jueves, 28 de febrero de 2013

Bahamontes, el Águila de Toledo

Federico Martín Bahamontes está considerado como uno de los grandes escaladores de la historia del ciclismo. Además fue el  primer corredor español que consiguió ganar en el Tour de Francia. En su currículum tampoco hay que olvidar sus seis victorias en la clasificación de la montaña del Tour o las excentricidades que realizó a lo largo de su carrera.

Alejandro Martín Bahamontes, apodado como El águila de Toledo, nació en Val de Santo Domingo, una pequeña localidad de Toledo de 1.700 habitantes, un 9 de julio de 1928. En su partida de nacimiento aparecía con el nombre de Alejandro, aunque desde muy joven fue conocido como Federico, ya que, según ha contado el propio protagonista, su tío se llamaba Federico y dijo que su sobrino se llamaba igual, y puesto que era quien mandaba en la familia, pasó a conocérsele como Federico, aunque en su partida de nacimiento no apareciera ese nombre. Su padre, que se llamaba Julián Martín, se sacrificó mucho por darle una oportunidad a su familia y a sus hijos. Él era peón caminero hasta que decidió, asumiendo un gran riesgo, trasladarse a la ciudad de Toledo, donde dijo que se encontraba el dinero de verdad. Allí trabajó en un cigarral, a las afueras de la ciudad. 

Bahamontes se aficionó al fútbol desde joven, jugando con unos compañeros de su edad que le convencieron para que se comprase una bicicleta y les acompañase en sus excursiones ciclistas. Alejandro, o más bien Federico, como le conocía todo el mundo, habló con su padre, ya que no podía costearse por sí mismo una bicicleta. Finalmente acordaron que el padre le ayudaría a comprársela, pero a cambio de que también la usase para vender en diferentes lugares de la ciudad los productos de su huerta, para obtener un dinero extra. Este esfuerzo le supuso al padre un gran sacrificio de 250 pesetas de la época.

Comenzó a salir con sus amigos y rápidamente observó que era mejor que ellos, especialmente cuando las carreteras se empinaban. En la conocida cuesta del Cristo de la Luz de Toledo fue donde comenzó a desafiar y vencer a sus compañeros de fatigas. Se comenzó a ver que podía ser algo más que un simple aficionado de la bicicleta. Sin embargo, a causa de una fiebre tifoidea, en un reconocimiento médico, se le detectó una insuficiencia torácica, lo que nublaba su futuro como ciclista. A pesar de esa mala noticia que le dio el galeno en el reconocimiento médico, a Bahamontes su padre no le había enseñado a rendirse a la primera dificultad y quiso comenzar a competir contra rivales de mayor entidad. Su primera competición medio seria fue la Toledo-Torrijos-Toledo, en donde concluyó en segunda posición de la clasificación. Había demostrado a todos, y se había demostrado a sí mismo que podía con la competición ciclista, a pesar de lo que le habían dicho los médicos.

Su primera competición profesional fue la Vuelta a Asturias, en 1953, en la que participó con una licencia cuarta independiente, como relata él mismo. A dicha carrera, y debido a que sólo contaba con 100 pesetas, se desplazó en su bicicleta desde Toledo hasta Asturias. Recorrió unos 700 kilómetros en 3 días para poder participar en la carrera, aunque no fue el único competidor que hizo algo similar, puesto que era un común de la época, ya que entonces era un deporte muy modesto. A pesar del esfuerzo de tener que recorrer tal distancia en los días anteriores a la carrera, Bahamonbres se hizo ver en la prueba y se alzó con el triunfo en el Gran Premio de la Montaña, aunque la victoria correspondió al mallorquín Antonio Gelabert. Ese mismo año participó en la Vuelta a Cataluña, y allí también se hizo con el Gran Premio de la Montaña, con una sorprendente autoridad. Julián Berrendero le había echado el ojo en esas carreras y dijo que tenía que ir al Tour de Francia.

El helado de Bahamontes
Bahamontes era uno de los ciclistas más peculiares del pelotón, debido a su fuerte carácter y a sus extravagancias, como se encargó demostrar en su primera participación en el Tour. Esa primera participación fue en 1954, y en aquel año se hizo por primera vez (de un total de seis) con el Gran Premio de la Montaña de la carrera (aún no había maillot en aquella época), pero se hizo especialmente famoso por la anécdota del helado. Esta anécdota tuvo lugar lugar en una etapa montañosa, en la que comenzó la jornada escapado y acompañado por los franceses Jean Mallejac y Le Guilly y por el suizo Fritz Schaer. Fueron en armonía hasta que en uno de los puertos, en la Romeyere, el español dio un primer hachazo, para comprobar como iban sus rivales, y un segundo hachazo, el de verdad, para marcharse en solitario. Coronó, por supuesto, en primer lugar, con varios minutos de ventaja, pero no podía afrontar el descenso del puerto ya que tenía dos radios de su rueda trasera rotos y por ello tuvo que destensar el freno. Como no lo podía arreglar por su cuenta, le toco apearse de la bicicleta y esperar a su coche.
 
Ante esta situación, a Bahamontes le esperaban varios minutos hasta que llegase su coche, y no se le ocurrió otra cosa en tal situación que acercarse a un pequeño puesto de helados que había por la cima y comprar uno. Esa anécdota fue muy explotada por la prensa francesa y española, aludiendo los primeros que ese español se estaba riendo de su gran carrera y los segundos que nuestro gran corredor iba tan sobrado en la montaña que podía permitirse incluso el pararse a tomar un helado y ganar al resto. Pero ninguno mencionó el hecho de que Bahamontes simplemente lo hizo porque tenía la bici estropeada y al no poder arreglarla, tenía que esperar una ayuda que tardaría bastante tiempo en llegar. Gracias a esa anécdota del helado, todo el mundo conoció a Bahamontes.

La rivalidad con Loroño
Un año antes de aquella anécdota del helado, en 1953, fue cuando se conocieron Jesús Loroño y Bahamontes, en una carrera en Burgos. Ambos serían grandes adversarios, rivalizando de una forma como no se había visto antes en este país, aunque lejos de los niveles que alcanzó la rivalidad Coppi-Bartali. Tal fue su rivalidad que Bahamontes, se dijo, llegó a remolcar al corredor Angelo Conterno, para impedir que su rival y enemigo Loroño se hiciera con la victoria de la Vuelta a España de 1956. Sin duda el final de aquella Vuelta fue donde se fraguó su rivalidad.

A tres etapas para el final de aquella Vuelta, Bahamontes era el favorito para la victoria final, cuando estaba a 8 segundos del italiano Conterno y faltaba todavía montaña. Loroño se encontraba a un minuto y medio. En la etapa que unía San Sebastián con Bilbao, Loroño recuperó casi un minuto y se situó tercero. La general estaba en un puño, con los tres primeros situados en unos cuarenta segundos. La siguiente etapa, la penúltima, la llegaba a Vitoria estuvo llena de polémica en la selección española, ya que Bahamontes pinchó hasta en tres ocasiones y Loroño no le esperó, a lo que se sumó que ningún otro corredor de la selección se encontrase cerca del grupo donde marchaban los favoritos. Bahamontes se sintió traicionado por toda su equipo, especialmente por Loroño.

Pero si la jornada de Bilbao tuvo polémica, mucha más tuvo la última etapa, en Bilbao. En el puerto de Sollube se escaparon Loroño, Bahamontes y Marigil, contando con un minuto de ventaja, lo que situaba al primero como líder y campeón de la carrera, de llegar así a meta. Los tres corredores sufrieron un pinchazo en sus ruedas, siendo el primero Loroño. A este le esperó Marigil, mientras que Bahamontes reducía la marcha esperándolos. Luego sería el toledano quien pinchase, sin que le esperasen sus compañeros, con el consiguiente enfado del Águila de Toledo. Marigil también pincharía sin ser esperado por Loroño. Por detrás, mientras, se aliaron la selección belga (Impanis era 3º) e italiana (Conterno era el líder) para neutralizar al líder virtual de la carrera. Cuando fue neutralizado Bahamontes por el pelotón, se dijo que Conterno se agarró a su maillot para que este le arrastrase en los repechos, y por ello recibió una sanción de medio minuto en meta, lo que no impidió que el italiano se alzase con la victoria final, por 13 segundos.
Había nacido así una rivalidad que sería histórica entre los dos mejores corredores de la época en España, Bahamontes y Loroño, una rivalidad que provocó que uno vetase al otro y viceversa en algunas carreras años después.

Al año siguiente se recrudeció de forma bastante importante el enfrentamiento entre Loroño y Bahamontes, en la Vuelta a España. Bernardo Ruiz, compañero de ambos y muy enemistado con el corredor castellano, definió la situación que llevó a Federico a perder esa Vuelta y que esta fuera ganada por el corredor vasco: "Bahamontes pudo ganar la Vuelta de 1957, pero es que dentro del equipo tenía muchos enemigos. No nos fiábamos porque era un irresponsable, en cualquier momento era capaz de dar la espantada por cualquier circunstancia".

En la Vuelta de 1957 el corredor que primero dio un golpe en la mesa, deportivamente hablando, fue Bahamontes, quien ganó la etapa de Mieres y se situó como líder y con más de 14 minutos de ventaja con respecto a Loroño. Este último respondió camino de Tortosa, en tierras valencianas. Allí, aliado con Bernardo Ruiz y empujado por los cinco compañeros de fuga, Jesús atacó y llegó a meta con unos 22 minutos de ventaja, vistiéndose así de líder. El golpe del vasco había sido definitivo, pero se había dado gracias a una polémica decisión del seleccionador Luis Puig por la que el toledano se sintió traicionado. Y  es que Bahamontes intentó salir a la rueda de su compañero de equipo, pero su seleccionador, moviendo el coche de lado a lado de la calzada e incluso deteniéndolo, impidió que se pegara a la rueda de Loroño. Al tiempo, quien fuera su fiel gregario, Galdeano, en vez de intentar ayudar a Fede, se dedicó a agarrar el maillot de su compañero, para impedirle avanzar.

Federico en el hotel explotó, hablando de robo, que le habían robado la Vuelta (jamás conseguiría ganar ninguna), y algunas versiones dicen que incluso llegó a enfrentarse a Loroño, quien le agarró por el pecho y de no ser porque hubo mediación, habría golpeado al toledano. Lo que si parece cierto de aquella noche en el hotel, es que Bahamontes se encerró en su habitación y no bajó a cenar porque decía que Loroño le quería pegar.

Al concluir la Vuelta, ambos corredores acudieron al Tour con la selección nacional. Allí Loroño finalizó en la quinta posición final, mientras que Bahamontes abandonó la carrera cuando esta marchaba por los Alpes. Federico no tenía ya en ese momento opciones de victoria ni de hacer nada importante en la general, y como haría en varias ocasiones más cuando venían mal dadas y no tenía opciones de ser protagonista, se bajó de la bicicleta y dejó tirados a sus compañeros de equipo, especialmente a Loroño, quien habría necesitado de su ayuda en lo que quedaba de carrera. Camino de los Alpes, como decía, Fede se hizo a un lado de la carretera, y aunque el director de la carrera intentó convencerle de lo contrario, este abandonó la carrera. Le dolía un codo, debido a una inyección mal puesta, motivo para él suficiente para abandonar.

Abandono en la Vuelta y fichaje por Faema
En la Vuelta de 1959 Bahamontes marchaba bien colocado en la general de la carrera, en la que además era líder de la prueba su compañero en el Kas, Karmany. Sin embargo un par de malas etapas de él y de su equipo le hicieron caer hasta la vigésima posición de la carrera a casi media hora del nuevo líder, Everaert. Ante esa situación de carrera, Fede dijo que tenía un principio de apendicitis y abandonó la prueba. Por supuesto era una lesión fingida. Realmente ese abandono fue debido a que tras la etapa de Tortosa en la que se impuso Rik Van Looy, cinco corredores del equipo Faema fueron repescados tras llegar fuera de control, y Bahamontes dijo que si se les repescaba, se iría de la carrera, opinión secundada por el director del equipo Licor 43. El trasfondo del asunto venía porque el director del Faema era Bernardo Ruiz, aquel corredor que le agarró del maillot en la etapa de la Vuelta de hacía dos años, quien además había deseado que el corredor no ganase la carrera en una entrevista.

Finalmente los Faema serían repescados y ningún corredor abandonaría la carrera, al menos ese día, ya que Bahamontes se terminó retirando de la carrera días más tarde, cuando su compañero José Segú se vistió como líder. Otra nueva sarta de escusas, como que los Faema o dirección de carrera están conjurados en su contra, pero nuevamente se había retirado cuando un compañero suyo necesitaba ayuda de él y él ya no podía hacer nada en la general. Sorprendentemente unos meses meses más tarde firmaría por el equipo Faema.
 
Vencedor en Francia
A pesar de esa polémica por su abandono en la Vuelta, 1959 fue indudablemente su año, cuando en pocos meses consiguió que el público pasase de odiarle a amarle. En los meses que pasaron entre la disputa de la Vuelta y el comienzo del Tour, se vivió otro punto cumbre del enfrentamiento entre Loroño y Bahamontes. En ese tiempo el toledano parece ser que lanzó un órdago al seleccionador español, que ahora era Langarica, en el que exigió ir como líder único de la selección y que tampoco podría acudir a Francia Loroño. Langarica aceptó y no fue seleccionado el corredor vasco para el Tour. Evidentemente el cabreo de Loroño fue mayúsculo, y desde el País Vasco los medios atacaron con muchísima dureza al seleccionador.

Jacques Anquetil se presentaba como el gran favorito en la línea de salida. De la primera gran prueba, la crono entre Blain y Nante, Bahamontes salió muy reforzado, ya que cedió menos de tres minutos con el ganador del día, la joven promesa Roger Rivière. Estaba bien ubicado en la general, y de los Pirineos salió ya como gran favorito de la carrera, colocado en quinta posición de la general antes de la cronoescalada de Puy de Dôme, en la cual, literalmente se exhibió. En los 13 kilómetros de la cronoescalada aventajó en un minuto y medio al segundo clasificado del día, Charly Gaul, en más de tres a los franceses Anquetil y Rivière y nada menos que seis al líder de la carrera, Hoevenaers. Se encontraba a cuatro segundos del líder.

La oportunidad de colocarse como líder se iba a dar en la 17ª etapa de la carrera, que finalizaba en Grenoble, en la que se marcó con Charly Gaul y juntos hicieron camino. El luxemburgués fue el ganador de la etapa y el español se vistió del amarillo del líder, una prenda que ya no soltaría hasta el final de la carrera. La llegada al Parque de los Príncipes el último día de la carrera estuvo llena de emoción entre la delegación español, ya que por primera vez un corredor español conseguía vencer en el Tour de Francia, y para mayor jolgorio del equipo español, ese último día era 18 de julio, fecha del aniversario del alzamiento de Franco, y por lo tanto día grande del país.
 
Un año en Faema
En 1960, como ya se dijo, firmó por el conjunto Faema en donde tenía un gran número de enemigos, siendo el primero de ellos su director, Bernardo Ruíz. El flamante último ganador del Tour participó en la Vuelta a España, en donde las cosas no le fueron especialmente bien, ya que varios compañeros suyos del Faema le estaban superando en la clasificación general, como Manzaneque o Botella. Durante la carrera Miguel Pachecho estuvo cerca del liderazgo, y como era un corredor que había abandonado Faema porque no era convocado para las carreras, los corredores de este conjunto hicieron una alianza con sus compatriotas para hacerse ellos con el triunfo. El público estaba muy mosqueado por ese asunto y porque las grandes estrellas no estaban respondiendo como se esperaba de ellos (Gaul había abandonado la carrera y Bahamontes andaba perdido en la general) cuando la prueba se acercaba al País Vasco, territorio grande de la prueba.

Camino de Santander San Emeterio llegó fuera de control y Bahamontes, compañero suyo, amenazó con retirarse de la carrera si no le readmitían. Al día siguiente Fede se retrasó voluntariamente para llegar fuera de control, ya que dijo que la organización no se atrevería a echarle a él de la carrera. El público estaba muy molesto con lo que estaba sucediendo en la carrera, con que el Faema prefería que ganase un extranjero desconocido y con Bahamontes, el que en un momento determinado, ante el comentario de algún aficionado, se bajó de la bicicleta, cogió la bomba de inflar ruedas y se lió a guantazos con ese pobre aficionado. Terminó retirándose de esa Vuelta a España.

Bahamontes, por supuesto, fue seleccionado por España para defender su victoria en el Tour del año anterior, a pesar de que su temporada no estaba siendo buena. Se presentó en la salida de la carrera sin estar en condiciones de defender su título, y con la sospecha que sus compañeros le van a hacer el vacío, pues de los 14 corredores del conjunto nacional, la mitad eran del Faema. Ese mal estado físico lo confirmó en la primera etapa de la carrera, una etapa doble, en la que por la mañana cedió algo de tiempo, pero en la contrarreloj de la tarde perdió cualquier tipo de opción. Al terminar el día se encontraba a más de 7 minutos de la general. En el transcurso de la segunda jornada abandonó la carrera, dejando tirados nuevamente a sus compañeros.

Después de esa negativa experiencia en Faema se marchó al equipo italiano VOV. En 1961 no tuvo un buen año y en su abandono en el Giro tuvo que sumar una no participación en la Vuelta, a la que no volvería hasta su último año de profesional y en el Tour. Para 1962 fichó por el Margnat-Paloma y tampoco fue un gran año para el toledano, aunque fue recuperando el golpe de pedal que había perdido en las últimas dos temporadas y volvió a ganar la clasificación de la montaña. En las siguientes dos temporadas si que volvió la mejor versión del Águila de Toledo, con una visita cada año al pódium del Tour Francia y ganando también la clasificación de la montaña. Con esos tres triunfos consecutivos, Fede se convirtió en el corredor más laureado de la clasificación de la montaña hasta el año 2004 en que Virenque le superó.
 
Abandono en el Tour y retirada
En el Tour de 1965 Bahamontes se presentó en la salida con 37 años de edad, pero con aspiraciones de dejarse ver en carrera, liderando un equipo en el que también estaba gente como Julio Jiménez o Pérez Francés. Lamentablemente sus opciones de pensar en hacer algo importante en la general se esfumaron en la primera jornada de Pirineos, en la etapa de Bagnères-de-Bigorre, a cuya meta llegó en penúltimo lugar con unos 38 minutos de retraso con respecto al ganador, su compañero de equipo Julio Jiménez.

La siguiente etapa, la del 1 de julio, llevaba a los corredores a Ax-les-Thermes. En ella Bahamontes decidió demostrar que lo sucedido el día anterior había sido simplemente una mala jornada y lanzó un ataque en los primeros kilómetros del día. El pelotón le dejó marcharse, pero optaron por controlarle a una cierta distancia. Al cabo de varios kilómetros el pelotón aceleró la marcha intentando neutralizarle, pero Fede no aparecía por ningún lado. Los integrantes de la selección española se estaban volviendo locos buscando a su compañero. Jiménez dijo que comenzó a correr el rumor de que se habia bajado de la bicicleta, pero era como otra vez de tantas, y no le dieron crédito. Al final resultó que era cierto, y Bahamontes se había retirado de la carrera, mientras que el ganador del día fue Guido Reybroeck.

Bahamontes achacó su retirada a un asunto de cobro. Dijo que su equipo le debía dinero y tras intentar negociar con ellos para que le asegurasen ese cobro, desistió en las negociaciones, ya que no le aseguraban que fuese a cobrar. Ante esa negativa, según relata el corredor, después de una curva se dirigió hacia el bosque que atravesaba la carretera y se escondió allí, esperando a que pasase todo el pelotón y le recogiese el último coche de la caravana del Tour. Otra de las excentricidades del Águila de Toledo. No estaba interesado en que le siguieran tomando el pelo, siempre según relata el ciclista. Iba a ser la penúltima vez que se iba a ver a Bahamontes sobre una bicicleta.


Fede se puso un dorsal por última vez en Barcelona, en la mítica Escalada a Montjuïc, en el día de la Hispanidad, un 12 de octubre de 1965. Tan sólo Raymond Poulidor le superó en la línea de meta. Después de terminar esa carrera, finalizada la  temporada, Federico decidió colgar la bicicleta, y aconsejado por su padrino Evarist Murtra, abrió una tienda de bicicletas en Toledo. El Kas y el Ferrys habían llamado a su puerta ofreciéndole seguir una temporada más, pero el toledano prefirió retirarse demostrando que podía haber seguido compitiendo a un alto nivel. Era simplemente Bahamontes.


Saludos a todos!!

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