El ciclismo tiene más de un siglo de antigüedad, y en ese tiempo han nacido, han crecido y han desaparecido muchas carreras. Desde las más importantes, como el Tour de Francia, la Paris-Roubaix, pasando por la ya extinta Semana Catalana o llegando hasta el Giro d´Italia. Fue precisamente en esta última carrera donde nació una leyenda. La leyenda de una persona que aún a día de hoy no ha podido ser repetida.
En los años 20 del pasado siglo XX surgieron dos figuras. Una de ellas, la del mejor corredor de la época, Alfredo Brinda. La segunda, la más sorprendente de las dos, la figura de una mujer, la única mujer que ha llegado a participar y competir contra hombres. Un hecho inédito, que no llega a dejar de ser sorprendente en cuanto a la forma en la que llegó a competir en ciclismo masculino (no había ciclismo femenino en la época).
Alfonsina nació en 1891, bajo el nombre de Alfonsina Morini de Castelfranco Emilia, apellidos que cambió por Strada cuando se casó. Nació hija de una familia campesina, a lo que ella también se dedicó con el paso del tiempo. Ella, en sus primeros años compaginaba su tiempo ayudando a su madre, embarazada, y cuidando de sus hermanos pequeños, cuando, contando con unos 10 años de edad, su padre volvió a casa con una extraordinaria máquina que la cautivó. ¡¡¡Una bicicleta!!!
Nació en una época muy complicada por no decir que imposible para el deporte femenino, por lo que debía mentir a su madre, diciéndola que iba a la iglesia cuando realmente iba al pueblo vecino, a disputar las carreras que se celebrasen. Los hombres en todo momento la trataron con dureza, y no se habituaban a ver a una mujer enseñando algo más que un tobillo, mucho menos aún intentando competir contra uno de ellos. No la veían como su igual, como al resto de hombres. Su familia, por supuesto, jamás aceptó la afición de su hija, aún a pesar que ganase premios, o que, como en 1911 estableciera el récord de la hora femenino.
Cuatro años después, en 1915 se casó, y su marido, lejos de prohibirle esa extraña afición suya, la animó e incluso la entrenó personalmente, ya que él también era un amante del ciclismo.
Con la guerra todavía sin concluir, en 1917, participó en el Giro de Lombardía. La prueba se encontraba exenta de numerosos ciclistas masculinos, puesto que estaban combatiendo, y como las normas no prohibían la participación de una mujer, pudo tomar la salida de dicha prueba. La finalizó en una honrosa trigésimo segunda posición, aunque a más de una hora y media del ganador, el campeón belga Thijs (primer ganador de 3 Tours de Francia).
Varios años después, en 1924, se inscribió en el Giro de Italia, pero bajo el nombre de Alfonsin Strada, suprimiendo la última letra de su nombre. Ningún miembro de la organización se dio cuenta y fue aceptada en la ronda italiana. Comenzó las primeras etapas, con relativo éxito, puesto que aunque no estaba cerca de los primeros puestos, tampoco se encontraba en la última posición a la hora de cruzar la meta.
Pero llegó la etapa de L´Aquila - Perugia (296 Km.), la cual fue su tumba. En esa etapa tuvo algún que otro percance, incluyendo alguna caída, y al llegar a meta, la organización de carrera la comunicó que había llegado fuera de control a meta, por lo que quedaba descalificada de la carrera.
La organización no se encontraba nada contenta con que una mujer los hubiera engañado y se encontrara participando en la carrera. No hay, actualmente, un tiempo oficial para determinar si llegó o no fuera de control.
Fue en ese momento cuando entró en acción la figura de Emilio Colombo, quien fue su máximo apoyo a raíz de esa descalificación. Alfonsina decidió no marcharse a casa y seguir compitiendo, pero económicamente no era fuerte, por lo que no podría pagarse la estancia en los hoteles. Fue ahí donde apareció esa figura de Colombo, quien pagó de su bolsillo los gastos de la corredora, debido al posible filón comercial que conseguiría con ella. Marchaba con mucho retraso con respecto a los demás competidores, pero la afición la mostró su apoyo de una manera increíble, y no solo terminó esa siguiente etapa a su descalificación, sino que llegó hasta el final de la carrera, en Milán, entre los vítores de la gente, que la aclamaron a su llegada. Terminó, extraoficialmente claro, a 28 horas del ganador de la prueba, Giuseppe Enrici, y, en un hito, con un mejor tiempo que el de dos de los participantes que concluyeron la carrera.
En años posteriores intentó volver participar en el Giro, pero su participación fue vetada tajantemente, a pesar del reclamo publicitario que suponía. Unos años después terminó colgando definitivamente la bicicleta de forma profesional, aunque en todo momento la siguió usando como medio de transporte.
Enviudó en 2 ocasiones antes de morir, en 1950 y 1957. Su propia muerte se produjo en 1959, cuando tratando de arrancar su moto, esta se le cayó encima. Inmediatamente fue ayudada por los vecinos que se encontraban en las proximidades, pero a pesar de trasladarla al hospital rápidamente, ya no había nada que hacer por su vida. Su corazón se paró antes de ingresar en el mismo, cuando contaba ella con 68 años de edad.
Su legado, hasta el día de hoy, ha sido eterno, puesto que ha sido la única mujer que ha podido participar en el Giro de Italia (a día de hoy hay también prueba femenina), además de contar con hasta dos participaciones en el Giro de Lombardía consecutivas, en 1917 y 1918 (finalizando en la posición 32 y 21 respectivamente).
Saludos a todos!!
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