Marco Pantani era un joven ciclista de Cesena que se convirtió en ídolo de su país un 5 de junio de 1994, derrotando al mismísimo Miguel Indurain. Aquella victoria, y su actuación tanto en ese Giro como en el Tour de ese año, hizo soñar a sus compatriotas con la posibilidad de que uno de los suyos volviese a conquistar París y devolviese al país a la senda del triunfo en las grandes rondas. Durante años hizo vibrar no solo a los italianos, sino a todo el mundo del ciclismo, con sus ataques demoledores en las rampas y puertos más exigentes del calendario ciclista, junto a sus incontables victorias.
Pero todo se torció un 5 de junio de 1999, justo cinco años después del día en que se dio a conocer al mundo, con un análisis de hematocrito que resultó positivo, en la mañana siguiente a la etapa de Madonna di Campiglio. Ese positivo significó la caída al abismo del Pirata, aunque en ese momento aún era pronto para saberlo, y nadie quiso, o pudo, ayudarlo a salir del pozo en el que se iba a hundir en los siguientes años.
Ese positivo le imposibilitó hacerse con el triunfo en un Giro que tenía ganado, y tampoco acudió al Tour, algo que ya tenía pensado antes del positivo, decidiendo dar la temporada por concluida. Nunca volvió a recuperar el magnífico nivel que había mostrado en esos dos últimos años, bien fuera por caídas, por lesiones, o por su propia cabeza, que sería su mayor rival en esos sus últimos años de vida.
Nunca llegó a recuperar el nivel de antaño, pero en el Tour 2000 nos hizo soñar con volver a ver al mejor PantaniA pesar de no ser el mismo corredor que antes del positivo, en el 2000 nos regaló un puñado de grandes actuaciones, como su triunfo en Courchevel, que sería su postrera victoria en el Tour, o especialmente la etapa en que pasaban por el Joux Plane, donde pudo hacer perder la carrera a Armstrong. No volvió a la carrera francesa, pues por el empeño de Leblanc había sido vetado por la organización, pero sí siguió apareciendo en su carrera, el Giro de Italia, hasta su muerte. Allí no brilló de la misma manera que en la Grande Bouclé, pero siguió regalando momentos ilusionantes, como los dos últimos ataques que protagonizó en 2003, uno en el Zoncolan, y otro, el último, el que contaremos a continuación, en Castata del Tocce.
Su muerte, meses después de aquella participación en el Giro, no hizo sino hacer eterna la figura del Pirata, un hombre que emocionó a los amantes del ciclismo durante poco más de un lustro, para luego después caer en un abismo de depresiones, alcohol, fiestas y mujeres del que ya no pudo salir, mezclado todo ello, eso sí, con fugaces momentos de resurrección que hicieron emocionarse a todo amante del ciclismo. Hoy, 10 años después de su muerte, los aficionados no podemos sino añorar la figura de Marco Pantani y lo que significaba para cada carrera en la que se colgaba un dorsal.
Castata del Tocce, el último ataque
La 19ª etapa del Giro 2003 iba a ser la última con final en alto de la carrera, y por lo tanto el Paso de Toce Formazza iba ser la última para los escaladores de conseguir brillar en la ronda italiana. La carrera ya había quedado vista para sentencia en previamente, puesto que Simoni aventajaba al segundo y tercer clasificado de la general, Garzelli y Popovych, respectivamente, en cerca de ocho minutos.
Esta última etapa montañosa de la carrera iba a ser una jornada maratoniana, de casi 240 kilómetros, pero a cambio sólo se iba a afrontar una única dificultad montañosa, la subida a Cascata del Toce, cima inédita en la carrera. Ese puerto, situado en los Alpes, cerca de la frontera con Suiza, tendría una longitud de 17,1 kilómetros, con un porcentaje suave, del 5,2%, pero con rampas que rondan el 10%, con un desnivel de 700 metros.
Iba a ser una jornada bastante dura, puesto que aunque el puerto no fuera de gran dureza, los corredores afrontarían esa jornada de kilometraje infernal, que se sumaba a la etapa anterior donde medio pelotón había sido expulsado de la carrera por llegar fuera de control y a los veinte kilómetros que precedían al puerto, que marchaban siempre hacia arriba, y al hecho que los corredores habían tenido que madrugar bastante ese día, ya que la salida de los 97 corredores que quedaban en carrera tendría lugar a las 9 y media de la mañana.
La etapa, hasta la llegada a Formazzo en los últimos 40 kilómetros de la misma, no tuvo ningún tipo de historia, aparte del hecho que Magnus Backstedt se asegurase la clasificación del Intergiro, por delante del checo Jan Svorada.
Tras pasar el Lago d´Orta, antes de la última subida, la fuga de cuatro corredores, en donde destacaría la presencia del combativo corredor del Kelme, Tino Zaballa, iba a ser neutralizada, debido al trabajo del Vini Caldirola. El conjunto italiano se estaba mostrando muy ofensivo ese día, más por defender la segunda posición de Garzelli ante un incipiente Popovych, situado a 11 segundos en la lucha por la segunda plaza, que por inquietar a un sólido líder Simoni.
Conforme avanzaba la carrera, ya en ese último puerto y con la escapada reducida, el grupo cabecero vio como poco a poco éste iba a ir perdiendo unidades, quedándose en cabeza un grupo de unas 35 unidades, con todos los grandes nombres entre ellos; Simoni, Garzelli, Popovych, Frigo, González... Entre esos hombres importantes de la carrera se iba a encontrar el que había sido el corredor más importante del país transalpino en las últimas décadas, Marco Pantani.
El grupo iba a marchar compacto durante los primeros kilómetros de la ascensión, hasta que a falta de unos 8 kilómetros se produjo el primer ataque en el grupo. Caucchioli, tercero en la edición de 2002 y que casi no se había dejado ver en la presente edición, iba a ser quien lanzase ese ataque. Mazzoleni intentaría seguir el ritmo de su compatriota, pero le sería imposible, por lo que se reincorporó al grupo. Quien sí pudo seguir al italiano del Alessio fue el joven luxemburgués Kim Kirchen, del Fassa Bortolo, con quien formó un dueto cabecero durante varios kilómetros.
Pantani renace de sus cenizas
Poco después de pasar por la pancarta de cinco kilómetros a meta, en una larga recta y saliendo desde la cola del pelotón, en donde se encontraba junto a un compañero del Mercatone, saltó del grupo a gran velocidad Marco Pantani. Un Pantani que, al igual que hiciera en el Galibier cinco años atrás, o en Santa Cristina el día en el que le conoció el mundo, sujetaba el manillar por su parte baja y marchaba de pie sobre la bicicleta con la cabeza agachada, tratando de lanzar uno de sus famosos y demoledores ataques.
Ese ataque, aunque un tanto inesperado, era al tiempo deseado por todos los amantes de este deporte desde hacía casi cuatro años. Marco Pantani, Il Pirata, se había puesto en cabeza del grupo y había conseguido abrir un hueco de varios metros con respecto al resto de corredores que formaban el pelotón principal.
La noticia del ataque comenzó a correr como la pólvora entre los tiffosi que habían acudido aquel día al puerto, que comenzaron a emocionarse y soñaron con una nueva victoria de su ídolo. Ya nada más le iba a importar a los tiffosi ese día, pues podían estar asistiendo al resurgir del Pirata.
A pesar de que no haber podido escaparse, que su ritmo no fuera el del campeón de tiempo atrás, sino más bien el de un simple corredor que no era capaz de dejar atrás a unos rivales que años atrás no podían ni haber soñado con seguir su rueda un puñado de metros en un puerto, Pantani no se dio por vencido y siguió luchando.
Marco ya no era el corredor de años atrás, pero él seguía siendo un luchador infatigable. Todo lo que había conseguido, había sido con un sacrificio y un esfuerzo enorme. Porque él no entendía otro lenguaje que no fuera la lucha y el sacrificio, como demostró en los momentos más duros de su carrera; la lesión producida por el atropello de la Milán-Turín de 1995, o, especialmente, al análisis positivo de Madonna di Campiglio de 1999. Después de cada gran golpe que se había llevado en su vida, había luchado y se había levantado, aunque ese último golpe le dejase muy tocado. Ahora, con 33 años, no iba a ser menos e iba a honrarse a sí mismo en el que sería el último puerto en carrera de su vida.
Volviendo a la carrera, cuando aún faltaban unos cuatro kilómetros para alcanzar la línea de meta, Marco no sólo no se escondió o buscó refugio en el centro del pelotón, sino que siguió al frente del grupo, realizando una de sus habituales aceleraciones, que otrora ahogaban a los rivales. Inicialmente tan sólo Simoni fue capaz de seguir el ritmo del rapado corredor italiano, aunque sin llegar a coger completamente su rueda. Otra vez que, en apenas unos minutos, volvía a hacer soñar a sus incondicionales. Pero no era más que otro espejismo, pues unos segundos después era neutralizado por un grupo de ocho unidades, encabezado por el líder de la carrera. En ese nuevo grupo cabeza de carrera destacaba la ausencia del segundo corredor de la general, y antiguo compañero del Pirata, Stefano Garzelli, que marchaba con unos metros de retraso con respecto a la cabeza de carrera, aunque rápidamente se recuperaría.
Lo había intentado dos veces Marco y en ambas le habían neutralizado, pero como dice el refrán, no hay dos sin tres, y, por supuesto, hubo un tercer ataque de Marco, el tercero en poco más de un kilómetro. En el momento de su ataque, Simoni iba encabezando el grupo y, viendo como le había costado cogerle rueda en el ataque anterior, prefirió darle un poco de libertad en este tercer intento, sabedor que la carrera se la estaba jugando con otros hombres, no con su antiguo rival desde que eran cadetes.
Simoni vence, Pantani permanece en el recuerdo
Tras alcanzar al pirata hubo un pequeño parón en el grupo, que duró lo que tardaron en llegar a una curva de herradura, tomar aire todos los corredores y mirarse a la cara. Un nuevo demarraje se avecinaba, y este iba a correr a cargo de Franco Pelizotti. Nadie en el grupo, con excepción de Simoni iba a poder responder al ataque del elegante corredor italiano. Ambos corredores abrieron un pequeño hueco con el grupo que ahora cerraba un agotado Pantani justo antes de entrar en las galerías que se encontraban en los últimos dos kilómetros.
Sería en esas galerías, en un momento en el que las cámaras de televisión no pudieron captar, cuando el capo de la carrera, Gibo, se quedaría en solitario en cabeza de carrera, buscando una brillante victoria de etapa. Había controlado a la perfección la etapa, y a la salida de las galerías, ya en el último kilómetro, marchaba en solitario, por delante de un grupo formado por Frigo, Mazzoleni, Noe y Pelizotti. Pantani, por su parte, ya no tenía fuelle e intentaba aguantar la rueda de su compañero Gasperoni, quien trataba de ayudarle a llegar a meta.
La etapa fue finalmente para el líder de la carrera, Gilberto Simoni. Un Gilberto que se hacía de esta forma con su tercera victoria parcial de la carrera. Pero a pesar de su brillante victoria, ni los focos ni los flashes estaban dirigidos a él. Esa atención estaba dirigida a otro corredor que no haría ni entre los diez primeros clasificados del día, un hombre que iba a entrar en meta a 44 segundos del ganador, arropado por su compañero Gasperoni. Simoni había ganado, pero los tiffosi sólo querían al otro hombre, alguien que para ellos estaba por encima del bien y del mal.
Clasificación 19ª etapa. Canelli-Cascata del Toce:
1- Gilberto Simoni (Saeco) 6h 20´05´´
2- Dario Frigo (Fassa Bortolo) a 3´´
3- Eddy Mazzoleni (Vini Caldirola-Sidermec) m.t.
4- Andrea Noe (Alessio) a 10´´
5- Franco Pelizotti (Alessio) a 13´´
6- Wladimir Belli (Lampre) a 21´´
7- Raimondas Rumsas (Lampre) a 27´´
8- Yaroslav Popovych (Landbouwkrediet) m.t.
9- Stefano Garzelli (Vini Caldirola-Sidermec) a 36´´
10- Aitor González (Fassa Bortolo) a 39´´
...
12- MARCO PANTANI (Mercatone Uno) a 44´´
Clasificación General:
1- Gilberto Simoni (Saeco) 85h 44´ 39´´
2- Stefano Garzelli (Vini Caldirola-Sidermec) a 8´ 04´´
3- Yaroslav Popvych (Landbouwkrediet) a 8´ 06´´
4- Andrea Noe (Alessio) a 9´ 49´´
5- Georg Totschnig (Gerolsteiner) a 10´ 35´´
6- Raimondas Rumsas (Lampre) a 11´ 01´´
7- Dario Frigo (Fassa Bortolo) a 12´ 38´´
8- Franco Pellizotti (Alessio) a 14´ 21´´
9- Serhiy Honchar (Di NArdi) a 16´ 28´´
10- Wladimir Belli (Lampre) a 20´ 17´´
...
13- MARCO PANTANI (Mercatone Uno) a 27´ 16´´
Saludos a todos!!
Ese ataque, aunque un tanto inesperado, era al tiempo deseado por todos los amantes de este deporte desde hacía casi cuatro años. Marco Pantani, Il Pirata, se había puesto en cabeza del grupo y había conseguido abrir un hueco de varios metros con respecto al resto de corredores que formaban el pelotón principal.
La noticia del ataque comenzó a correr como la pólvora entre los tiffosi que habían acudido aquel día al puerto, que comenzaron a emocionarse y soñaron con una nueva victoria de su ídolo. Ya nada más le iba a importar a los tiffosi ese día, pues podían estar asistiendo al resurgir del Pirata.
Ante el ataque, los tiffosi soñaron con un nuevo triunfo, que jamás se produciría, del PirataEsta vez no tuvo éxito su ataque, como sí lo había tenido en otras tantas ocasiones, ya que ni el pelotón, en general, ni Simoni, en particular, le iban a hacer ningún tipo de concesión. Apenas medio kilómetro después de haber abierto un pequeño hueco, era neutralizado por Frigo, Belli, Simoni y Pellizotti. En ese corto tiempo que había durado el ataque, fueron neutralizados los corredores que marchaban en cabeza de carrera, el de Alessio, Caucchioli y el de Fassa, Kirchen. Había puesto al grupo de favoritos en fila de uno, pero no había tenido éxito el ataque.
A pesar de que no haber podido escaparse, que su ritmo no fuera el del campeón de tiempo atrás, sino más bien el de un simple corredor que no era capaz de dejar atrás a unos rivales que años atrás no podían ni haber soñado con seguir su rueda un puñado de metros en un puerto, Pantani no se dio por vencido y siguió luchando.
Marco ya no era el corredor de años atrás, pero él seguía siendo un luchador infatigable. Todo lo que había conseguido, había sido con un sacrificio y un esfuerzo enorme. Porque él no entendía otro lenguaje que no fuera la lucha y el sacrificio, como demostró en los momentos más duros de su carrera; la lesión producida por el atropello de la Milán-Turín de 1995, o, especialmente, al análisis positivo de Madonna di Campiglio de 1999. Después de cada gran golpe que se había llevado en su vida, había luchado y se había levantado, aunque ese último golpe le dejase muy tocado. Ahora, con 33 años, no iba a ser menos e iba a honrarse a sí mismo en el que sería el último puerto en carrera de su vida.
Volviendo a la carrera, cuando aún faltaban unos cuatro kilómetros para alcanzar la línea de meta, Marco no sólo no se escondió o buscó refugio en el centro del pelotón, sino que siguió al frente del grupo, realizando una de sus habituales aceleraciones, que otrora ahogaban a los rivales. Inicialmente tan sólo Simoni fue capaz de seguir el ritmo del rapado corredor italiano, aunque sin llegar a coger completamente su rueda. Otra vez que, en apenas unos minutos, volvía a hacer soñar a sus incondicionales. Pero no era más que otro espejismo, pues unos segundos después era neutralizado por un grupo de ocho unidades, encabezado por el líder de la carrera. En ese nuevo grupo cabeza de carrera destacaba la ausencia del segundo corredor de la general, y antiguo compañero del Pirata, Stefano Garzelli, que marchaba con unos metros de retraso con respecto a la cabeza de carrera, aunque rápidamente se recuperaría.
Lo había intentado dos veces Marco y en ambas le habían neutralizado, pero como dice el refrán, no hay dos sin tres, y, por supuesto, hubo un tercer ataque de Marco, el tercero en poco más de un kilómetro. En el momento de su ataque, Simoni iba encabezando el grupo y, viendo como le había costado cogerle rueda en el ataque anterior, prefirió darle un poco de libertad en este tercer intento, sabedor que la carrera se la estaba jugando con otros hombres, no con su antiguo rival desde que eran cadetes.
Aunque no peleaba por la general, Simoni no dejó marchar al que era su máximo rival desde cadetesPoco iba a durar el sueño de la gente de volver a ver como alzaba los brazos en la línea de meta Pantani, ya que a tres kilómetros de meta iba a ser neutralizado definitivamente por un grupo de catorce unidades, en el que Simoni imponía un ritmo asfixiante. Este sería el epílogo de la carrera de Marco Pantani, un último canto de cisne que regalarle a esos aficionados a los que tanto había hecho disfrutar hacía no tanto tiempo.
Simoni vence, Pantani permanece en el recuerdo
Tras alcanzar al pirata hubo un pequeño parón en el grupo, que duró lo que tardaron en llegar a una curva de herradura, tomar aire todos los corredores y mirarse a la cara. Un nuevo demarraje se avecinaba, y este iba a correr a cargo de Franco Pelizotti. Nadie en el grupo, con excepción de Simoni iba a poder responder al ataque del elegante corredor italiano. Ambos corredores abrieron un pequeño hueco con el grupo que ahora cerraba un agotado Pantani justo antes de entrar en las galerías que se encontraban en los últimos dos kilómetros.
Sería en esas galerías, en un momento en el que las cámaras de televisión no pudieron captar, cuando el capo de la carrera, Gibo, se quedaría en solitario en cabeza de carrera, buscando una brillante victoria de etapa. Había controlado a la perfección la etapa, y a la salida de las galerías, ya en el último kilómetro, marchaba en solitario, por delante de un grupo formado por Frigo, Mazzoleni, Noe y Pelizotti. Pantani, por su parte, ya no tenía fuelle e intentaba aguantar la rueda de su compañero Gasperoni, quien trataba de ayudarle a llegar a meta.
La etapa fue finalmente para el líder de la carrera, Gilberto Simoni. Un Gilberto que se hacía de esta forma con su tercera victoria parcial de la carrera. Pero a pesar de su brillante victoria, ni los focos ni los flashes estaban dirigidos a él. Esa atención estaba dirigida a otro corredor que no haría ni entre los diez primeros clasificados del día, un hombre que iba a entrar en meta a 44 segundos del ganador, arropado por su compañero Gasperoni. Simoni había ganado, pero los tiffosi sólo querían al otro hombre, alguien que para ellos estaba por encima del bien y del mal.
Simoni había vencido la etapa y la general, pero la afición sólo tenía ojos para PantaniEse otro hombre no podía ser otro que Marco Pantani, ídolo del país, y que aquel 30 de mayo de 2003 iba a vivir el que sería su epílogo en la carretera y casi en su vida misma, pues apenas unos meses después aparecería muerto en aquella habitación del hotel de Rimini. Su trágico desenlace no iba a hacer más que convertir en mito a alguien que ya era una leyenda. Marco, diez años después de su muerte, y dieciséis después de haberlo conseguido, sigue siendo el último corredor italiano en vencer en el Tour de Francia y es el último corredor que ha conseguido el doblete Giro-Tour, consiguiendo ambos logros en 1998.
Clasificación 19ª etapa. Canelli-Cascata del Toce:
1- Gilberto Simoni (Saeco) 6h 20´05´´
2- Dario Frigo (Fassa Bortolo) a 3´´
3- Eddy Mazzoleni (Vini Caldirola-Sidermec) m.t.
4- Andrea Noe (Alessio) a 10´´
5- Franco Pelizotti (Alessio) a 13´´
6- Wladimir Belli (Lampre) a 21´´
7- Raimondas Rumsas (Lampre) a 27´´
8- Yaroslav Popovych (Landbouwkrediet) m.t.
9- Stefano Garzelli (Vini Caldirola-Sidermec) a 36´´
10- Aitor González (Fassa Bortolo) a 39´´
...
12- MARCO PANTANI (Mercatone Uno) a 44´´
Clasificación General:
1- Gilberto Simoni (Saeco) 85h 44´ 39´´
2- Stefano Garzelli (Vini Caldirola-Sidermec) a 8´ 04´´
3- Yaroslav Popvych (Landbouwkrediet) a 8´ 06´´
4- Andrea Noe (Alessio) a 9´ 49´´
5- Georg Totschnig (Gerolsteiner) a 10´ 35´´
6- Raimondas Rumsas (Lampre) a 11´ 01´´
7- Dario Frigo (Fassa Bortolo) a 12´ 38´´
8- Franco Pellizotti (Alessio) a 14´ 21´´
9- Serhiy Honchar (Di NArdi) a 16´ 28´´
10- Wladimir Belli (Lampre) a 20´ 17´´
...
13- MARCO PANTANI (Mercatone Uno) a 27´ 16´´
Saludos a todos!!
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