Tour de Francia y el Giro de Italia tenían una serie de puertos míticos, algo de lo que la Vuelta carecía aún en el año 1998, aparte de con los Lagos de Covadonga. Pero eso era algo que iba a acabar con la presentación del recorrido de la Vuelta de 1999. En esa presentación iba a haber un bombazo llamado Angliru. Su Majestad L´Angliru.
Esa presencia de l´Angliru en la edición de 1999 fue un gran reclamo a nivel mediático, tanto para el espectador, como para los deportistas y los medios de comunicación. El ambiente que se creó durante los días previos a la disputa de esa etapa fue un ambiente propio del Tour más que de la Vuelta. Millares de aficionados fueron acumulándose en las cunetas del puerto desde esos días previos y la Guardia Civil incluso llegó a cortar el acceso al tráfico ya 3 días antes de la etapa.
Casi 5 millones de personas delante del televisor durante la retransmisión integrada de la etapa de ese día significaron un éxito sin precedentes para este nuevo puerto en la Vuelta. Con este puerto la organización de la Vuelta había encontrado a su gallina de los huevos de oro. El final de aquella etapa fue apoteósico, lo que sin duda ayudó al éxito de audiencia, pero el Angliru ya formaba parte de la leyenda incluso antes de disputarse.
Un puerto de l´Angliru que iba a formar parte de la 9ª etapa de esa Vuelta 99, una etapa que todos sabían que iba a formar parte de la historia y fue por ello por lo que la tensión del ambiente podía cortarse con un cuchillo.
Los ataques por parte de los corredores no cesaron desde que se dio el banderazo de salida de la etapa, con la ONCE tratando de mantener un mínimo control de la carrera, y como eso iba a resultar imposible, Manolo Saiz optó por sacrificar al quinto clasificado de la general, Iñigo Cuesta, metiéndolo en una fuga conformada por 26 corredores. Ese grupo de fugados apenas alcanzó el minuto de ventaja, debido al trabajo en el pelotón del Kelme. La fuga no fue la definitiva y sobre el kilómetro 50 fue neutralizado el corredor de la ONCE, dejando por delante de él un grupo de 12 corredores, en el que habría gente tan importante como Bettini, Nardello o Chente García Acosta.
Durante el puerto de Ventana no hubo variaciones y hubo de esperar a la Cobertoria para ver algo de movimiento, con un ataque de Bettini rápidamente neutralizado por Nardello, Ivanov, Lelli y Orlando Rodrigues. Por detrás la ONCE controlaba a los fugados, llegando incluso a reducir el tiempo de ventaja de esos fugados antes de comenzar un descenso que sería clave.
El descenso de la Cobertoria estaría marcado por una fina lluvia que ya había aparecido en el puerto anterior, lo que unido a las heces que habían dejado las vacas en las jornadas previas en la carretera, convirtieron ese descenso en una auténtica pista de patinaje, que provocó numerosos percances en el pelotón.
Igor González de Galdeano fue una de las primera víctimas, con una caída en la que se golpeó la cabeza y destrozó el casco. Con los minutos las noticias fueron tranquilizadoras, pero no volvió a haber noticias de Igor hasta la línea de meta. Roberto Heras o Iván Parra también cayeron, al igual que un Piepoli que era uno de los grandes favoritos a la victoria aquel día, quien además cayó también en dos ocasiones en el Cordal.
Pero sin duda el corredor más perjudicado en aquel descenso y en aquella etapa fue uno de los grandes favoritos a la victoria final, Fernando Escartín. Un Fernando que perdió el control de su bicicleta en una curva y se golpeó el pecho contra el quitamiedos. Ese golpe le hizo romperse 3 costillas y el antebrazo izquierdo, y con ello dijo adiós definitivamente a la posibilidad de alzarse con la victoria en alguna grande.
La carrera estaba rota, en el pelotón y en los fugados, ya que por delante Ivanov marchaba con unos metros de ventaja con respecto a Nardello y Rodrigues, mientras que el pelotón estaba únicamente formado por 16 corredores, entre ellos Olano y Ullrich.
Después de ese descenso iban a faltar pocos kilómetros para el ascenso al gran coloso de la ronda española, pero antes había que afrontar la subida al Cordal, un, a priori, insignificante puerto comparado con lo que quedaba de etapa. El Cordal fue coronado en solitario por Ruslan Ivanov y poco después de un minuto coronaría el pelotón, en donde ya habían neutralizado a Nardello y Rodrigues.
El descenso lo iba a encabezar Van de Wouwer, seguido de Olano y con los escaladores puros sufriendo por no perder la rueda de estos. Pero fue en una curva a izquierdas cuando un Van de Wouwer que seguía encabezando al pelotón quien se fue al suelo, arrastrando con él a varios corredores más, entre ellos al líder de la carrera, Abraham Olano. Nadie se paró a esperar al de Anoeta, salvo su compañero Zarrabeitia y llegando a pie de l´Angliru con un minuto de retraso con respecto a los Ullrich, Chava o Heras.
Llegó a pie de puerto en primer lugar Ivanov, seguidos por un grupo liderado por Rubiera, en el que también marchaban Heras, Tonkov, Chava Jiménez y Ullrich y a algo menos de un minuto marchaba el líder Olano, con Zarrabeitia, Rebellin, Nardello y Aebersold. A unos 10 kilómetros de meta saltó de ese grupo cabecero Tonkov y abrió rápidamente un pequeño hueco de 30 segundos con respecto al grupo que iba y unos 20 segundos más con Olano y su grupo.
Esa presencia de l´Angliru en la edición de 1999 fue un gran reclamo a nivel mediático, tanto para el espectador, como para los deportistas y los medios de comunicación. El ambiente que se creó durante los días previos a la disputa de esa etapa fue un ambiente propio del Tour más que de la Vuelta. Millares de aficionados fueron acumulándose en las cunetas del puerto desde esos días previos y la Guardia Civil incluso llegó a cortar el acceso al tráfico ya 3 días antes de la etapa.
Casi 5 millones de personas delante del televisor durante la retransmisión integrada de la etapa de ese día significaron un éxito sin precedentes para este nuevo puerto en la Vuelta. Con este puerto la organización de la Vuelta había encontrado a su gallina de los huevos de oro. El final de aquella etapa fue apoteósico, lo que sin duda ayudó al éxito de audiencia, pero el Angliru ya formaba parte de la leyenda incluso antes de disputarse.
Un puerto de l´Angliru que iba a formar parte de la 9ª etapa de esa Vuelta 99, una etapa que todos sabían que iba a formar parte de la historia y fue por ello por lo que la tensión del ambiente podía cortarse con un cuchillo.
Los ataques por parte de los corredores no cesaron desde que se dio el banderazo de salida de la etapa, con la ONCE tratando de mantener un mínimo control de la carrera, y como eso iba a resultar imposible, Manolo Saiz optó por sacrificar al quinto clasificado de la general, Iñigo Cuesta, metiéndolo en una fuga conformada por 26 corredores. Ese grupo de fugados apenas alcanzó el minuto de ventaja, debido al trabajo en el pelotón del Kelme. La fuga no fue la definitiva y sobre el kilómetro 50 fue neutralizado el corredor de la ONCE, dejando por delante de él un grupo de 12 corredores, en el que habría gente tan importante como Bettini, Nardello o Chente García Acosta.
Durante el puerto de Ventana no hubo variaciones y hubo de esperar a la Cobertoria para ver algo de movimiento, con un ataque de Bettini rápidamente neutralizado por Nardello, Ivanov, Lelli y Orlando Rodrigues. Por detrás la ONCE controlaba a los fugados, llegando incluso a reducir el tiempo de ventaja de esos fugados antes de comenzar un descenso que sería clave.
El descenso de la Cobertoria estaría marcado por una fina lluvia que ya había aparecido en el puerto anterior, lo que unido a las heces que habían dejado las vacas en las jornadas previas en la carretera, convirtieron ese descenso en una auténtica pista de patinaje, que provocó numerosos percances en el pelotón.
Igor González de Galdeano fue una de las primera víctimas, con una caída en la que se golpeó la cabeza y destrozó el casco. Con los minutos las noticias fueron tranquilizadoras, pero no volvió a haber noticias de Igor hasta la línea de meta. Roberto Heras o Iván Parra también cayeron, al igual que un Piepoli que era uno de los grandes favoritos a la victoria aquel día, quien además cayó también en dos ocasiones en el Cordal.
Pero sin duda el corredor más perjudicado en aquel descenso y en aquella etapa fue uno de los grandes favoritos a la victoria final, Fernando Escartín. Un Fernando que perdió el control de su bicicleta en una curva y se golpeó el pecho contra el quitamiedos. Ese golpe le hizo romperse 3 costillas y el antebrazo izquierdo, y con ello dijo adiós definitivamente a la posibilidad de alzarse con la victoria en alguna grande.
La carrera estaba rota, en el pelotón y en los fugados, ya que por delante Ivanov marchaba con unos metros de ventaja con respecto a Nardello y Rodrigues, mientras que el pelotón estaba únicamente formado por 16 corredores, entre ellos Olano y Ullrich.
Después de ese descenso iban a faltar pocos kilómetros para el ascenso al gran coloso de la ronda española, pero antes había que afrontar la subida al Cordal, un, a priori, insignificante puerto comparado con lo que quedaba de etapa. El Cordal fue coronado en solitario por Ruslan Ivanov y poco después de un minuto coronaría el pelotón, en donde ya habían neutralizado a Nardello y Rodrigues.
El descenso lo iba a encabezar Van de Wouwer, seguido de Olano y con los escaladores puros sufriendo por no perder la rueda de estos. Pero fue en una curva a izquierdas cuando un Van de Wouwer que seguía encabezando al pelotón quien se fue al suelo, arrastrando con él a varios corredores más, entre ellos al líder de la carrera, Abraham Olano. Nadie se paró a esperar al de Anoeta, salvo su compañero Zarrabeitia y llegando a pie de l´Angliru con un minuto de retraso con respecto a los Ullrich, Chava o Heras.
Llegó a pie de puerto en primer lugar Ivanov, seguidos por un grupo liderado por Rubiera, en el que también marchaban Heras, Tonkov, Chava Jiménez y Ullrich y a algo menos de un minuto marchaba el líder Olano, con Zarrabeitia, Rebellin, Nardello y Aebersold. A unos 10 kilómetros de meta saltó de ese grupo cabecero Tonkov y abrió rápidamente un pequeño hueco de 30 segundos con respecto al grupo que iba y unos 20 segundos más con Olano y su grupo.
Zarrabeitia dijo basta y desde ese momento Olano se puso al frente de su grupo, reduciendo metro a metro la diferencia con el grupo delantero. En el descansillo de Viapará, a unos 8 de meta, las diferencias se habían estabilizado en torno a los 50 segundos, entre Tonkov y el grupo reunificado de los Olano y Ullrich. En ese momento, después del descansillo es donde una pintada pone "Aquí comienza el Infierno". Un infierno que se traduce en una pendiente media del 13% y una máxima del 23.6%.
La primera rampa de Les Cabanes iba a ir acompañada de un ataque de Roberto Heras, al que solo pudo seguir un Chava Jiménez inspiradísimo aquel día. Por detrás quedó un dueto formado por los dos grandes favoritos de la carrera, Ullrich y Olano. Al final de ese primer kilómetro infernal Heras se giró y vio como el Chava marchaba pegado a su rueda. La diferencia en los siguientes kilómetros de Heras-Chava con respecto a Tonkov se mantenía en torno al minuto.
Fue a 4 kilómetros de meta aproximadamente, cuando la renta de Tonkov era de casi un minuto con los dos españoles y de unos 20 segundos más con el dueto del líder, donde se produjo una de las sorpresas de la jornada. El Triki Beltrán, quien se había visto cortado en el descenso de la Cobertoria, se estaba echando encima de Ullrich y de Olano. Se le vio intercambiar algunas palabras con una de las motos que acompañaba a ambos corredores e inmediatamente, en pie sobre la bicicleta, los adelantó sin contemplaciones. Olano dejó hacer al alemán Ullrich, y al ver que este no reaccionaba, él sí lo hizo y se fue a por el corredor jienense.
Las distancias se mantenían, e incluso iban favoreciendo a Tonkov justo a la llegada a la mítica Cueña les Cabres. En la Cueña fue donde se vio como nunca antes en directo a los corredores. Ni el famoso Mortirolo podía ofrecer esas imágenes. Tonkov prácticamente no podía ni avanzar en esas rampas con una media superior al 17%, y sus perseguidores tampoco marchaban mucho mejor que el ruso. Era igual para todos los corredores menos para uno, un único corredor capaz de hacer levantarse a los aficionados del sofá con su sola presencia en carrera. Ese corredor no podía ser otro que el malogrado Chava Jiménez, quien en ese kilómetro infernal de la Cueña decidió aumentar su ritmo, ya que había visto que el que llevaba Heras no iba a ser suficiente para neutralizar al ruso, dejando totalmente descolgado al bejarano. Otro Banesto, Piepoli, iba a adelantar a un Ullrich que estaba sufriendo en demasia en las rampas más duras del puerto.
Fue a 4 kilómetros de meta aproximadamente, cuando la renta de Tonkov era de casi un minuto con los dos españoles y de unos 20 segundos más con el dueto del líder, donde se produjo una de las sorpresas de la jornada. El Triki Beltrán, quien se había visto cortado en el descenso de la Cobertoria, se estaba echando encima de Ullrich y de Olano. Se le vio intercambiar algunas palabras con una de las motos que acompañaba a ambos corredores e inmediatamente, en pie sobre la bicicleta, los adelantó sin contemplaciones. Olano dejó hacer al alemán Ullrich, y al ver que este no reaccionaba, él sí lo hizo y se fue a por el corredor jienense.
Las distancias se mantenían, e incluso iban favoreciendo a Tonkov justo a la llegada a la mítica Cueña les Cabres. En la Cueña fue donde se vio como nunca antes en directo a los corredores. Ni el famoso Mortirolo podía ofrecer esas imágenes. Tonkov prácticamente no podía ni avanzar en esas rampas con una media superior al 17%, y sus perseguidores tampoco marchaban mucho mejor que el ruso. Era igual para todos los corredores menos para uno, un único corredor capaz de hacer levantarse a los aficionados del sofá con su sola presencia en carrera. Ese corredor no podía ser otro que el malogrado Chava Jiménez, quien en ese kilómetro infernal de la Cueña decidió aumentar su ritmo, ya que había visto que el que llevaba Heras no iba a ser suficiente para neutralizar al ruso, dejando totalmente descolgado al bejarano. Otro Banesto, Piepoli, iba a adelantar a un Ullrich que estaba sufriendo en demasia en las rampas más duras del puerto.
Al acabar la Cueña, la distancia de cabeza de carrera se había visto reducida a unos 40 segundos con el Chava, manteniéndose con el resto de corredores. El Chava iba encendido, alternando el ponerse en pie con ir sentado, y el ruso poco a poco se iba apagando, con su pedaleo regular y sentado sobre la bicicleta. Se estaba echando el corredor del Banesto encima del corredor del Mapei. El resto de corredores no existían ya para esa etapa.
En medio de la niebla, dentro ya del último kilómetro, el Chava se echó literalmente encima de Tonkov. Le había recortado más de 40 segundos en unos infernales últimos 3 kilómetros.
Los últimos metros de la etapa serían en un ligero descenso, de poco más de 300 metros, tras los cuales estaría ubicada la línea de meta. Una línea de meta que ninguno de los dos corredores llegaría a ver, debido a que la densa niebla impedía que nadie viera a una distancia de un par de palmos más lejos de su rueda. Gracias a que el Chava adelantó a Tonkov justo antes de iniciar ese ligero descenso, fue quien entró en meta como el primer ganador en ese puerto, debido a que ninguno de los dos corredores realizó ningún sprint. El Chava desbordaba alegría una vez que hubo cruzado la meta, justo lo contrario de lo que decía la cara de un ruso muy decepcionado con el desenlace de la etapa.
Por detrás de los dos corredores llegó, a más de un minuto Roberto Heras, que escalaba de esta forma, muchos puestos en la general de la carrera. El cuarto en entrar sería un Triki Beltrán que con diferencia había sido el corredor que había empleado menos tiempo en subir el puerto, pero su fallo en la Cobertoria le había perjudicado enormemente. Olano sería quinto en la etapa, afianzando un liderato que solo unas costillas rotas unos kilómetros antes pudieron arrebatarle, aunque eso no se supo hasta varios días después. Todos y cada uno de los corredores iban llegando de uno en uno a la línea de meta, sirviéndose únicamente de sus fuerzas, sin poderse aprovechar del esfuerzo de ninguno otro corredor. Uno de los últimos corredores que llegó a meta fue nada menos que el sprinter McEwen, quien se permitió el lujo de cruzar la meta haciendo un caballito, tradición que haría también años más tarde, aunque aquel día lo hizo más de media hora después de que el ganador de la etapa hubiese cruzado la línea de meta.
No podía haber ganado un corredor más propicio para el aficionado español que el Chava en el estreno de un puerto que desde mucho antes de subirse por primera vez ya era leyenda. Desde ese momento L´Angliru tendría un ganador a la altura de su fama, nada menos que un ganador con el que todos los aficionados al ciclismo en los años 90 se pusieron en pie para celebrar sus gestas y se decepcionaban, cada vez que su cabeza no funcionaba.
Clasificación Etapa:
1- José María Jiménez (Banesto)
2- Pavel Tonkov (Mapei) m.t.
3- Roberto Heras (Kelme) a 1´01´´
4- Manolo Beltrán (Banesto) a 1´14´´
5- Abraham Olano (ONCE) a 1´44´´
6- Leonardo Piepoli (Banesto) a 2´04´´
7- Jan Ullrich (Telekom) a 2´46´´
8- José Luis Rubiera (Kelme) m.t.
9- Davide Rebellin (Polti) a 3´01´´
10- Igor González Galdeano (Vitalicio Seguros) a 3´09´´
11- Roberto Laiseka (Euskaltel) m.t.
Clasificación General:
1- Abraham Olano (ONCE)
2- Jan Ullrich (Telekom) a 2´08´´
3- Pavel Tonkov (Mapei) a 2´58´´
4- Igor González Galdeano (Vitalicio Seguros) a 3´58´´
5- Roberto Heras (Kelme) a 4´24´´
6- Ángel Casero (Vitalicio Seguros) a 4´44´´
7- José María Jiménez (Banesto) a 5´29´´
8- Manolo Beltrán (Banesto) a 6´26´´
9- Davide Rebellin (Polti) a 6´53´´
10- Leonardo Piepoli (Banesto) a 7´19´´
Saludos a todos!!
Mítica etapa. Una de las joyas de la historia del ciclismo.
ResponderEliminar