En el día de hoy, 14 de febrero, fecha tan señalada por muchos enamorados, se cumplen 8 años del aniversario de un fallecimiento de infausto recuerdo para los amantes del ciclismo. En esa fecha tan señalada moría alguien que fue ídolo, pero también fue villano. Ese hombre era Marco Pantani
Marco nació un 13 de Enero de 1970, en Cesena, en la región de Emilia-Romaña, al norte de Italia, en los montes Apeninos, a unos 15 kilómetros del Mar Adriático. Sus orígenes, como los de otros tantos grandes deportistas de la historia, fueron humildes. Nunca tuvo escasez de nada, pero tampoco vivió dentro del lujo. Siempre fue un chico más pequeño que los demás compañeros de su edad, además de ser muy delgado. Pero ni esa pequeña estatura y el peso fue algo que jamás le afectara. Lo que si que le acomplejó siempre fueron sus orejas, por las que años más tarde Armstrong le llamaría de forma despectiva como "Il Elefantino", sobrenombre que él odiaría siempre.
Se puede decir que Marco tuvo siempre un don natural para el ciclismo, desde muy joven, cuando siendo apenas un crio se atrevió a adelantar y dejar en evidencia a todos los chicos de su edad que estaban entrenando con el G.C. Fausto Coppi, mientras que el usaba la pesada bicicleta que su madre usaba para ir a trabajar. A partir de entonces, 1984, fue cuando nació una relación muy especial, con el señor Ridolfi, que fue quien le regaló su primera bicicleta de competición, y quien le intentó enseñar como aprovechar su infinito talento. No solo fue su maestro, sino que actuó como su manager, su persona de confianza y como un segundo padre. Fue alguien muy importante para él.
Años después, seguía siendo el mayor talento de su región, pero había llegado el momento de dar un puño en la mesa, en la prueba del Girini, aquella que confirmaba a las figuras del ciclismo transalpino. Y no decepcionó. En 1990 fue tercero, subiendo un escalón al año siguiente, y otro más, y por lo tanto ganando, en 1992. Esa carrera le valió que el equipo Carrera se fijara en él y decidiera firmarlo para que la temporada siguiente corriera en sus filas, junto con el ídolo del país, Claudio Chiappucci.
1993 fue el año de asentamiento en el profesionalismo, dando alguna pincelada de su calidad, pero su explosión fue al año siguiente, en 1994, primero en el Giro de Italia, que finalizó en segunda posición, y en el mes de julio de ese mismo año, en el Tour de Francia, que concluyó tercero y siendo el mejor joven.
El año siguiente, el 95, fue un año de luces y sombras. Tuvo actuaciones dignas en Giro y Tour, aunque no al nivel del año anterior, y finaliza tercero el Campeonato del Mundo de Colombia, el más duro de cuantos se recuerda. Pero sufre el accidente más grave de su carrera un 18 de Octubre. Es atropellado junto a otros dos ciclistas por un coche y tiene que sufrir una dura operación, y un largo post-operatorio. Se pensaba que podría estar listo para el Giro del año siguiente, pero no fue así. Su recuperación se estaba alargando.
Volvió a la bici en agosto de 1996, y volvió a su máximo expresión en el Tour del 97, acabando la carrera en tercera posición y ganando dos etapas. Estaba preparando el que sería su gran año, el 1998. En ese año consiguió el último doblete Giro - Tour que ha tenido lugar hasta el día de hoy, ganando ambas clasificaciones generales, realizando en la carrera francesa una de las etapas míticas de la historia, la de Les Deux Alpes, donde un Jan Ullrich impotente vio como se le escapaba el amarillo de su espalda sin ningún tipo de remedio ante el empuje del fantástico escalador italiano.
Pero llegó 1999, y con ese año, el que fue el gran golpe a su carrera. A tan solo una etapa para el final del Giro d´Italia, un 5 de junio, es expulsado de la carrera por dar positivo por tener el hematocrito alto. Había vencido en esa etapa, Madonna di Campiglio, y en otras tres etapas más. Estaba siendo el dueño y señor de la carrera, aventajando al segundo, Gotti, en más de 5 minutos. Esa expulsión significó el principio del fin de Marco. La polémica empieza a ser su compañero inseparable de viaje desde entonces. Renuncia a participar en el Tour al encontrarse en un estado depresivo, y lo hace en una rueda de prensa en la que no faltó la polémica. También renunció a participar en la Vuelta de ese año. Desde ese momento fue compañero inseparable de la noche, algo que ya conocía de antes, pero a partir de ese momento fue una constante, y con la noche, los excesos que suelen acompañar en una persona joven, confundida, en estado semi depresivo y con mucho dinero e ídolo de medio país.
Al año siguiente, en 2000 si que vuelve a participar en el Tour, pero muy lejos de ser el Pantani de anteriores participaciones. Posteriormente su ultima aparición fue en un Giro de Italia, el de 2003. Su actuación, de nuevo, lejos de su nivel. El último gran palo a su vida, fue la no admisión por parte del Tour en la edición de ese año. Meses después es ingresado en una clínica de tratamiento de depresiones, en Padua.
Le había abandonado casi toda su gente, no así algún compañero y algún amigo de la infancia, pero no era suficiente. Marco se estaba destruyendo a sí mismo, y ni podía ni quería evitarlo. Era una causa perdida. Ya no podría volver a ser un deportista profesional, pero es que en ese momento, quizás ya no era ni persona. Los mismos que le habían levantado en 1998, se habían encargado de destruirlo desde Madonna di Campiglio. Sus compañías habían sido muy perjudiciales para él, pero no solo habían jugado los medios con el positivo de Madonna, sino que también habían rebuscado en su pasado, y le habían arruinado, con un supuesto positivo el día en que le atropelló un coche y le rompió la pierna, en 1995.
Fue entonces cuando se produjo un extraño viaje a Cuba, antes de la Navidad de 2003. A ese viaje se marchó sin informar a nadie, y acompañado por un medico cuya identidad a día de hoy aun se desconoce. Allí el propio Maradona hizo de anfitrión. Esa experiencia debió de ser positiva, puesto que volvió antes de final de año de nuevo a La Habana, y tras una serie de escándalos (drogas de por medio), la justicia le dio una especie de expulsión diplomática.
En esas semanas se produjo la ruptura familiar, puesto que su padre intentaba evitar que tuviese acceso a sus bienes económicos. Engordó casi 30 kilos en muy poco tiempo. Pero todo eso no evitó que sustrajera de la cuenta corriente unos 200.000 euros destinados a cocaína, seguramente junto a la que apareció su cuerpo el 14 de Febrero.
Llegó el 9 de Febrero y un viaje, casi sin equipaje, a Rimini, un lugar con playas y paisajes propios para el estado depresivo que padecía. Allí se aloja en un hotel, dormía en el sofá y no tenía ni móvil. Amigos suyos que le visitaron, decían que alternaba momentos de lucidez con otros de total ausencia.
En esos últimos días llega a preguntar a una camarera que si tiene miedo de él, que si le considera un tipo extraño. Mientras los padres, que se encontraban en Grecia, solo consiguen ser atendidos por la máquina que dice que el abonado está fuera de cobertura, al intentar llamar a su hijo al móvil.
En su última noche, Marco tiene bastante hambre, y consigue que el dueño del hotel llame al restaurante de Oliver Laghi, apasionado del ciclismo, y quien personalmente le lleva la cena. Esa última cena, a la que fue invitado, era una tortilla de setas, una ensalada y una coca cola.
Y llegó ese fatídico 14 de Febrero de 2004. Marco ya se había fabricado su coctel de antidepresivos, y rodeado de polvo blanco, tumbado en el sofá. La última persona que le escuchó con vida, fue el recepcionista, y sus últimas palabras antes de atrincherarse fueron "Por favor, no quiero que nadie me moleste, ni que nadie venga a arreglar la habitación".
Efectivamente, no quería ser molestado a la espera de la muerte, puesto que movió los muebles más contundentes de la habitación y los colocó en la puerta.
Lamentablemente, a la temprana edad de 34 años, a media tarde de aquel San Valentín de 2004, su llama se apagó...
Y, es que, a veces, también hay que detenerse en las personas, en lo que hay detrás de lo que vemos, que habitualmente no es más que una simple fachada de lo que los periodistas quieren construir o nosotros queremos ver.
saludos a todos!!
Pantani era mi ídolo ciclista. Siempre eterno Marco.
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