El 11 de mayo del año 85 se iba a correr la penúltima etapa de una apasionante 40ª Vuelta ciclista a España. Esa edición tenía, hasta el momento, un nombre propio único. Ese nombre unánime para todos era el del británico Robert Millar, del equipo Peugeot. Era el líder de la general, con un puñado de segundos sobre el colombiano Francisco Rodriguez y el tercero en discordia era el español Peio Ruiz Cabestani, del equipo Gin MG-Orbea.
En dicho equipo también corría un, por aquel entonces, joven Perico Delgado, quien estaba muy alejado en la general, a 6 minutos y 13 segundos del jersey amarillo, Millar. Esa penúltima etapa era, a priori, una mera etapa de transición, previa al día de finalización de la Vuelta por las calles de Salamanca. Digo que se preveía una etapa tranquila porque el colombiano Rodriguez no parecía que fuese a presentar batalla, y el resto de aspirantes al amarillo se encontraban bastante más alejados en la general.
Ese día la etapa comenzó subiendo el puerto de la Morcuera, sin mucho que contar, salvo que el soviético Osipov pasó el puerto destacado en cabeza. Sin embargo, poco después comenzaron una serie de hechos que hicieron que la carrera se le torciese a Millar. Rompió un radio de su bicicleta antes de Cotos Osipov, y en pocos kilómetros el Kelme Recio le superó en cabeza. Pincha la rueda Millar, y en ese momento le ataca Peio, secundado por otro corredor. Eso obliga a Millar a quemar al último compañero que le queda en el grupo, Pascal Simon, dejándole a partir de ahora en solitario para defenderse durante toda la etapa.
Perico, como siempre, suelta su ataque, al que salta también Belda. Tanto Millar como Rodriguez consiguen coronar muy cerca de este grupo que había saltado, pero en ese momento, Delgado decide atacar de nuevo, esta vez, hacia abajo. Pocos kilómetros más adelante, este consigue contactar con Recio, y como ven que la alianza puede ser buena, deciden colaborar desde un principio.
A pie del puerto de los Leones, la diferencia del dueto cabecero era de aproximadamente un minuto sobre el líder y su pelotón. Todo estaba bajo control... hasta que comenzó la subida al puerto, el último de la etapa.
Al comenzar dicha subida los dos Skill se marchan hacia delante, tanto Caritoux como Kelly. Parecía un detalle sin importancia, pero si al final de la etapa hubieran estado al lado de Millar, este podría haber contado con su ayuda, pero claro, en el momento en que se fueron, Millar solo vigilaba a Pacho Rodriguez y a Peio, sus rivales en la general.
Pasa el dueto cabecero a toda velocidad por la cima, mientras que el grupeto de Millar pasa a un ritmo bastante más lento. Las imágenes del descenso, visto el resultado final, resultan cómicas; Millar da palmaditas de consuelo a Pacho y a Peio, creyéndose el ganador de la carrera (minuto 3´50´´ aproximadamente). Unos kilómetros más adelante, en el paso por Los Ángeles de San Rafael, la ventaja de la que gozan los dos fugados es de unos 5´30´´, aumentándola todavía aún más en los siguientes kilómetros.
Por supuesto, Peio sabía como estaba poniéndose la situación, pero no sería él quien informase a Millar, a quien debía informar Pierre Roland, su director de equipo. La diferencia había subido hasta los 6 minutos, y ahora era Millar quien debía tomar las riendas en la persecución, puesto que no le va a ayudar nadie en el relevo, y si lo hace alguien, este estará muy castigado como para tirar a un ritmo adecuado, mientras que tanto Perico como Recio van relevando a tope en cabeza de carrera.
El final, un auténtico drama para Millar. En la meta de Segovia, obtiene la victoria Recio, con unos metros de ventaja sobre un fundido Delgado. La afición espera ansiosa que pasen los minutos, puesto que han llegado los ecos de la actuación en la etapa de su paisano y desean poder cantar su victoria.
El siguiente grupo que hace su aparición en la línea de meta es el grupo de Kelly, que lo hace a unos 3 minutos del ganador. Ay si Millar se hubiera preocupado un poquito más de los del Skill y no tanto en vigilar a los miembros que compartían pódium con él en ese momento.
Finalmente hace su aparición en meta el grupo de un bloqueado, mentalmente hablando, Millar, que ha visto como lo tenía todo, y por ello daba palmadas de suficiencia a sus rivales tras el último puerto, a no tener nada, haberlo perdido todo por no haber sido oportunamente informado por su director, y por qué no decirlo, por una coalición española antibritánica. Tanto Orbea como Kelme se habían alineado, pero otros equipos como Fagor o Zor, no movieron un dedo más de lo necesario por ayudar al escocés.
En línea de meta, Roland no tiene forma de calmar a su corredor, quien llora desconsolado por lo que acaba de perder. 36 míseros segundos serán los que le separen finalmente de la victoria, y le otorguen a Perico su primera victoria en una gran general. Al día siguiente, ya no hubo nada que hacer, y Millar no tuvo forma de enmendar su error del penúltimo día de la carrera.
Perico narra su propia victoria en la general:
Saludos a todos!!
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