Miguel Indurain afrontaba en 1996 la posibilidad de pasar a la historia como el primer y único corredor que podía conseguir 6 Tours de Francia, conseguidos encima de manera consecutiva. Tan solo Anquetil, Merckx e Hinault habían conseguido salir victoriosos en 5 Tours, aunque a diferencia del navarro, ninguno lo había conseguido de forma consecutiva. La preparación de Miguel de cara al Tour había sido muy buena, consiguiendo las generales en la Vuelta a Asturias o la Euskal Bicicleta. Pero en la Clásica de los Alpes había sembrado dudas, finalizando 8º y siendo derrotado por Laurent Jalabert y su ONCE.
Esa derrota de Miguel a manos del francés Jalabert fue muy comentada en la prensa francesa. Tan comentada fue que incluso se comenzaba a hablar de Jalabert como la gran alternativa a Indurain para conseguir la victoria en el Tour.
Pero antes de llegar al Tour había de por medio una Dauphiné Libere (en 2002 renombrada como Critérium du Dauphiné Libere y desde 2009 como Critérium du Dauphine), y en esta ambos ciclistas debían demostrar sus credenciales de cara al Tour, el navarro para demostrar que la Clásica fue un accidente y el francés para confirmarse realmente como alternativa a la tiranía del navarro. Pero no iban a ser los únicos corredores importantes que tomarían parte de la Dauphiné, ya que también tomarían la salida corredores como Rominger, Virenque, Boardman o el pódium del año anterior en el Tour, un Bjarne Riis que había cambiado el Gewiss por el Telekom. Por lo tanto, en la Dauphiné habría muchos de los candidatos a hacerse con la victoria.
El día del prólogo, el 2 de junio, fue un día lluvioso. La lluvia marcó toda la etapa prólogo, con sus escasos 6 kilómetros, en los que el corredor que menos tiempo invirtió en recorrerlos fue un habitual de este tipo de modalidad, Chris Boardman, realizándolo en algo menos de 8 minutos. 11 segundos perdió Brochard, 13 perdió Rominger, 15 Indurain y hasta 24 se disparó la pérdida de Jalabert.
Las 3 siguientes etapas eran llanas, y a priori tranquilas. La primera de ellas fue a parar a las piernas de un fugado Kasputis. En la siguiente vencía Simon, con un sorprendente Indurain que se metía tercero en la etapa, y la última de esas tres etapas llanas iba a parar al palmarés de Bouvard. Hasta ahí iban a llegar las comodidades de la carrera, puesto que las siguientes etapas serían una con final en Mount Ventoux, una CRI, otra con final en Briançon y una última etapa en Grenoble, respectivamente. Todas ellas, etapas muy complicadas de controlar por los equipos, además de haber una CRI que teóricamente favorecía al navarro Indurain.
En la cuarta etapa de la carrera, la del Mount Ventoux, un valiente Virenque, acompañado por Heulot, lanzaban un duro ataque a 13 kilómetros de la cima, es decir, con casi todo el puerto por ascender. Indurain por su parte sufría y Rominger y el líder cedían terreno. Jalabert por su parte permanecía expectante, hasta que a 10 de meta decidió que ya había esperado lo suficiente. Ni Indurain ni nadie fueron capaces de salir al ataque de un Jalabert que rápidamente dio caza a los corredores que se habían fugado anteriormente, de los que solo Virenque fue capaz de seguir el ritmo, y con ello llegaba el entendimiento hasta la meta entre ambos galos. La ventaja de ambos fue aumentando hasta la línea de meta, donde venció sin oposición Virenque. En meta Indurain se dejaba más de 1 minuto y Rominger más de 2. Jalabert había dado un buen palo a la carrera y se situaba en cabeza de la general con 10 segundos con respecto a Virenque y 53 con Indurain, un Indurain que había sido derrotado en dos ocasiones consecutivas por Jalabert y su equipo.
Pero al día siguiente se disputaría la prueba por excelencia de Indurain, una contrarreloj de 42 kilómetros, por lo que Jalabert debería sufrir mucho si quería mantener el liderato de la carrera. Las apuestas apuntaban únicamente a una victoria de Indurain y eso fue lo que sucedió, aventajando en 28 segundos a Rominger y 50 a un Jalabert que conservaba el maillot de líder de la carrera. La ventaja de Indurain, desde luego, no era la que esperaban desde su equipo viendo que la contrarreloj tenía una longitud considerable.
La penúltima etapa terminaría en Briançon, tras subir Allos, Vars e Izoard, y desde los medios franceses ya se había anunciado a bombo y platillo la victoria de su compatriota, aún a pesar de estar él e Indurain separados por 3 segundos en la general. Por supuesto también le señalaban como el elegido para ganar el Tour. El tiempo les quitaría la razón.
En el puerto de Vars Jalabert no iba con buenas sensaciones, y de ello se hizo eco un Indurain que lanzó un ataque que fue respondido por Rominger, Escartín y Leblanc, pero no así por el líder, al que sus compañeros de equipo le tuvieron que ayudar a neutralizar el más de medio minuto que había conseguido el navarro en la cima del puerto. Enlazó con Indurain, pero eso no hizo más que desatar la tormenta que se le vendría encima en el Izoard; Indurain realizó varias aceleraciones, hasta que Jaja se abrió de patas. Uno a uno los rivales del navarro se fueron echando a un lado de la carretera, incapaces de seguir su impresionante ritmo. Coronó con 20 segundos de ventaja con respecto a sus más inmediatos seguidos y más de 2 minutos con un líder que estaba haciendo aguas ante el ataque del último vencedor de la carrera. Pero el descenso estaba mojado por el chaparrón que estaba cayendo y Miguel no quiso arriesgar más de la cuenta, así que fue neutralizado por varios corredores. Pero en la subida final en la ciudadela de Briançon Miguel volvió a acelerar el ritmo y entró victorioso en la línea de meta. Jalabert cedería casi dos minutos aquel día, por lo que también le cedería su maillot de líder.
La última etapa finalizaría en Grenoble, después de afrontar el Lautaret, Coq, Porte y el final en la Bastilla. En ella, en el Col de Coq, Jalabert se retiraría de la carrera, aquejado de problemas de salud, según informaba su director, Manolo Saiz. La etapa no tuvo mucha más historia, salvo los ataques de Leblanc o de Virenque, o el pinchazo que sufrió Miguel en el descenso del Col de Porte, lo cual le impidió luchar por la victoria de etapa, aunque entró sexto en la línea de meta, a poco más de medio minuto del vencedor. Un vencedor que fue Leblanc, quien atacó abajo del muro de la Bastilla y consiguió entrar en meta por delante de Rominger y de Escartín.
En la general final Indurain se impondría con 1 minuto y 21 segundos al suizo Tony Rominger y con 11 segundos más con respecto a Virenque, pero sobre todo había destacado de esa carrera lo ofensivo que se había mostrado, muy lejos de la imagen de persona fría y calculadora que solía ofrecer en las carreras. Pero también hay que destacar la profunda decepción que se llevó la prensa y la afición francesa en esa carrera, ya que al que veían como la gran alternativa, Jalabert, había sido derrotado magistralmente por el pentacampeón del Tour, Miguel Indurain, que ahora se volvía a mostrar como el único favorito a conseguir la victoria en dicha carrera.
Saludos a todos!!
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