de lo que vemos, que habitualmente no es más que una simple fachada de lo que los periodistas quieren construir o nosotros queremos ver.




saludos a todos!!

martes, 31 de enero de 2012

El tirano de Bergerac

Cyrano de Bergerac fue  un poeta y pensador francés, coetáneo de Molière, del siglo XVII. Parece ser que fue un hombre libertino y materialista, muy diferente de la imagen de héroe romántico que nos ha transmitido de él Rostand en el drama que lleva idéntico nombre al de su protagonista. Un protagonista que se ha convertido en mito a través de esa localidad, Bergerac. Y fue en esa misma localidad donde Miguel Indurain, tras realizar una auténtica exhibición, se convirtió también en mito, pasando a la historia como "El tirano de Bergerac".

El 11 de julio de 1994 se iba a disputar la 9ª etapa de un Tour de Francia en que los viajes y el fuerte calor estaban siendo las noticias más destacables. El maillot amarillo había pasado de la espalda del británico Chris Boarmand a la de Johan Museeuw, quien tendría el honor ese día de tomar el último la salida en la contra-reloj que se iba a disputar entre las localidades de Périgueux y de Bergerac, separadas en la etapa por una distancia de 64.5 kilómetros.
 
En cuanto a la general de los favoritos, los dos máximos aspirantes a conseguir la victoria en París, Indurain y Rominger, estaban separados únicamente por 28 segundos, favorables al navarro, estando este 7º en la general, situado a medio minuto exacto del líder, y el corredor helvético estaría colocado 10º en la general provisional. Entre ambos estaría ubicado uno de los grandes contrarrelojistas del pelotón, Armand de las Cuevas.

La contrarreloj no comenzó con el habitual ritmo in crescendo del campeón navarro, sino que desde el comienzo fue un ritmo altísimo. Tan alto era ese ritmo que en el kilometro 6.5 de la contrarreloj, en el primer punto intermedio, la distancia a favor de Indurain con respecto a de las Cuevas era de 17 segundos, y este a su vez aventajaba en otros 7 a Rominger, el tercero en discordia. En el kilometro 15 las distancias empezaban a ser impresionantes, puesto que estas aumentaban, aun más, en favor del navarro, consiguiendo una distancia favorable de 55 segundos con respecto a Rominger, que se había situado el puesto que no cedería en todo el resto del día, segundo. Mayor era aún la distancia con respecto a de las Cuevas de 1 minuto y 2 segundos, quien iba perdiendo fuelle.
 
Apenas un kilometro después, se produjo un hecho histórico. Entre el kilómetro 16 y el 17 de la etapa, Miguel iba a doblar en la contrarreloj al que, sorprendentemente, iba a ser su sucesor en la tiranía del Tour (consiguiendo el récord de la prueba, con 7 consecutivos), Lance Armstrong. Lance posteriormente conseguiría más victorias en la lucha contra el reloj de las que consiguió Miguel, pero ese día fue doblado por Indurain antes del kilometro 17, como si de un cicloturista cualquiera se tratase, habiendo salido 2 minutos antes.

El siguiente punto intermedio de la prueba se encontraba en el kilometro 30. En dicho punto durante varios minutos Rominger fue quien estuvo marcando el mejor tiempo, superando incluso a de las Cuevas por 35 segundos, pero con la llegada del navarro se volvió a pulverizar el reloj. Esta vez aventajaría a Rominger en 1 minuto y 24 segundos. No se había disputado ni media contrarreloj, y la ventaja entre los 3 primeros ya era escandalosa. No había competición en solo 30 kilómetros de la etapa, puesto que Indurain había sentenciado la jornada y todos sus rivales habían tenido que inclinar la rodilla ante su portentosa exhibición.
 
Pero el aplastante dominio que estaba acometiendo el corredor navarro en esa jornada no iba a quedar ahí y se iba a limitar solo a media contrarreloj, sino que iba a seguir adelante. La siguiente referencia no vendría hasta el tercer punto intermedio del día, que estaría ubicado en el kilometro 54, por lo que durante 24 kilómetros no habría referencias reales de lo que estaban haciendo los favoritos de la etapa. En dicho punto de control, Rominger volvía a marcar el mejor tiempo a la espera del paso de Indurain, quien rebasaría su crono en 1 minuto y 50 segundos. Previamente al navarro debería haber pasado por ese punto de las Cuevas, pero el corredor francés acababa de ser doblado por Indurain. A pesar de eso, volvía a ser el siguiente en ese punto, por detrás de Indurain y Rominger, primero y segundo, respectivamente. El francés, en ese momento en que había sido doblado marchaba ya a 4 minutos exactos en la general provisional de la etapa.

La llegada a la línea de meta no hizo más que confirmar la exhibición de Miguel. Al final fueron 2 minutos justos los que le endosó el navarro a Rominger, y 4 minutos y 22 segundos al tercero en la jornada, de las Cuevas. El cuarto fue Thierry Marie, a 4.45, y el quinto fue Chris Boardman, a 5.27. Uno de los favoritos, a priori, Zülle, se alejó a 9 minutos y 3 segundos, y un Pantani que se preveía podía plantar batalla en la montaña, se fue a más de 11 minutos... El doblado Armstrong, quien fue 13º en la etapa, acabó la misma nada menos que a 6´23´´ de Indurain.
 
El amarillo, obviamente, fue a parar a la espalda del campeón navarro, que contaría ahora con una ventaja de 2 minutos y 28 segundos con respecto a Rominger, y nada menos que 4´40´´ con un sorprendente tercero, de las Cuevas.

Hay que destacar la crono de Rominger, dicho por el mismo como la mejor contrarreloj de su vida. En dicha crono se dio el gustazo de doblara nada menos que a 4 corredores: Davy (7º en meta), Melchor Mauri (25º), Rolf Aldag, y a Franco Vona, quien había salido 12 minutos antes que él a disputar la prueba.

Tal exhibición en la carrera le valió por parte de la prensa francesa el apodo de "el Tirano de Bergerac".

Clasificación 9ª etapa
1- Miguel Indurain (Banesto) 1 hora 15 minutos 58 segundos            
2- Tony Rominger (Mapei) a 2´            
3- Armand De Las Cuevas (Castorama) a 4´ 22´´            
4- Thierry Marie (Castorama) 4´ 45´´
5- Chris Boardman (Gan) a 5´ 27´´            
6- Bjarne Riis (Gewiss-Ballan) a 5´ 33´´            
7- Thomas Davy (Castorama) a 5´ 35´´            
8- Abraham Olano (Mapei) a 5´ 45´´            
9- Arturas Kasputis (Chazal) a 6´ 1´´
10- Piotr Ugramov (Gewiss Ballan) a 6´ 4´´           
 
Clasificación general
1- Miguel Indurain (Banesto) 41 horas 9 minutos 13segundos            
2- Tony Rominger (Mapei) a 2´ 28´´
3- Armand De Las Cuevas (Castorama) a 4´ 40´´
4- Gianluca Bortolami (Mapei) a 5´ 47´´            
5- Thierry Marie (Castorama) a 5´ 51´´            
6- Thomas Davy (Castorama) a 6´ 4´´
7- Chris Boardman (Gan) a 6´ 6´´            
8- Sean Yates (Motorola) 6´ 30´´            
9- Abraham Olano (Mapei) a 6´ 31´´             
10- Lance Armstrong (Motorola) a 6´ 35´´

Saludos a todos!!

martes, 6 de diciembre de 2011

Chava Jiménez

En la tarde del 6 de diciembre de 2003, el mismo día que se cumplía un cuarto de siglo desde que se aprobase la Constitución, en el mundo del ciclismo corrían lagrimas. Cuando se acercaba el ocaso del día, se detenía el corazón de uno de los ciclistas más queridos del pelotón por el publico español. Ese corazón era el de José María Jiménez, "El Chava" Jiménez, con V, por favor, tal y como él pidió a los periodistas que se escribiese su sobrenombre.
 
Nació en el año 1971, en la la localidad del Barraco, donde siempre tuvo su residencia. Bajo la tutela de Eusebio Unzué y José Miguel Echávarri fue donde desarrolló toda su carrera deportiva, en la estructura del equipo Banesto.
 
Era un magnífico escalador, con cuya forma de correr y de comportarse sobre la bicicleta hizo que tuviera un hueco en el corazón de los aficionados. Sus espectaculares arrancadas, en las rampas más duras de los puertos, fueron las que quedaron en las retinas de ese público que siempre le esperaba en las cunetas de las carreteras, de la gente que esperaba su demarraje, que dejase descolgados a sus rivales.

Surgió, como otros muchos corredores, de la escuela de ciclismo "Ángel Arroyo", creada a raíz del triunfo en la Vuelta a España de este, creada por el padre de Carlos Sastre. Desde ahí promocionó a Banesto, por un acuerdo de colaboración mutuo.
 
Debutó en la subida al Naranco como profesional y desde su primer año dio muestras de su calidad y rozó los triunfos, aunque hasta 1994 no llegaron los primeros. Triunfos logrados, en contra de lo que hacía prever su cuerpo, en la alta montaña. Y es que su físico no estaba cortado por el patrón tradicional de los escaladores, de corredor pequeñito y de muy escaso peso. Él no. Él tenía más bien un físico de rodador, pero no rodaba. Tampoco contrarrelojeaba. Él solo subía. Esperaba a que la carretera se empinase, y era cuando comenzaba a lanzar sus ataques, todos hacia arriba. Corría para la afición. Y así fue como les llegaba al corazón. Pero no siempre estaba ahí. Su calidad era incuestionable, pero muchas veces cuando se le esperaba, ahí no estaba. Y otras era al contrario, si no se le esperaba, entonces aparecía. Su filosofía, si no puedo ganar, ni lo voy a intentar.

Participó en las tres grandes rondas por etapas del calendario ciclista. En el Giro lo hizo en dos ocasiones, pero no ganó. El mejor resultado que consiguió fue una segunda posición en una etapa del Giro 99, tras el pirata Pantani, en la etapa de L´Aquila. En el Tour participó hasta en cuatro ocasiones, sin obtener tampoco ninguna victoria de etapa, y al igual que sucedió en el Giro 99, en el Tour del año siguiente, fue su propio ídolo, el pirata Pantani, fue quien impidió que alzase los brazos victorioso en alguna cumbre, como la de Courchevel en que fue segundo tras él.
 
Pero fue en la Vuelta a España donde tuvo sus mejores actuaciones. Ahí si que llegaron las victorias de etapa, los maillots de la montaña, e incluso las clasificaciones generales. El idilio de Chava con esta carrera comenzó en el año 97, cuando consiguió su primera victoria en una grande, además de hacerse con el primero de los cuatro maillots de la montaña que consiguió en la prueba. Para la posteridad quedará la disputa que mantuvo con Olano por la general de la Vuelta del 98. En esa vuelta el Chava protagonizó su mejor participación en una gran vuelta por etapas, y fue durante varios días líder de la general. Pero la contrarreloj fue su tumba aquel año. Llegó como líder a la última etapa, una dura contrarreloj, pero no pudo defender su privilegiada posición, y fue adelantado en la general por el especialista y compañero de equipo Olano, y por Fernando Escartín.
 
Al año siguiente, ya sin Olano en Banesto por la lucha por el liderazgo del equipo, pudo conseguir la primera victoria en la meta del mítico puerto del Angliru, una etapa magnífica, con lluvia, y como toda la vida del Chava, rodeado de polémica.
 
En sus dos últimos años en activo tuvo luces y sombras. El año 2000 no fue especialmente bueno, pues en el Tour acabó lejos de la general y en la Vuelta se retiró. En ninguna de las dos consiguió victorias de etapa, además de unas declaraciones que hizo en la televisión de que no lo estaba pasando nada bien ese año. Pero al año siguiente en la Vuelta, en su Vuelta, volvió por sus fueros. Obtuvo hasta tres victorias de etapa y ganó los maillots de la regularidad y el de la montaña (el cuarto particular).

Y esas fueron sus últimas pedaladas como profesional. En ese invierno se dejó llevar por los placeres de la noche, por la fiesta, el alcohol, y la lujuria. Meses después intentó recuperar el tiempo perdido, con una dura preparación. Incluso llegó a hacer la concentración en Estepona con sus compañeros. Pero esa preparación fue contraproducente a largo plazo. A raíz de ahí se vio sumido en constantes depresiones. Su nombre siguió siendo asociado a la noche, y nadie había para ayudarle. Todos los que le daban palmas en la espalda en sus tiempos de bonanza y que estaban a su lado intentando sacarle lo que pudieran, habían desaparecido en estos malos momentos. Muy pocos intentaron o quisieron ayudarle.
 
Tras los malos efectos de esa preparación física llamó a su director, Unzué, para decirle que abandonaba, que colgaba la bicicleta. Simplemente se dedicó a vivir la vida... nocturna, sobre todo. Realizó 2 nuevos intentos para volver a coger la bici, yendo a 2 concentraciones con su equipo. La primera fue en la primavera de ese 2002, en Ávila. La segunda, a finales de año, en Gran Canaria. Pero su cabeza ya no era la de un ciclista. El se había acostumbrado ya a otro tipo de vida. Aun a pesar de eso, en mayo se casó con Azucena. Con ella pensaba formar una familia, pero no le dio tiempo a hacerlo.
 
Tras esos intentos de volver a correr que hizo, él se ofreció a correr de manera gratuita, simplemente como forma de agradecimiento a su equipo de siempre, y a su afición, y la invitación le fue declinada. Eso fue un golpe muy duro, desde ese momento ya, la depresión fue la mayor pendiente de su vida, y curiosamente en un escalador como él, la única que no superó.
 
Parece ser que estaba superando sus problemas en ese 2003, pero le llegó un terrible y mortal último golpe. Fue la Vuelta a España de ese año, en la que no participó al no tener equipo. Su prueba. No pudo, no fue capaz de verla por televisión.
 
Las últimas semanas de su vida las pasó ingresado en la Clínica San Miguel, para superar tanto su depresión como su adicción a las drogas. Pero ni una cosa ni la otra. Terminó muriendo entre la tarde y primera hora de la noche del 6 de Diciembre de 2003. Las causas parece ser que fueron por un ataque repentino al corazón. El mismo ataque que paralizó a todos sus seguidores. Pero ese ataque, directo al corazón, ya lo había sufrido hacía más de año y medio, justo cuando colgó la bicicleta. La prensa deportiva, simplemente lo señaló al día siguiente en un rincón de la portada de sus diarios.


“Mi hijo ha muerto como siempre vivió, al ataque y de repente”, fueron las palabras de la madre tras la muerte del ciclista del Barraco.

Se cumplen ahora 8 años de la muerte del Chava, desde que se le parase el corazón, no solo a él, sino también a gran parte de la afición española.



Saludos a todos!!