El 29 de agosto del año 1993 se iba a disputar la LX edición del campeonato del mundo en ruta de ciclismo. Era otra época, en la que las pruebas de final de temporada se disputaban entre finales de agosto y los primeros días de septiembre, no como ahora, en que la Vuelta a España comienza precisamente entre esas fechas.
Antes de su gravísima enfermedad detectada en 1996, un jovencísimo deportista proveniente de Texas, Lance Armstrong, ya demostraba que no sólo era capaz de competir contra los mejores ciclistas del planeta, sino que además era capaz de derrotarlos. Si bien no era capaz de hacerlo en los puertos, puesto que no pudo finalizar ese año el Tour de Francia, si que podía hacerlo en su especialidad, las pruebas de un día.
El día en que se iba a disputar el campeonato del mundo de Oslo de 1993 este deportista, Armstrong, contaba con 21 primaveras, y su palmarés era muy exiguo, pues apenas adornaban su palmarés un par de pruebas importantes: una etapa del Tour de ese año, y el campeonato de los EEUU. Había más carreras, pero ninguna de ellas de relumbrón internacional.
El día se levanto lluvioso, y esta lluvia acompañó a los corredores durante todo el transcurso de la carrera. Las condiciones fueron muy complicadas para todos durante gran parte de la prueba, puesto que en ocasiones la lluvia cayó de forma torrencial, y eso le costó la participación y el ser ingresados incluso en el hospital a gente como Skibby o Moreno Argentin.
Las grandes selecciones, como España (con Indurain), Italia (con Chiappucci y especialmente Bugno) o la selección holandesa, fueron las selecciones que desde casi el comienzo de la prueba, llevaron todo el peso en el control de la carrera. Se fueron sucediendo los intentos de fuga durante las primeras vueltas, pero poco más de un minuto llegó a ser la renta de esos escasos valientes. Intentos que finalmente quedaban en nada.
En la décima vuelta se produjo un corte peligroso, en el que figuraban 14 hombre, con gente como Chiappucci o Giovannetti, pero que con los kilómetros consiguió ser reducida por el equipo español, dejándoles a solo un puñado de segundos. Un equipo, el español, que había apostado todas sus balas en un único corredor, Miguel Indurain. En la duodécima vuelta se retiraba el campeón en Benidorm, Gianni Bugno.
A partir de ese momento, con la retirada de Bugno, todo el peso del control de la prueba iba a corresponder a Indurain. El navarro asumió los galones que le correspondían y lanzó un imponente ataque, que sirvió para neutralizar a los fugados Chiappucci, Maessen y Rue. Poco después, otro puñado de corredores, entre ellos Riis, Mussew o Ludwig, se iban a unir a estos fugados e iban a marchar en armonía, impidiendo que les diesen caza más corredores.
Y fue tras más de 240 kilómetros disputados en la etapa cuando, disputándose ya la última vuelta, saltó de ese grupo delantero el juvenil de sus componentes, Armstrong, aquel corredor al que nadie o casi nadie conocía dentro del grupo. Cogió ventaja con respecto a sus hasta ese momento compañeros de fuga, pero esta ventaja jamás se encontró por encima del medio minuto, una renta en teoría insuficiente si los rivales se ponían de acuerdo en darle caza.
Pero en este grupo no se entendieron y con mucha tenacidad, consiguió mantener su escasa renta, y tras 6 horas, 17 minutos y 10 segundos de intenso esfuerzo, de pedalear y competir en un lluvioso día, Lance consiguió levantar los brazos para festejar su triunfo. Un triunfo que le llegaba siendo aún casi un niño. Y lo hacía con 19 segundos de ventaja con respecto a, nada menos, Indurain, Chiappucci, Riis o Mussew. El futuro era suyo, y su carrera no había hecho más que despegar, aunque todavía se tendría que encontrar con un contratiempo muy serio en su carrera hacia el éxito.
Por su parte, en la disputa por el segundo puesto, el sprint con el que Indurain bate a un excepcional finalizador como Ludwing es, sencillamente, impresionante. Un sprint largo que le permite ser al navarro segundo en el campeonato, y ascender un puesto con respecto a su actuación en el campeonato del año 91, quedándose a tan sólo un escalón del Arco Iris.
Saludos a todos!!
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