martes, 3 de enero de 2012

Récord entre bombas

El día 2 de enero es una de las fechas más importantes que existen en el ciclismo, aún a pesar de darse la paradoja de que todavía no haya dado comienzo la temporada de competición. Es una fecha importante, porque en tan señalado día se cumplen dos tristes aniversarios para el mundo del ciclismo. El primero de los aniversarios es el de la retirada oficial de Miguel Indurain del ciclismo, que tuvo lugar, rueda de prensa mediante, en un 2 de enero de 1997. La segunda fecha, mucho más importante, se producía en el año 1960. En tan señalado día de hace ya más de medio siglo, moría uno de los mejores ciclistas de todos los tiempos, el italiano Fausto Coppi, por una malaria mal curada, que había contraído días atrás en África. Es por ello por lo que hoy voy a mencionar una de las muchas hazañas que realizó el gran corredor italiano.

Fausto Coppi había llegado al ciclismo muy joven, cuando apenas contaba con 20 años de edad, pero es que su precocidad nos ha dejado como legado que aún sigue siendo el ciclista más joven en conseguir la victoria en la general de un Giro d´Italia, cuando aún no había llegado a cumplir los 21 años de edad. Todo eso tuvo lugar entre los años 1939 y 1940. Es decir, que eso lo realizó al tiempo que estallaba la II Guerra Mundial. Dicha guerra le cortó varios años de su carrera deportiva, aunque no se vio tan afectado por ella como sin duda le sucedió a Gino Bartali. Y fue estando combatiendo en la guerra cuando tuvo lugar la siguiente gesta.

A finales de octubre de 1942, Fausto se encontraba enrolado en el ejército de su país. Su división se encontraba destinada en el norte de África, combatiendo junto a las divisiones alemanas. Consiguió un permiso de su coronel de un mes de duración, para poder regresar a Italia, tras realizar una gesta militar. Dicho permiso finalmente se vio reducido de 30 a 18 días, debido a la dantesca situación que estaban sufriendo en ese frente sus compañeros.
 
Con el permiso bajo el brazo vuelve a Italia, a Milán y allí se encuentra con un buen amigo suyo del mundo de las dos ruedas, De Benedetti, quien le comenta que él se está preparando para el récord de los 100 kilómetros, y quien le dice que debería plantearse el intentar batir el de la hora, ya que es un récord que puede estar a su alcance. En ese momento Fausto se lo replantea, ya que es el campeón italiano de persecución. Se lo comenta a su director deportivo, Pavesi, y también a su masajista y persona de gran confianza, el ciego Cavanna. Pero hay varios problemas que solventar al respecto; el primero, que sólo dispone de tres semanas para preparar el asalto al récord; el segundo, que el velódromo casi no está disponible, puesto que es usado por los tiradores del ejército para entrenarse. Es por ello por lo que se dedica a entrenar de una forma improvisada, rodando y rodando por las rectas de las carreteras más cercanas al velódromo. Pudo entrenarse finalmente durante 8 días.

El día 7 de noviembre de 1942, Fausto Coppi llega al Velódromo Vigorelli de Milán alrededor de las 7 de la madrugada, con intención de asaltar el Record de la Hora, en posesión del francés Archambaud, conseguido también en Milán. Para intentar lograrlo, realizará la prueba con una bicicleta que usaba un plato de 52 dientes y un piñón de 15 dientes, usando bielas de 171 milímetros, en una bici cuyo peso aproximado era de unos nueve kilos y medio.
 
La situación en la ciudad es complicada, y de hecho una bomba derribó gran parte del techo del velódromo días atrás. Tras estar rodando durante media hora en la pista, comenzaron a caer bombas sobre la ciudad, a lo que el escaso público que había tenido el valor de asistir al acontecimiento, abandonó corriendo el velódromo para buscar refugio. Ante esta situación, Fausto le comenta a la prensa (Gazzeta dello Sport) que en esos momentos con acercarse al anterior récord se dará por satisfecho.

Tras una espera de un par de horas, para habilitar completamente la pista y con la campana sonando constantemente de fondo, para avisar del peligro a los habitantes de Milán, comenzó su aventura Coppi. El comienzo de la prueba fue lento, aunque progresivamente iba mejorando sus registros el gran campeón italiano, pero aún así parecía que no estaba siendo eso suficiente. Cuando llevaba transcurrido la mitad del tiempo, el italiano marchaba nada menos que con un retraso de 95 metros con respecto al anterior poseedor del récord. Fausto siguió con su progresión, de menos a más. A mucho más. Tanto aceleró que llegó a contar con una renta favorable de nada menos que casi 300 metros.
 
Pero fue entonces cuando cuando las fuerzas comenzaron a flaquearle y se comenzó a demostrar que el entrenamiento no sólo había sido insuficiente, sino que también había sido escaso. Fausto estaba perdiendo gran parte de la ventaja con la que había llegado a contar. El final iba a ser muy angustioso, sin saber con certeza si podría batir el récord o si se quedaría un puñado de metros por detrás. Finalmente el italiano demostró una capacidad mental impresionante, y totalmente exhausto cruzó la línea de meta. Había logrado batir a Archambaud por sólo 31 metros. Sus declaraciones nada más cruzar la línea de meta fueron las siguientes:

"El comienzo fue malo, ciertamente la campana sonaba y sonaba. A pesar de la ligereza de mi bicicleta, yo sufría lo indecible para mantener el ritmo. Al cumplirse la media hora mi retraso era, aproximadamente de una línea recta del velódromo. No pensé en nada salvo en rodar mas rápido. Era lo único que cabía en mi cabeza, aturdido como estaba cada vez más por el sonido insoportable de la campana en cada vuelta. En muchos momentos no veía nada, ni siquiera las cifras que se mostraban al paso por meta. No tenía capacidad para contar las vueltas. El sonido de la campana se convertía en un único mundo que iba y venía según el sonido se dejaba sentir mas flojo o mas fuerte en razón de mi proximidad a ella en cada vuelta. Yo ya no sentía la fatiga ante el inmenso dolor que tenía fijo en las piernas. El pecho parecía que iba a estallar, parecía una fragua rugiente y mi cabeza, que apenas percibía el murmullo de mis tubulares de seda sobre la madera del velódromo, únicamente era sensible al repetido sonido de la campana que llegaba a mi como un grito. ¡ Más deprisa, más deprisa, más deprisa.!"


Dicho Récord de la Hora (45.798 metros) estaría vigente nada menos que durante 14 años, hasta que se lo arrebató el quizás mejor contrarrelojista de la historia, Jacques Anquetil, en 1956. No tuvo Coppi tiempo para las celebraciones. Rápidamente, tras terminar la prueba, todos fueron corriendo a refugiarse, puesto que seguían sonando las alarmas. Tampoco tuvo tiempo de festejarlo en casa, puesto que al día siguiente de realizar la hazaña Coppi fue de nuevo embarcado hacia África, para seguir combatiendo en la guerra. Después de varios días de intensos combates, fue hecho prisionero en Trípoli por el ejército inglés y se pasó unos 20 meses en un campo de concentración inglés.
Fausto Coppi no tuvo tiempo de celebrar su hazaña, pero la noticia se expandió rápidamente y fue usada como propaganda de guerra en favor de su país.



Saludos a todos!!

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